Realeza

La polémica del colgante de esmeraldas que no heredará la Reina Letizia

¿Las alhajas pasan de generación en generación? En el caso de Doña Letizia, está por verse.

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MDZ Femme miércoles, 19 de mayo de 2021 · 00:03 hs
La polémica del colgante de esmeraldas que no heredará la Reina Letizia
Foto: Hola!

Al parecer, habrá joyas que no irán nunca a parar a su alhajero. La Reina Letizia de España está en el centro de una polémica por un collar de esmeraldas que perteneció a Eugenia Montijo.

Fuente: Vanity Fair

 

El rastro del collar de esmeraldas que podría haber sido de la Reina Letizia

Habría cumplido el pasado 5 de mayo 195 años, luego de nacer en Granada en 1826 en medio de un terremoto, en una tienda de campaña que se instaló en el jardín del palacio de su padre. La monarca murió con 94 años cumplidos en el Palacio de Liria el 11 de julio de 1920. Su hermana Paca fue consorte del XV duque de Alba.

Educada en Francia y en los salones más distinguidos de ambos lados de los Pirineos, Eugenia contrajo matrimonio el 27 de enero de 1853 en París, en la catedral de Notre Dame con Napoleón III, supuestamente el sobrino de Napoleón Bonaparte.

Sin embargo, en 2014 una prueba de ADN mostraría la absoluta falsedad del vínculo carnal con el militar. Eugenia y Napoleón tuvieron un enlace de conveniencia. Ella era noble, culta, virgen y con este matrimonio él pasaba de presidente de la II República de Francia - vía golpe de Estado- a emperador. 

Por supuesto, necesitaba a un heredero. Algo que la andaluza le cumplió. Le dio un hijo: Napoleón Luis Bonaparte, que después murió a los 23 años en la guerra anglo-zulú de África. Sin heredero directo, Eugenia de Montijo repartió sus bienes a su antojo entre familiares, amigos y leales servidores.

Así la emperatriz le lega sus esmeraldas a Victoria Eugenia de Battenberg.

Fuente: Vanity Fair

Las unía el especial vínculo entre una madrina y su ahijada de bautismo. Tenían una relación epistolar y se visitaban por Pascuas o Ramos. Sin embargo, la madre de Victoria estaba en contra de la relación por considerar conspiradora a Eugenia e intentó alejarlas.

Pese a esto, la emperatriz de los franceses recordó a su ahijada en el testamento y le dejó de herencia 7 esmeraldas colombianas. Habían formado parte de una tiara en 1858. Con ella la Emperatriz aparecía retratada en varios dibujos e imágenes de la época. Fueron un presente que le hizo su infiel esposo.

La diadema podría intercambiar las piedras que la adornaban por zafiros o perlas. Aunque los escritores de la época relatan que a la ahijada le pareció poco legado y que casi lanza las piedras preciosas del Palacio Real de Madrid, las aceptó. Enseguida las mandó a engarzar en un collar con los joyeros de Sanz de Madrid.

La pieza contaba con 9 esmeraldas, lo cual lleva a pensar que recibió dos piedras más que las de la tiara Fontenay, como se la denominaba. Mientras tanto, otros sostienen que mandó a comprar otras dos esmeraldas para extender la longitud del colgante.

Más tarde, la Reina encargó a Cartier que a partir de estas mismas esmeraldas realizara un collar largo del que colgaba una cruz latina tallada en una sola esmeralda. La cruz era de 45,02 quilates y tenía 4 centímetros de longitud. Se unía a un trébol de brillantes que había pertenecido anteriormente a Isabel II de España, abuela de su marido.

Con unos pendientes a juego, la joyería entregó el trabajo terminado el 31 de marzo de 1931. Dos semanas antes de que la familia real española se fuera del país exiliada y se proclamase la Segunda República Española.

Para afrontar gastos, Victoria Eugenia vendió en 1937 la cruz Cartier, que se volvió a ocupar de montar las esmeraldas en un collar más breve, con un broche y un anillo a juego.

Así lo lució en las bodas de la Reina Isabel II de Inglaterra y el recientemente fallecido duque de Edimburgo en el año 1947. 

Las esmeraldas sumaban 124 quilates, 16 quilates en el anillo, y 18 en broche. Durante la década siguiente y con la mediación de la casa Cartier, Victoria Eugenia vendió las gemas al sha de Persia, Mohammad Reza Pahlavi, que se las regaló a su tercera esposa.

Farah Diba, su mujer, no las lució el día de su boda ni en su coronación. Las teorías de autores especializados en la realeza señalan que quizás las llevaba cocidas al manto, aunque no pudo comprobarse.

Fuente. Vanitatis

Así fue como las joyas que hubieran pertenecido ahora a la Reina Letizia se esfumaron, por hacerle frente a los gastos de una reina en apuros y en el exilio. Las esmeraldas podrían haber sido parte del alhajero de la Reina Letizia. Sin embargo, se quedaron en Teherán, cuando cayó la monarquía persa en 1979.

Las hipótesis señalan que fueron tomadas por los iraníes y actualmente pertenecen a la libanesa Rose-Marie Chagoury. Así, la polémica por las joyas perdidas no es en realidad más que la nostalgia europea por saberlas perdidas.

A pesar de no conocer el paradero de las polémicas esmeraldas, te dejamos con un video de 7 de las diademas de la Reina Letizia.

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