Opinión

Las salas de cine hoy: entre lo multitudinario y lo acotado

La exhibición cinematográfica atraviesa un presente con mucho público, pero poca diversidad de títulos en las carteleras. Las claves de este fenómeno y las señales que indican que no se trata de un escenario definitivo.

Laureano Manson
Laureano Manson sábado, 13 de agosto de 2022 · 14:35 hs
Las salas de cine hoy: entre lo multitudinario y lo acotado
Las salas de cine vuelven a llenarse, pero con poca diversidad de títulos en cartelera Foto: Archivo

En los últimos años, la exhibición de películas en el mundo cambió drásticamente sus reglas de juego. Si bien el crecimiento de las plataformas de streaming desde hace rato viene ejerciendo una influencia en la dinámica del movimiento en las salas de cine, la pandemia precipitó los tiempos del proceso, y hoy la propuesta de las cadenas se despliega entre lo multitudinario y lo acotado.

Antes de que el coronavirus hiciera su irrupción, era muy común ver en las carteleras de los complejos que se encuentran en los centros comerciales una variedad de aproximadamente veinte películas distintas cada semana. Hoy en cambio la oferta se reduce a la mitad. En términos generales, lo poco que llega a las salas tiene que ver con el cine de gran espectáculo, ese que que nos seduce para que lo disfrutemos fuera de casa en una gran pantalla y junto a una multitud.

En estos días, hay films que acumulan entre veinte y treinta funciones diarias en cada cadena, ya sea en versión castellano o subtitulada, en 2D o 3D, en salas estándar o "comfort". Sucede algo similar a lo que ocurrió en los años '50, cuando la televisión se popularizó en los hogares del mundo, y los cines apostaron al formato de superproducción para competir con la propuesta que ofrecía la pantalla chica.

Las espaciosas butacas de las salas comfort, una de la formas de disfrutar el cine en pantalla grande.

En este escenario de notable reducción en la divesidad de títulos, donde resulta ya casi imposible encontrar exponentes por fuera de lo que llega desde Hollywood, resulta llamativa la traición de millones de cinéfilos en el mundo que le dan la espalda al ritual de "ver cine en el cine", para aplastarse en sus sillones navegando entre plataformas de contenido especializado. Es cierto que solamente en el streaming hoy se pueden disfrutar los tantísimos films que no llegan a las salas, pero es doblemente cierto, y esto todo amante del cine en su fuero interno lo sabe, que el fenómeno de inmersión que ofrece ese espacio a oscuras que compartimos con otras personas, no tiene ni remota comparación con el clima de dispersión hogareña, en el que tantas veces las películas son consumidas en retazos, entre mensajes de WhatsApp, llamadas, o hasta búsquedas en Google de algo que llama la atención.

De todas formas, y como todo es cíclico, se vislumbra cierto hartazgo de la gente de ver tanto material en casa, para ir al reencuentro del cine como experiencia comunitaria. Paulatinamente, podría volver cierta variedad de títulos en las carteleras, pero para esto es necesario que el público acompañe aquellas propuestas que llegan a las salas por fuera de los consabidos tanques que arrasan en la taquilla. Para un distribuidor independiente, adquirir los derechos y mover las copias de una película por el país representa una gran inversión que sólo encuentra un sustento si hay ganancia, o al menos recuperación. 

Por otro lado, el considerable resurgimiento que están experimentando los circuitos alternativos, con espacios en centros culturales o instituciones que no tienen la dinámica de un centro comercial, constituye una clara demostración de que todavía hay un numeroso público ávido de explorar películas de lo más eclécticas.

Desde un plano estrictamente técnico, que también tiene mucho que ver con el fenómeno de apreciación de una obra cinematográfica, ni la más sofisticada tecnología hogareña puede osar compararse con los modernos equipos de proyección y sonido que hoy se encuentran en casi todas las salas del país. Como se dijo antes, el hecho de ver una película se completa con el fenómeno de inmersión de la platea en el relato que se despliega en la pantalla. Una alquimia con más de un siglo de historia, en la que las salas de cine son y seguirán siendo un componente indispensable.

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