Crítica

El restaurante recomendado: un clásico en Juan B. Justo

Alicia Sisteró visitó Anna Bistró, uno de los restaurantes más querido por los mendocinos, pionero en la zona y hoy ya convertido en un clásico.

Alicia Sisteró
Alicia Sisteró viernes, 11 de septiembre de 2020 · 09:56 hs
El restaurante recomendado: un clásico en Juan B. Justo
Foto: Alicia Sisteró

Anna Bistró ya es un clásico y nadie puede negarlo. Tuvo su momento de gloria. En una época, hace ya varios años, estuvo de moda y los mendocinos íbamos bastante seguido, incluso se nos complicaba a veces conseguir reserva. El furor se aplacó, pero el restaurante siguió en pie, con más afluencia de turistas. Ahora volvemos de vez en cuando, y todo está igual (o casi). Anna Bistró abrió sus puertas ya hace más de 15 años, y aún mantiene aquellos diferenciales que le dan un encanto único: el bello jardín es su fuerte. También su ambiente es cálido, la buena música, la preciosa cava subterránea, su encantadora decoración ecléctica, y sus paredes embellecidas de arte. Fue pionero del polo gastronómico en la Av. Juan B Justo, hoy la zona creció  y ya cuenta con muchos bares y restaurantes.

El propietario es francés, y siempre se esmeró en transmitir su cultura de diferentes modos, no solo con su cocina. Las mesas han sido vestidas a través de los años con mantelitos de papel con inscripciones referidas a Francia. Actualmente esos manteles están impresos con la historia de destacados aviadores franceses que pasaron por Mendoza, así nos entretenemos y nos educamos mientras esperamos.

En una época difícil para la gastronomía, en todo el mundo, debido a esta durísima pandemia. Los cambios en las restricciones por seguridad que determinan las autoridades, el miedo de los comensales que dudan si salir o no por los contagios, el ánimo de los empresarios y trabajadores de la industria ante la incertidumbre, y la complicada economía ante la falta de trabajo. Todos estos motivos hacen difícil mi trabajo de realizar una crítica gastronómica, ya que debo evaluar en un contexto definitivamente poco alentador y desmotivante. Pero teniendo en cuenta todos esos factores, quisiera contarles mi experiencia en Anna. Para mostrar y destacar, que a pesar de la crisis (con las falencias o errores que pueda provocar), se puede  ofrecer un producto de calidad y seguro, acorde a los tiempos que vivimos.

Así arrancó mi experiencia

Reservé por teléfono. Tomaron mis datos y quedaron en enviarme el certificado de reserva, el cual nunca llegó. Fui de todos modos, porque al ser periodista (y considerarse actividad esencial mi trabajo), puedo circular con mi permiso sin necesidad del certificado. Al llegar pasé por una alfombra sanitizante, y luego me ofrecieron elegir la mesa: galería, jardín descubierto, o el deck techado (pero abierto). Optamos por el jardín abierto, y luego quisimos movernos a un lugar con un poquito de sombra, a lo cuál la camarera accedió amablemente. Llenamos la declaración jurada y nos dispusimos a mirar la carta digital, a la que accedimos mediante la lectura de un código QR con el celular. En diseño, es la misma de siempre. En contenido, es bastante amplia, y para mi modo de ver, un poco confusa. Varias “promos” o “menús”, con platos y productos que se repiten, nos costó bastante buscar y decidirnos. La camarera no nos ofreció el menú del día, pero igualmente pregunté de qué se trataba. Una empanada y un plato de pasta con oliva y vegetales por $440*, sin bebida, y con la opción de postre en vez de la empanada- No nos resultó atractiva la propuesta, y fuimos por los platos “sueltos” de la carta.

Lo que pedimos

La primer entrada fue un feuilleté (hojaldre) de queso de cabra con crocante de miel (no lo encontramos),  acompañado de verdes con gajos de naranja, y pasas. Delicado, y exquisito. Una delicada masa de gran calidad. ($320*)

La otra entrada, un pastel de salmón con una "salsa griega", acompañado de verdes. La combinación con la berenjena asada fue muy acertada. Delicioso. ($290*)

Uno de los principales fue un pato confitado con salsa de pimienta, con zapallo y camote horneados. La guarnición no me pareció que acompañaba a la altura al pato, el cual estuvo exquisito ($980*). Fue una buena oportunidad de comer pato, bastante difícil de conseguir en otros restaurantes.

El otro principal fue un cordero al malbec, con una desmesurada guarnición que no era la anunciada en la carta (decía batata y calabaza, lo que vino con el pato confitado).  Sabores intensos muy bien combinados con la salsa y el acompañamiento de cous cous con pasas y almendras, y el puré de calabaza. ($860*)

 

El restaurante cuenta con dos líneas de postre: tradicionales copas heladas de Soppelsa por un lado, y la propuesta de Brillat Savarin (la pastelería ubicada a unos metros del restaurante, de los mismos dueños) con productos de altísima calidad e inigualables, definitivamente superiores a la cocina salada.  

Pedimos un cheese cake con coulis de frambuesa. Elegante, simple a la vista, con una textura inobjetable, y proporciones de masa y relleno impecables.

El otro postre: un lemon pie (postre del día $180*). Apenas pasada la cantidad de azúcar, pero exquisito, fue el plato que más me gustó. Era el "postre del día".

Acompañamos con agua, y yo una copa de vino blanco, pensando en el budín de salmón ahumado. Un Pinot Gris de Bodega Lurton.

Pulgar para arriba

  • Estricto cumplimiento de protocolos: alcohol en todas las mesas, alfombra sanitizante, declaración jurada, personal manteniendo distancia y con tapaboca, todo muy limpio a la vista.
  • Introducción en la carta explicando las restricciones y modalidad del protocolo de seguridad por COVID.
  • Gran disponibilidad de mesas al aire libre separadas
  • El “vino por copa”, el Pinot Gris. Es raro en general que suelan ofrecer esta variedad de vino por copa, suelen ser las más convencionales.
  • La botella de aceite de oliva impecable (suelen estar sucias), y el oliva de calidad.
  • La camarera ofreció agregar pimienta de molinillo en nuestros platos principales.
     

Lo que más me gustó:

Disfrutar del jardín y el sol, y sentirme segura por la distancia con otros comensales.  Y la pastelería.

Pulgar para abajo

  • No retiraron mantel y vasos que no se iban a utilizar en nuestra mesa.
  • No me sirvieron la copa de vino en la mesa, sino que la trajeron servida y nunca vi la etiqueta.
  • Copa de vidrio pequeña, no copón de cristal (en otras mesas sí había copa de cristal).
  • Exceso de pimienta negra en grano en la salsa que acompañó el confit de pato.
  • Le pusieron la misma salsa de frambuesa del cheese cake al lemon pie para decorar.
  • El precio del lemon pie en Brillat Savarin es de $120*… ¿Por qué venderlo en $180* en el restaurante?). En este caso, creo que al ser el postre del día, deberían venderlo sin considerar el margen por el servicio.
  • No nos querían traer platos para el pan (pedimos para  servir aceite de oliva y sopar el pan), nos dijo la camarera que se lo habían prohibido por el protocolo. Incomprensible. Al final accedió.
  • Las mesas estaban pre armadas, cuando el protocolo sugiere dejarlas desocupadas y armar solo cuando el comensal está sentado.

Lo que menos me gustó

La presentación de los platos en general, sobre todo la del cordero y del pato. Y el capricho de no querer llevar un plato para el pan a la mesa “por el protocolo de COVID”. 

 

Conclusión:

La cocina es muy sabrosa, con algunos platos “originales” que son el diferencial y no se consiguen en otros restaurantes. Los platos son abundantes, atributo muy apreciado por los mendocinos. La camarera se notó levemente alterada por el cumplimiento del protocolo de COVID, lo cual es positivo por un lado ya que demuestra la responsabilidad con la que trabajan; pero por otro lado nos sentimos incómodos algunos momentos.  Es un lugar para disfrutar del ambiente, y su sabrosa cocina, pero que puede presentar altibajos tanto en la cocina como en el servicio. Recomendable 100% su pastelería. 

Datos de Anna Bistró

  • Dirección: Juan B. Justo 161 - Mendoza
  • Días y horarios: todos los días de 8 a 23 hs
  • Más datos en Guía Mendoza Gourmet: http://guiamendozagourmet.com/ficha.php?id=5ac4f18e88e55a00782a893b
  • Opciones vegetarianas
  • Mesas al aire libre (jardines, deck, galería). 
  • Forma de pago: efectivo y tarjetas
  • Comidas: desayunos, almuerzos, meriendas y cenas
  • Take away y delivery
  • Kid friendly
  • Wine friendly: Vino por copa, descorche. Cava subterránea.
  • Ambiente climatizado (incluso en exterior)
  • Facilidades para personas con discapacidad: baño y rampa de acceso.
  • Total consumido por 2 comensales $3.260*- Incluyó 2 entradas, 2 platos principales, 2 postres, 2 aguas, 1 copa de vino.

 

*Precios septiembre 2020

Los restaurantes, bares y demás negocios gastronómicos no pagan por aparecer en esta sección de Food Lovers. Esta CRÍTICA GASTRONÓMICA fue realizada por la periodista Alicia Sisteró, editora de Food Lovers, quien asistió al restaurante sin presentarse como periodista, y pagó la cuenta.

Seguime en mis redes: Facebook Alicia Sisteró     Instagram @aliciasistero     Twitter @aliciasistero

 

Archivado en