Elecciones en EE.UU.

En una campaña épica, triunfó el patriotismo, la libertad y el sentido común

Donald Trump ganó los comicios en Estados Unidos y asumirá su cargo el próximo 22 de enero del 2025. Finalmente consiguió superar los 270 votos necesarios para ser el nuevo Presidente

Miguel Díaz miércoles, 6 de noviembre de 2024 · 12:00 hs
En una campaña épica, triunfó el patriotismo, la libertad y el sentido común
Foto: NA

Lo quisieron enviar a prisión bajo cualquier pretexto posible, lo intentaron asesinar al menos en tres oportunidades (una bala le arrancó un pedazo de oreja) y reemplazaron a su principal rival cuando se dieron cuenta que ya no lo podía vencer. Nada de eso lo detuvo.

“Muchas personas me han dicho que Dios me salvó la vida por una razón, y esa razón fue salvar a nuestro país y restaurar la grandeza de Estados Unidos, y ahora vamos a cumplir esa misión juntos”. Esas palabras formaron parte del discurso que dio Donald Trump en la madrugada del 6 de noviembre tras consagrarse ganador en las elecciones presidenciales en Estados Unidos tras una campaña realmente épica.

Trump no solo ganó, sino que lo hizo de manera contundente. Si bien al momento de redactar esta nota se seguían contando los votos, todo indica que el candidato republicano salió victorioso en todos los estados en disputa, alcanzando 312 votos electorales (el mejor de los escenarios proyectados por su campaña).

Pero no fue solo eso. A diferencia de 2016, en esta ocasión el exmandatario de 78 años llegará a la Casa Blanca habiendo ganado el voto popular por aproximadamente 5 millones de votos de ventaja frente a su contendiente, la actual vicepresidente Kamala Harris. Y hay más. La “ola roja” ha provocado que el Partido Republicano tenga mayoría en el Senado y se encamine a tener la misma performance en la Cámara de Representantes. De darse este escenario, el líder del movimiento MAGA (sigla en inglés de “Hacer América Grande de Nuevo”) podrá obtener el apoyo legislativo necesario para impulsar con relativa soltura su agenda “América Primero” (por ejemplo, a través del recorte de impuestos).

La desesperación de la campaña demócrata -porque los números no le favorecían- ya se olía en el tramo final de la carrera. A pesar de tener 18 años menos que Trump, a Harris se la veía cansada, por momentos desorientada y apelando excesivamente a etiquetas
exageradas como “fascista” y “Hitler” para atacar a su rival. Si bien este artilugio pudo llegar a servir en el pasado para generar miedo, a esta altura el estadounidense promedio estaba claro que el exmandatario podría no ser de su agrado pero no era precisamente un autoritario con ambiciones dictatoriales.

De hecho, los que más festejan el triunfo del dirigente conservador son los defensores más férreos de la libertad (¡hasta los libertarios llamaron a votar por él!). Uno de ellos es quien ocupará un cargo en la Administración Trump 2.0: Elon Musk. El dueño de X ha sido una pieza clave en el equipo ganador. Su adquisición de Twitter (hoy X) ha permitido que, a diferencia de 2020 cuando se censuraron todas las historias de corrupción de la familia Biden, se haya permitido la libertad de expresión de los conservadores en esta plataforma on line.

Esto ha generado que se puedan exponer y difundir las ideas más controvertidas de Harris, como por ejemplo, imponer la censura en las redes sociales o el control de precios para paliar la inflación que caracterizó a estos casi cuatro años de gestión demócrata. Asimismo ha servido para que los partidarios MAGA se puedan defender de la “campaña sucia” impulsada por sus adversarios que contaron con más del doble de presupuesto publicitario, en gran parte gracias al apoyo de las grandes corporaciones, entre ellas las Big Tech y las Big Pharma (Harris recaudó más de 1000 millones de dólares en la campaña frente a poco más de 300 millones de Trump).

En efecto, mientras en la campaña el Partido Demócrata quedaba cada vez más “elitista”, con el apoyo frívolo de los multimillonarios de Hollywood y de la industria del entretenimiento, el trumpismo tocaba las puertas de las casas de los votantes de baja propensión, como los hombres jóvenes o las minorías étnicas (como los hispanos y negros), a la vez que Trump servía papas fritas en McDonald o conducía un camión recolector de basura.

A diferencia de la retórica que bajaba de los medios de comunicación del establishment que buscaban mostrar al líder republicano como alguien misógino y xenófobo, en los hechos el equipo republicano le abría las puertas a ex figuras demócratas como la ex candidata presidencial Tulsi Gabbard y a Robert F. Kennedy Jr, sobrino del legendario mandatario JFK. Es más, Trump logró un apoyo histórico de los latinos, ganando no solo Miami sino también -el condado más hispano de todo el país- el Starr County de Texas ¡que no votaba a un republicano desde 1892!

"Hemos superado obstáculos que nadie creía posibles. Ahora está claro que hemos logrado la más increíble vuelta política. ¡Mira lo que ha pasado! ¡Es una locura!", exclamó Trump desde Mar-a-Lago. La soberbia progresista de Harris le salió cara: no ir a la tradicional cena benéfica católica Al Smith y burlarse de un cristiano en un mitin provocó la huída de buena parte de los creyentes del electorado demócrata (que ciertamente no son pocos). Entre los que le dieron la espalda a la candidata demócrata se encuentran hispanos católicos, musulmanes (sobre todo del estado clave de Michigan), judíos y ni hablar de cristianos ortodoxos como los amish (que fueron fundamentales para que Trump gane Pensilvania).

“Éste será recordado por siempre como el día en que el pueblo estadounidense recuperó el control de su país”, expresó Trump emocionado en su primer discurso como presidente electo. “Muchas personas me han dicho que Dios me ha perdonado la vida por alguna razón. Y esa razón es salvar nuestro país”, agregó.

¿Qué le queda por delante a Donald Trump? Nada más ni nada menos que enfrentar al globalismo-progresista que ha hegemonizado el mundo en las últimas décadas. Es una tarea que empezó en 2017 pero que está lejos de terminar. De hecho, a diferencia de lo que recibió cuando comenzó su primer mandato, hoy va a tener que lidiar con un mundo mucho más difícil con frentes abiertos en diferentes partes del planeta, con Rusia volcado hacia China y un envalentonado régimen iraní -con sus proxys terroristas amenazando Medio Oriente y otros lugares-.

“No voy a iniciar guerras, voy a detener guerras”, aseguró Trump al respecto en lo que seguramente será una de sus prioridades inmediatas en el plano externo. De hecho, había adelantado que en las primeras horas como presidente electo iba a hablar con Vladimir Putin y Volodimir Zelensky para abordar un plan de paz para detener cuanto antes el conflicto en Ucrania.

En este marco no sorprende que entre los primeros mandatarios que saludaron a Trump se encuentre el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quien destacó que la victoria del republicano representa “el mayor regreso de la historia”. Otro que se apresuró en celebrar la “mayor remontada en la historia política de EE. UU.” fue el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, quien desde el minuto cero sostiene que Occidente no debe seguir fogoneando el conflicto bélico en Ucrania.

“Es una victoria muy necesaria para el mundo”, sintetizó el líder del Fidesz. Puertas adentro, sin duda, el foco del segundo mandato de Trump estará en revitalizar la economía estadounidense, tal como lo hizo en su primer paso por la Casa Blanca. Es un enigma cómo se desarrollará (y qué efectos podría generar) la guerra de aranceles con la que ha amenazado a la competencia exterior (sobre todo la proveniente de China) con el fin de impulsar la industria, la producción y el trabajo en su país.

En el plano político interno, el líder del movimiento MAGA se ha fortalecido para erradicar el llamado “Estado profundo”, una red de burócratas infiltrados en distintas esferas del gobierno que responde a intereses corporativos y/o foráneos, y no a la agenda nacional. Otro punto en la mira es la agenda woke. La nueva administración buscará eliminar la teoría crítica de la raza y la ideología de género en las escuelas, y al mismo tiempo acabar con las absurdas “regulaciones verdes” que le ponen un freno a la producción (sobre todo de las industrias vinculadas a los combustibles fósiles).

De aquí en más aparecen otras noticias que seguramente sacudirán los portales de noticias. Entre ellas, la publicación de la lista de los asiduos visitantes a la isla del fallecido pedófilo Jeffrey Epstein y la desclasificación de todos los archivos sobre el asesinato de
John F. Kennedy. "Esta será verdaderamente la época dorada de Estados Unidos", ha afirmado el presidente electo.

En síntesis, la victoria de Trump es una gran noticia para EE. UU., pero también para el mundo. Significa un cambio de rumbo en la humanidad hacia la defensa de la libertad en sus diferentes ámbitos, desde la libertad religiosa hasta la libertad de expresión, el impulso de la industria y la producción, y la promoción de la paz y la prosperidad. Ítems sumamente necesarios en un mundo que, hasta ahora, iba en decadencia. Esperemos que a partir de la vuelta de Trump a la Casa Blanca, se pueda comenzar a revertir esta tendencia.

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