Curiosa historia

El día que un festejo paró una guerra mundial

En diciembre de 1914, las trincheras estaban estáticas. La Primera Guerra recién empezaba, pero en medio hubo un momento para la paz.

Santiago Hernandorena
Santiago Hernandorena sábado, 21 de agosto de 2021 · 20:09 hs
El día que un festejo paró una guerra mundial

Frente occidental en la Primera Guerra Mundial1914. Las trincheras de los bandos llegaban desde el Mar del Norte hasta casi el limite francés con Suiza, cubriendo casi 300 kilómetros. De un lado estaban los soldados del Imperio alemán, del otro fuerzas unidas británicas y francesas.

Luego de la llamada “Carrera al mar”, las líneas de trincheras estaban estáticas. El Imperio había logrado ingresar fuertemente en Francia, pero su intención de que la guerra fuera corta, o por lo menos se diera en un solo frente, no se consiguió. El príncipe Guillermo de Prusia incluso comentó: “Hemos perdido la guerra. Continuará por mucho tiempo, pero ya la hemos perdido”.

Sin embargo esta historia no se trata de hostilidades, sino de treguas. Durante los primeros meses del conflicto, distintos actores del mundo intentaron mediar y conseguir ceses al fuego. Incluso el Papa Benedicto XV solicitó: “que las armas callaran por lo menos una noche para que cantaran los ángeles”. Pero nadie le hizo caso.

Cuando todo podría hacer pensar que entre ambos bandos había odio, registros de soldados muestran lo contrario. Con las líneas estáticas, no era anormal que se generaran pequeñas treguas para recoger raciones. Incluso hay documentos que muestran las visitas de británicos y alemanes a las trincheras contrarias. Con los franceses no era tan amistosa la relación, pero poco a poco fue relajándose. También existieron altos al fuego relacionados con las contingencias climáticas: no era anormal que las lluvias inundaran las trincheras y los enemigos no atacaban para permitir a los contrarios no ahogarse.

Se daba una circunstancia particular: muchos de los soldados alemanes habían vivido o estudiado en el Reino Unido, lo que permitía que supieran el idioma. No era anormal, mientras los disparos no tronaban, escuchar los gritos de una trinchera a la otra preguntando por resultados de las ligas de fútbol, charlas tan banales como el tiempo y la temperatura, e incluso intercambios de canciones, algunas veces alegres, otras en forma de burla a los contrarios.

En ese marco, llegó la Navidad de 1914. Sir Edward Hulse, miembro del 1er Batallón de la Guardia Escocesa es, probablemente, la más importante fuente de este período. En sus cartas, contó los sucesos principales de aquel día de navidad.

Una esperanza para la paz

La mañana comenzó con el sonido de villancicos desde ambas trincheras. La sorpresa de los británicos fue grande cuando vieron que los alemanes había “construido” un árbol de navidad y tenían velas para el festejo. La artillería estaba en silencio. Desde la trinchera aliada comenzaron a gritar saludos navideños, que fueron respondidos por los teutones.

De repente, un casco se asomó desde la trinchera franco-británica. No se escuchó el disparo que podía esperarse. Algún valiente sacó su cabeza solo para ver que desde el otro lado, un “enemigo” hacía lo mismo. Ambos se escondieron rápidamente. En ambas trincheras se habló mucho, se sorteó y los desdichados elegidos salieron a la llamada “Tierra de nadie”, con la esperanza de sobrevivir. Nadie les disparó.

Ante esta situación, más soldados aparecieron y comenzaron a recolectar los cadáveres de sus compañeros caídos. Al rato, se acercaron al otro bando. Un alemán le ofreció un cigarrillo a un francés. Había iniciado la “Tregua de Navidad”. El acuerdo era simple: no se dispararía hasta el día siguiente.

Walter Congreve, comandante de la 18a Brigada de Infantería inglesa, contó que un muchacho de 18 años le ofreció un puro. Conversando reconoció que era el principal francotirador del ejército contrario.

Hulse escribió que uno de los alemanes entonó Auld lang syne ” a la que todos, ingleses, escoceses, irlandeses, prusianos, Württenbergers, etc., nos unimos. Fue absolutamente asombroso y si lo hubiera visto en una película cinematográfica ¡Debería haber jurado que era falso!“.

Obviamente no todos estaban de acuerdo con la tregua. El general Sir Horace Smith-Dorrien intentó prohibir la comunicación amistosa con el enemigo. A su vez, un cabo de la 16ta reserva de Infantería se oponía: un tal Adolf Hitler.

El fútbol contra las armas

Y aquí empieza el mito: ese día de Navidad, en plena tregua, alguien arrojó una pelota al medio. Las versiones no son claras, no hay demasiada documentación que asegure el hecho. Algunos dicen que en realidad, no era una pelota sino una lata. Otros agregan que sí era un balón, pero no se armó un partido entre los bandos, sino que solo jugaron los ingleses; otros comentan que fue así, pero con la participación de algunos alemanes.

En algunos lugares la tregua duró un día más, en otros el 26 de diciembre volvieron a volar las balas. Los años siguientes, los comandantes de los bandos prohibieron que se repitiera.

La Primera Guerra Mundial duró hasta 11 de noviembre de 1918. Se estima que dejó más de nueve millones de muertos y alrededor de veinte millones de heridos entre los soldados. A eso se le agrega aproximadamente unos siete millones de civiles fallecidos. Los costos económicos fueron cuantiosos y los tratados de paz posteriores fueron generadores de la Segunda Guerra.

Sin embargo, la Tregua de Navidad se convirtió en un momento en la historia. Uno recordado en libros, canciones y películas. Paul McCartney inmortalizó la idea en su video de “Pipes of Peace”.

La Tregua de Navidad fue ese instante donde hombres, sin importar la nacionalidad o la bandera por la que combatían, intercambiaron un cigarrillo, un trago, comida y se acordaron que eran humanos, y no máquinas de matar al servicio de alguien.

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