Cómo se están extendiendo por EE.UU. las lenguas de las civilizaciones mayas que dominaron Centroamérica hace miles de años
Migrantes de pueblos indígenas de México, Honduras, El Salvador y Guatemala están difundiendo algunas de las decenas de lenguas mayas que hablan.

Habían pasado tres días desde la muerte del padre de Aroldo. Él seguía de luto y ni siquiera tenía ánimos para atender los campos de maíz que su padre le había dejado en su comunidad de San Juan Atitán, en Guatemala.
Durante la cena, mientras contemplaba las llamas de la estufa de leña, sintiendo el peso de la pérdida en el pecho, se dijo que era hora de respirar aire fresco.
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Volviéndose hacia su madre, que comía tranquilamente a su lado, dijo en mam, la lengua maya que se hablaba en su pueblo: "Nan, waji chix tuj Kytanum Meẍ" (Mamá, quiero ir a la nación de los blancos). Es decir, a Estados Unidos.
En mam, su madre le dijo que organizaría todo, pero primero debía esperar a que terminara el duelo. Un año después, con primos en California dispuestos a acogerlo, Aroldo partió (la BBC ha optado por no revelar su nombre completo para proteger su identidad).
Tardó más de cuatro meses en descender las laderas de la Sierra Madre, cruzar los desiertos de México y Arizona, y llegar a la Bahía de San Francisco.
"La muerte de mi padre me hizo analizar mi vida y darme cuenta de que era hora de afrontarla por mi cuenta", dice Aroldo en español, idioma que también habla.
Detrás de él, una foto de su padre, con un sombrero tradicional y una camisa magenta tejida a mano bajo un capixay negro de San Juan Atitán, lo protege en una fría noche de diciembre en el area de la Bahía de San Francisco.
Una de las pocas cosas que Aroldo se llevó consigo fue su lengua, el mam, cuyas raíces se remontan a las civilizaciones mayas que dominaron Centroamérica hace miles de años.
Hoy en día, el mam y otras lenguas mayas están expandiendo su alcance, a medida que los pueblos indígenas de México, Honduras, El Salvador y Guatemala las difunden en EE.UU. a través de la inmigración.
De hecho, en los últimos años, las lenguas mayas, habladas originalmente en la península de Yucatán, se han vuelto tan comunes en EE.UU. que dos de ellas, el quiché y el mam, se encuentran entre las lenguas más utilizadas en los tribunales de inmigración estadounidenses.
El ascenso de estas lenguas indígenas en las comunidades inmigrantes latinoamericanas en EE.UU. apenas está comenzando a comprenderse plenamente, dicen los expertos, y tiene implicaciones importantes para las comunidades y sus necesidades.
Un cuarto latino
El área metropolitana de San Francisco es uno de los principales destinos para los inmigrantes latinoamericanos.
Uno de cada cuatro, de los más de siete millones de residentes del área de la Bahía, son latinos, la mayoría con raíces en México y Centroamérica, según cálculos basados en datos de la Oficina del Censo de EE.UU.*
El gobierno estadounidense los contabiliza a todos como hispanos al ingresar al país, un término que se refiere a personas de países hispanohablantes, aunque para algunos de estos migrantes, como Aroldo, el español no es su lengua materna, sino la que usan para comunicarse con quienes viven fuera de sus pueblos de origen.
Otros ni siquiera hablan español, y solo hablan su lengua indígena, según varios inmigrantes mayas y expertos entrevistados para este artículo.
"Muchos hablantes de mam llegan a EE.UU. con necesidades, experiencias e historias diferentes a las de los hispanohablantes monolingües y a quienes no pertenecen a culturas indígenas", afirma Tessa Scott, lingüista especializada en lengua mam en la Universidad de California en Berkeley.
"Si llamas 'hispanos' a todos los guatemaltecos, podrías asumir que todos en ese grupo hablan español con fluidez, pero no es así".
En California, una nueva ley aprobada en 2024 requiere que las agencias estatales recopilen datos más detallados sobre los idiomas preferidos de los inmigrantes latinoamericanos, incluidos los idiomas indígenas como el quiché y el mam, para comprender y satisfacer mejor sus necesidades.
Además de necesitar intérpretes diferentes, los mayas y otros inmigrantes indígenas enfrentan desafíos únicos que los mestizos o los latinoamericanos blancos no enfrentan, y que a menudo pasan desapercibidos cuando a todos se los cubre bajo el término general de "hispanos", dice Scott.
"Los guatemaltecos indígenas, muchos de ellos de culturas mayas como la mam, sufren con frecuencia una intensa discriminación y violencia por parte de personas de una categoría social diferente, y esto es lo que a menudo los impulsa a venir a EE.UU., donde pueden solicitar asilo", afirma.
Etiquetar a todos los latinoamericanos como hispanos puede ocultar estas complejas jerarquías sociales, culturales y étnicas, e impedir que los solicitantes de asilo reciban servicios especializados como ayuda legal y apoyo para superar traumas, añade.
Nuevos hablantes
El crecimiento de las comunidades mayas en EE.UU. también ha proporcionado a sus lenguas antiguas nuevas plataformas, lo que enriquece una larga y rica historia.
Aunque las ruinas y los jeroglíficos tallados de las antiguas ciudades mayas puedan parecer reliquias de una civilización perdida, muchas comunidades mayas sobrevivieron a la conquista española del siglo XVI y preservaron su cultura e idiomas.
En lugares como el área de la Bahía de San Francisco, ahora se pueden encontrar lenguas mayas en la radio, en los medios de comunicación locales e incluso en las aulas.
"Estamos tan involucrados con el mundo como cualquier otra sociedad", afirma Genner Llanes-Ortiz, investigador maya de la Universidad Bishop's de Canadá.
"Seguimos hablando nuestras lenguas y las usamos no solo para escribir nuestra historia, sino también para crear nuevas maneras de afrontar lo que nos afecta".
Las palabras mayas también han llegado desde hace mucho tiempo a diferentes idiomas, a través de préstamos relacionados con inventos mayas.
Puros y chocolate
Cuando los españoles desembarcaron en las costas de la península de Yucatán en el siglo XVI, encontraron alrededor de una docena de ciudades-estado mayas unidas por un pasado común, pero también enfrentadas a profundas divisiones.
Algunos gobernantes mayas vieron la llegada de los españoles como una oportunidad para resolver antiguas tensiones y se aliaron con los europeos para aplastar a sus ciudades rivales.
Aprender las lenguas habladas en la zona fue crucial para los españoles que deseaban mantener estas nuevas alianzas. Y, una vez conquistada la península, utilizaron las lenguas locales para evangelizar, administrar y crear una nueva sociedad.
En sus viajes por América, el misionero español Fray Bartolomé de las Casas describió una costumbre local muy extendida: "sorber" y "chupar" hierbas encendidas.
En la cultura maya, el tabaco se fumaba y bebía en rituales. El acto de fumar esas "hierbas secas embutidas en una hoja específica", como lo expresó Fray Bartolomé de las Casas, se denominaba siyar en maya antiguo, término que posteriormente evolucionó al español "cigarro" y, mucho después, al inglés "cigar", para describir un rollo de hojas de tabaco.
Otra palabra maya que se coló a otros idiomas es cacao, los granos que forman el chocolate y que el propio De las Casas introdujo en Europa en 1544.
Hoy en día, existen más de 30 lenguas mayas, habladas por al menos seis millones de personas en todo el mundo. Si bien algunas, como el chicomuselteco y el choltí, han desaparecido o están al borde de la extinción, otras, como el quiché, el yucateco y el qeqchií, cuentan con alrededor de un millón de hablantes cada una.
Todos provienen del mismo idioma, el protomaya, hablado antes del año 2000 a.C. aproximadamente.
Sin embargo, son tan diferentes entre sí que los hablantes de mam, que cuenta con alrededor de medio millón de hablantes, no pueden entender el quiché, y los yucatecos no pueden entender el mam. Sobre el yucateco, Aroldo dice: "Para mí es como el alemán", un idioma que no habla en absoluto.
Escritura maya
Durante casi 2.000 años, las lenguas mayas tuvieron su propio sistema de escritura, conocido como maya clásico. Compuesto por jeroglíficos, solo lo usaban quienes se encontraban en la cima de la pirámide social.
"Si queremos establecer una equivalencia histórica, podemos comparar el maya clásico con el latín", afirma Llanes-Ortiz. "Era una lengua de prestigio. La hablaban las élites, mientras que el resto de la población hablaba su propia lengua que, poco a poco, se fue fusionando con el latín".
Los misioneros españoles consideraron paganos los jeroglíficos y los purgaron sistemáticamente.
Los hijos e hijas de las élites mayas se vieron obligados a abandonar la escritura jeroglífica y aprender a usar el alfabeto latino, y la mayoría de los libros escritos antes de esa época, conocidos como códices, fueron destruidos.
Sin embargo, las lenguas orales fueron toleradas y, bajo un nuevo manto —el alfabeto latino—, han sobrevivido hasta nuestros días.
"El uso de las lenguas mayas era tan común y extendido durante la época colonial que las actas comunitarias, balances, testamentos, declaraciones políticas y memoriales se escribían en ellas, pero todo estaba en caracteres latinos que se conservan en los archivos de la ciudad de Sevilla", afirma Llanes-Ortiz.
"Incluso después de la independencia de México de España, las lenguas mayas continuaron utilizándose como lengua franca en toda la península de Yucatán"
Los académicos occidentales comenzaron a estudiar los jeroglíficos mayas, suprimidos durante mucho tiempo por los españoles, en el siglo XIX.
Si bien los lingüistas estadounidenses y rusos lograron avances significativos en su desciframiento a lo largo del siglo XX, Llanes-Ortiz afirma que se alcanzaron grandes avances en la década del 2000 cuando se incorporó a la conversación a académicos y hablantes mayas.
Fue entonces cuando los investigadores comprendieron que los jeroglíficos representaban no solo conceptos complejos, sino también sílabas que formaban palabras.
La participación de hablantes nativos ha impulsado el estudio de las lenguas mayas, a la vez que ha inspirado a una nueva generación de mayas a recuperar la escritura jeroglífica.
Grupos como Ch'okwoj o Chíikulal Úuchben Ts'íib organizan talleres y confeccionan camisetas y tazas con antiguos glifos mayas para rescatarlos y transmitirlos a las generaciones futuras.
Hacia el norte
Aroldo tenía 5 años cuando vio a sus primos hermanos partir de San Juan Atitán hacia EE.UU.. No los volvería a ver en años, pero escuchaba sus voces en las cintas de casete que le enviaban de vez en cuando contando historias de una tierra extranjera.
Los primeros mayas que se sabe que llegaron a EE.UU., dice Llanes-Ortiz, lo hicieron como parte del Programa Bracero, que trajo trabajadores mexicanos para reemplazar a los estadounidenses que se marcharon a luchar en la Segunda Guerra Mundial.
Pero las oleadas más grandes llegaron décadas después, a finales de los años 90 y en los 2000, cuando la migración latinoamericana alcanzó su punto máximo.
El número de guatemaltecos residentes en EE. UU. aumentó de 410.000 en 2000 a 1,8 millones en 2021, todos provenientes de un país de tan solo 17 millones de habitantes.
Entre estos migrantes se encuentran muchos mayas que se han establecido en estados como Florida y California.
"Los primeros migrantes fueron a EE.UU., tantearon el terreno y vieron cómo se podía ganar dinero de verdad. Luego se lo contaron a sus amigos mams, quienes los siguieron, y pronto empezaron a atraer a otros", dice Silvia Lucrecia Carrillo Godínez, maestra mam residente en San Juan Atitán.
La migración ha transformado a San Juan de una economía basada en el cultivo de maíz y frijol a una dependiente de las remesas, al igual que el resto de Guatemala.
Hoy en día, casi uno de cada cinco sanjuaneros se muda a México o EE.UU. en busca de empleos mejor remunerados.
"La migración es lo que sustenta a nuestro pueblo", dice Carrillo Godínez. "El consejo de los mam en EE.UU. a quienes están aquí es aprender a sumar, restar, un poco de español e irse a EE.UU.. Es la única manera de progresar".
Durante décadas, los inmigrantes mayas de San Francisco se asentaron en el Distrito de la Misión. Pero, a medida que los costos de la vivienda se dispararon en las décadas de 2000 y 2010, muchos se mudaron a las ciudades de Oakland y Richmond.
"Hay una línea directa a Oakland", dice Scott, el lingüista. "Cuando voy a San Juan Atitán y me preguntan de dónde soy, no digo de EE.UU. ni de California; digo de Oakland, y saben exactamente de dónde soy".
Aroldo ha encontrado una comunidad local unida por las tradiciones mam y maya. Celebran eventos y festivales tradicionales, y se ayudan mutuamente a través de comités vecinales.
De vez en cuando, recibe un mensaje de WhatsApp en mam: "At jun xjal yab'" (alguien está enfermo); o "At jun xjal ma kyim" (alguien ha fallecido).
Como muchos migrantes, Aroldo considera su estancia en California como algo temporal: un lugar donde trabajar hasta que pueda regresar a San Juan Atitán a construir un hogar para su familia.
Aunque todavía llora la pérdida de su padre y extraña a su familia en su tierra natal y las montañas de su infancia, encuentra consuelo en el mam.
"Hay tantos paisanos aquí que rara vez siento nostalgia. El idioma hace que sea más difícil extrañar tu tierra", dice. Por eso siempre le recuerda a su sobrino, que asiste a una escuela de habla inglesa que hable mam en casa.
"Primero viene el mam, luego el español, luego el inglés", le dice.
* El cálculo para el área de la Bahía de San Francisco se realizó en base a datos de la Oficina del Censo de EE.UU. sobre la población hispana en los nueve condados y su país de origen.
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FUENTE: BBC