Industria en jaque: la crisis del gas neón y sus consecuencias tecnológicas
Ante los conflictos bélicos y la economía en crisis que generan, un elemento clave como el neón empieza a escasear y la industria se resiente.
Cuando se habla de semiconductores, muchos piensan en los chips que alimentan nuestros teléfonos, computadoras y automóviles. Estos pequeños componentes son el corazón de nuestra tecnología moderna, pero lo que pocas personas saben es que, detrás de su fabricación, hay un actor invisible pero vital: el neón.
Este gas, aparentemente inofensivo y menos conocido que otros como el oxígeno o el nitrógeno, es fundamental para uno de los procesos más complejos de la industria de los semiconductores: la litografía ultravioleta extrema. Este proceso, que utiliza rayos láser extremadamente precisos para grabar patrones en los chips, depende casi exclusivamente del neón para funcionar correctamente. Sin él, sería imposible fabricar los chips avanzados que impulsan desde smartphones hasta servidores que gestionan nuestras redes de internet.
Ucrania: el centro inesperado del neón
Antes de la guerra, pocos fuera de la industria de semiconductores sabían que Ucrania era uno de los mayores productores mundiales de neón. Se estima que más del 50% del suministro global de este gas provenía de ese país. Estas fábricas, situadas en las ciudades industriales, capturaban el neón como un subproducto de la producción de acero.
Pero con la invasión rusa de Ucrania, estas instalaciones fueron destruidas o paralizadas, interrumpiendo el flujo de neón al resto del mundo. Esto, aunque invisible para el ciudadano común, impactó en la cadena de suministro tecnológica, y las consecuencias se sienten en todo el mundo.
Por qué el neón es tan importante
El neón es un gas noble, lo que significa que es extremadamente estable y no reacciona fácilmente con otros elementos. Esta característica lo hace perfecto para aplicaciones en las que se necesita precisión y estabilidad, como la fabricación de chips. Durante el proceso de litografía, los láseres que graban los circuitos en los semiconductores necesitan un ambiente controlado y estable, y el neón es clave para lograr esto.
Imagine que está cortando algo con un láser muy preciso; cualquier cambio en el entorno podría desviar ese láser y arruinar el corte. El neón ayuda a mantener el entorno “limpio” y estable, permitiendo que el proceso sea eficiente y preciso.
La interrupción y el impacto en la industria
Con la producción de neón en Ucrania prácticamente detenida, los precios de este gas se han disparado. Antes de la guerra, el costo de un litro de neón refinado rondaba los 700 dólares. Tras el conflicto, los precios escalaron hasta los 2,500 dólares por litro, según estimaciones de mercado. Este incremento afectó a los fabricantes de chips, que dependen de grandes volúmenes de neón para mantener su producción. Las fábricas de semiconductores necesitan miles de litros de neón cada mes. Este aumento de precios se traduce en costos más altos para toda la cadena de producción tecnológica.
Este aumento se traslada a los productos que dependen de los semiconductores. Los fabricantes de automóviles, por ejemplo, vieron retrasos en la entrega de vehículos por la escasez de chips. En algunos casos, los tiempos de espera para modelos específicos aumentaron a más de un año, y los precios de los autos usados también sufrieron como resultado.
¿Existen alternativas?
Dado que Ucrania fue históricamente el mayor proveedor de neón, la interrupción llevó a la búsqueda de fuentes alternativas. Países como Estados Unidos y China aumentan su producción interna, pero no es tan sencillo como abrir nuevas fábricas. La infraestructura para capturar, refinar y distribuir neón es compleja y costosa, y no se puede desarrollar de la noche a la mañana.
Además, existen otras alternativas como el reciclaje de neón, pero estas tecnologías aún no están maduras como para sustituir la producción a gran escala. Las grandes empresas tecnológicas invierten en sistemas para reutilizar el neón durante sus procesos, lo que reduce la dependencia de nuevas fuentes, pero esto sólo mitiga parte del problema.
La guerra y su impacto prolongado
La guerra en Ucrania provocó una crisis inmediata en el suministro de neón y puso de relieve lo vulnerable que es la cadena de suministro global de semiconductores. Incluso si la guerra terminara mañana, es probable que la infraestructura ucraniana tarde años en recuperarse, lo que significa que los problemas de suministro de neón persistirán en el futuro cercano.
Además, la incertidumbre geopolítica en torno a la guerra lleva a muchos países a reevaluar sus dependencias tecnológicas. Estados Unidos, Japón y la Unión Europea ya invierten miles de millones de dólares en construir centros de fabricación de semiconductores más cercanos a casa, lo que reducirá la dependencia de fuentes externas en el futuro. Pero estos esfuerzos, aunque valiosos, no resuelven el problema de inmediato.
Una crisis en ciernes
El problema del neón es solo la punta del iceberg. A medida que la tecnología avanza, la demanda de semiconductores crece. Sectores como la inteligencia artificial, los vehículos autónomos y la computación cuántica dependen de chips cada vez más complejos. Si no se resuelve el problema del suministro de neón, corremos el riesgo de enfrentarnos a una escasez crónica de chips, lo que afectará a los dispositivos tecnológicos de uso diario y a industrias críticas como la automotriz, la salud y la defensa.
El precio de la tecnología aumentará, y los retrasos en la entrega de productos serán la norma, afectando tanto a grandes empresas como a consumidores.
El futuro del neón y la tecnología
Aunque la crisis del neón es grave, también abrió una ventana de oportunidad para la innovación. Las empresas tecnológicas están invirtiendo en nuevas formas de producir, reutilizar y reducir la dependencia de gases inertes como el neón. Sin embargo, estos desarrollos llevarán tiempo, y mientras tanto, la industria tecnológica y los consumidores deberán adaptarse a una nueva realidad.
Lo que está claro es que, en el mundo interconectado de hoy, incluso un gas como el neón, invisible para la mayoría de nosotros, tiene un impacto gigantesco en la economía global. La crisis del neón nos recuerda que la tecnología que damos por sentada depende de una red delicada de recursos y procesos, y cuando uno de esos eslabones falla, las repercusiones son masivas.
Las cosas como son
*Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.