Paola Barrientos: "Me halaga que me confundan con Érica Rivas"
Mientras se prepara para el estreno de “Esperando la carroza”, la premiada actriz realiza las últimas funciones de “Tarascones”, la obra que dirige Ciro Zorzoli y que escribió Gonzalo Demaría.
Paola Barrientos, Eugenia Guerty, Alejandra Flechner y Susana Pampin dicen en chiste que son como Los Chalchaleros. Es que arrancan anunciando ocho únicas funciones de Tarascones, la obra que dirige Ciro Zorzoli y que escribió Gonzalo Demaría, y después se terminan quedando todo el año. O así, al menos, pasó en el 2023. “Las chicas tenían unas giras y finalmente una se pasó, otra se acortó… entonces pudimos estirarlo. Este año, no. De verdad es así y los que quieran ver la obra solo tienen seis únicas funciones”, afirma Barrientos en diálogo con MDZ.
La comedia se estrenó en 2016 y es la historia de cuatro amigas paquetas (Zulma, Martita, Estela y Raquel) que todas las semanas se reúnen a tomar el té, comer masas finas, jugar a las cartas y que, en uno de esos encuentros, se ven envueltas en un crimen.
¿Y qué es lo que seduce a las actrices para seguir haciendo funciones ocho años después del estreno? Paola contesta: “En primer lugar, hay algo del encuentro que sucede con este material y con las otras tres actrices que hace que, por más que pase el tiempo, cada función sea de nuevo única, que haya una posibilidad de juego entre nosotras que no se nos acaba. También está buenísimo tener una platea que no para de reírse. Es muy satisfactorio y con un material que además de provocar eso, tiene su contrapeso en un discurso que también resulta de interés”.
Luego, al otro lado del teléfono, hace una pausa y agrega: “La pieza se resignifica y nos resignifica mucho a nosotros en relación a los diferentes contextos que van sucediendo en el país, en las distintas salas donde la hicimos. Estuvimos en muchos lados”.
- Se presentaron en una cárcel, ¿cómo fue la experiencia?
- Espectacular. Resuena muy distinto cada palabra, cada frase de estas mujeres, con esa ferocidad, para hablar de los otros. También tuvimos la posibilidad de hacer con el (Teatro) Cervantes una gira nacional. Entonces, de pronto la hicimos en un centro cultural en un tinglado bien al norte de Misiones… Eso también dispara el sentido de la pieza para muy distintos lugares y nos dio la posibilidad de ganar una cantidad de millas y experiencia que no se termina con esa función allá. Ese sentido que cobró la pieza se nos suma, no se nos va.
- ¿Qué es lo que cautiva al público de Tarascones?
- Hay varias cosas. La obra está escrita en verso y eso es una particularidad que hace que tenga un lenguaje desde la palabra y desde la expresividad teatral que es muy atractivo. Es una obra con un contenido interesante y que te reís, te reís mucho. Muchas veces nos pasa que el público nos cuenta que, más allá de recomendarla, vuelve con otros para verlos… para ver a su madre o para ver a su amigo viendo la obra, digamos que hay algo como de un regocijo en eso.
- En simultáneo estás trabajando en un nuevo proyecto. ¿Cómo van los ensayos de Esperando la carroza?
- Arrancamos hace ya poquito menos de un mes. Estrenamos a fines de marzo, principios de abril. No tengo la fecha exacta aún. Es como darte un lujazo. Todos tenemos muy recorrida la obra y la película. Después de que diga “yo hago puchero, ella hace puchero” no sé qué otra cosa voy a querer hacer.
- De chica querías ser bailarina y aspirabas al Teatro Colón. ¿Qué te hizo cambiar la danza por la actuación?
- Y… que no me dio el piné (se ríe). No me dio el cuero. Hice danza desde pequeña, tenía una ilusión de ir a la Escuela Nacional de Danza y le rompí tanto las bolas a mi vieja que finalmente me llevó. Yo vivo en San Fernando, en ese momento también, mis viejos laburaban y era como imposible llevar a la nena al centro todos los días al colegio. No era viable, pero insistí tanto que mi vieja me llevó. Si no me hubiese llevado, me hubiese quedado con la idea de que como mi mamá no me llevó, por eso no pude ser bailarina. No entré, entonces ya no le pude echar más la culpa a ella. Después seguí danzando y mi entrenamiento como actriz tiene más que ver con eso, con el movimiento y con el cuerpo más que con otras formas de entrenamiento de trabajo. Se necesita un cuerpo particular para ser bailarina; digo, la danza clásica tiene una cantidad de condiciones que lo que natura non da salamanca non presta.
- ¿Y cómo descubriste el teatro?
- Cuando tenía 14, 15 años yo ya sabía que no lo mío no iba por la danza. Igual, seguí siempre haciendo contemporáneo, danza aérea, de todo… porque me hacía feliz hacerlo y me hacía bien. Ahí pensé en teatro. Me enganché con un centro cultural de la zona y a partir de eso me encontré con un espacio que no imaginaba y que lo reconocí como muy propio.
- La fama llegó gracias a la publicidad de un famoso banco. ¿Qué fue lo mejor y lo peor de esa explosión de popularidad?
- Creo que lo importante de todo eso fue que me permitió empezar a trabajar de actriz y ganarme la vida. El poder alquilar y poder vivir con una tranquilidad de que había trabajo y que terminaba un proyecto y que me podía meter en otro, que de pronto podía elegir hacer un proyecto o no… Lo que siento que cambió tuvo que ver con eso: con una tranquilidad en relación al trabajo que no tuve hasta ese momento, que ya tenía 35 años. Desde los veintipico que hago teatro, que trabajé, que hacía, que iba y venía, pero no tenía esa tranquilidad de decir “bueno, ahora no tengo laburo pero ya viene o voy busco y hay”. Eso es un cambio estructural de la vida. De malo no le encuentro nada. Por ahí hay momentos que cuando estás haciendo una tira que explota, que va re bien, hay una cantidad de demandas que decís “uy, paren un poco”. Me agobio fácilmente cuando hay mucho reclamo. Digo, de cuando hay que hacer esta foto para esta revista y esto otro y hay que ir de acá para allá… yo estoy como “dejame volver a mi casa”. Pero la verdad, en nada de lo que me sucedió siento que pueda decirte que hay algo negativo.
- Tu casa es tu refugio…
- Sí, sí, soy indoor. Soy puertas adentro. Me gusta mucho estar en mi casa. De hecho, hago esfuerzos por salir a veces… Bueno, tampoco es una gran cosa, pero como que digo “basta, hoy voy al teatro a ver a mi amiga”, porque si no, no salgo más. Soy de armarme espacios en mi casa que me resulten gratos y de disfrute y me gusta estar y compartir con amigos y familia pero adentro.
- Hay veces que en la calle te confunden con Érica Rivas y te felicitan por trabajos que no hiciste, ¿cómo reaccionas ante eso?
- Y… según la onda del día y la hora en que me agarren (se ríe). A veces aclaro y a veces no. Si veo que está muy ilusionado no voy estar pinchándole el globo. Me saco la foto y pienso que después alguien le dirá. El otro día me pasó una única que no me había pasado nunca: me sacaron una foto como si fuese Paulina cocina. Ni le dije, le mandé un besito y me saqué la foto y bueno… Se ve que tengo un rostro muy versátil.
- Pero no son tan parecidas…
- No me lo digas a mí, decíselo a la chica que me paró en el subte (se ríe). La sigo a Paulina y tampoco me doy cuenta. Con Érica entiendo que tenemos algunas cosas en común, pero tampoco me parece que me confundiría. Igual a mí me pasa que Érica me parece tan hermosa y una actriz tan increíble que no tengo ningún inconveniente. Al contrario, me halaga la confusión.
Para agendar
Tarascones
Únicas funciones. Martes, a las 20:30, en el Teatro Metropolitan (Av. Corrientes 1343, Buenos Aires). Entradas en Plateanet.