Crítica

El restaurante recomendado: sorprendente propuesta en Chacras de Coria

Alicia Sisteró visitó Blur en el centro comercial Álamo. En esta nota cuenta su experiencia con el servicio, la comida y el ambiente de este flamante restaurante, en el que se puede "picar", pedir suculentos principales, o cortes de carne y vegetales a las brasas.

Alicia Sisteró
Alicia Sisteró viernes, 2 de octubre de 2020 · 07:30 hs
El restaurante recomendado: sorprendente propuesta en Chacras de Coria
Foto: Alicia Sisteró

Blur está ubicado en un centro comercial inaugurado el año pasado sobre calle Boedo y Acceso Sur, en Chacras de Coria. El restaurante abrió sus puertas un poco antes de que iniciara la cuarentena obligatoria por COVID. Cerró y volvió a abrir. Y rearmó su staff. A pesar de las idas y venidas, es un restaurante que recomendamos porque ha sabido sobrevivir airoso ante esta situación tan difícil para el sector. Generalmente en los horarios pico su capacidad de reserva está al máximo, lo cual no es poco en estos tiempos. Definitivamente el público lo elige y y vuelve.

La barra del salón. PH Facebook Blur



Realizamos la reserva telefónicamente, a nombre de mi acompañante por  el DNI coincidente, pero no nos enviaron el certificado de dicha reserva para poder circular. Justo ese día llovió, que por el protocolo de COVID obligaban a atender solamente en mesas al aire libre. Así que cuando llegamos, cerca de las 20 hs, habían reacomodado las mesas sacándolas de la pérgola semicubierta y ubicándolas bajo la galería del centro comercial. Por este motivo cenamos en un espacio que no está habitualmente destinado a este fin. Cualquier otro día, y más ahora que se volvió a  permitir atender en el interior de los locales, los comensales pueden comer en el salón o en la pérgola exterior, ambos espacios muy bien ambientados.

Esta lluvia evidentemente sobrepasó la capacidad del servicio, y una vez que nos sentamos demoraron más de 10 minutos en atendernos. Eso significa que recién pasado ese tiempo nos enviaron la carta al celular por WhatsApp. Se hubiera resuelto en forma más práctica con código QR en la mesa mientras esperábamos podríamos haber elegido lo que íbamos a pedir. Sí había alcohol en cada mesa como indica el protocolo decretado.

En su carta, se pueden encontrar desde ensaladas, hasta suculentos principales, picadas, sándwiches, cortes de carne a las brasas (también pescado, vegetales y pollo), tapas, cocktails y vinos. Su propuesta gastronómica tiene una mezcla de platos clásicos (no faltan las pastas, las milanesas, y las rabas) con algunas combinaciones gourmet (risotto con ricota y brócoli, o hamburguesa con alcaparras) y tapas muy tentadoras (

Trajeron una panera, platitos para el pan, y unos veinte minutos después un entremés para untar. Todavía no llegaban las servilletas, los cubiertos ni el aceite de oliva… pero llegaron.

Lo que pedimos:

Tardaron una media hora en traer las entradas aproximadamente. Valió la pena la espera, ambas eran deliciosas, sabrosas, y abundantes. De hecho, de esas que suelen ser peligrosas, porque uno se entusiasma y se las come todas, dejando el estómago con poco lugar para el resto de la cena.

Una de las entradas fue una focaccia con burrata, jamón crudo, tomatitos cherry confitados, y tapenade de olivas negras ($390*). Además tenía unos brotes que le daban un acertado toque fresco. No supe de qué eran los brotes, preguntamos pero no nos dijeron. y no pudimos identificarlo tampoco.

 

La otra entrada: langostinos al ajillo, papas rotas, cilantro y cebolla morada ($450*). Nos encantaron. El cilantro y la cebolla morada estaban presentes en pequeñas porciones, por lo que aportaban sabor pero no invadían. Los langostinos frescos, de aroma suave, y con las papas armonizaron de maravillas. Hubiéramos preferido que estuvieran sin cola, ya que resultó un poco engorroso sacárselas. Lo mismo ocurrió con los langostinos en los papardelles.

 

Uno de los principales, fue un plato gigante de papardelles de espinaca, langostinos y crema de limón (la cual era muy suave y no estaba integrada con la pasta, había que revolver). Venía con queso rallado, quizás hubiera sido más acertado en pequeñas escamas, pero este detalle es subjetivo y de mi gusto personal. Además muchos cuestionan si debemos colocar o no queso a las pastas… En este plato quedaba bien, y le hubiéramos agregado más. En cuanto a la presentación, de todos los platos, fue el menos cuidado. ($590*)



 
El otro plato principal que pedimos fue un abadejo, con tabule de quinoa (el clásico tabule es de arroz, pero estuvo muy bien esta reversión), manteca de hierbas y arvejas frescas. Fresco, exquisito, liviano y de sabores delicados y equilibrados. Quizás le faltó un poco de intensidad y complejidad. La vajilla, digna de Instagram. El pescado tenía la piel crocante, punto a favor. ($660*).



 

Los postres

Prometían mucho en la carta. Una buena descripción de ingredientes activa la imaginación generando a veces expectativas muy altas,  lo cual puede jugar en contra. 

 

Uno de los postres fue un “mini Napoleón”: hojaldre, crema pastelera de naranja, ganache de chocolate, y  frutillas (las cuales lamentablemente estaban desabridas, culpa de la naturaleza). Con la cuchara nos resultó dificultoso cortar el hojaldre. ($350¨)

 
El otro postre estaba compuesto por trozos de bananas acarameladas y en láminas crocantes, una salsa de chocolate, dulce de leche (poquito para una fanática) y helado de ananá. Este último componente no fue del todo armonioso con el resto. ($320*)



Pedimos solamente una copa de vino blanco ($190*), de Las Perdices, el cual trajeron en una mini botella para ir sirviendo en la copa en dos veces. Se calentó, entonces pedimos que lo enfriaran, y el camarero amablemente se lo llevó y lo trajo de vuelta cuando se lo recordamos para acompañar el plato principal.

Además, la carta de vinos es bastante completa, con etiquetas de $520* a más de $3.000*, y ofrecen servicio de descorche. 

 

Pulgar para arriba

  • Buena relación precio calidad en casi todos los platos que probamos

  • Buena vajilla y presentación en la mayoría de los platos que probamos

  • Cómo sirvieron el vino “por copa” y que lo enfriaran cuando lo pedimos

  • Servicio muy amable

  • Aceite de oliva de calidad

  • La vajilla de los principales llegó bien caliente (precalentada)

  • Todos los platos bien sazonados, en ningún caso tuvimos que agregar sal

  • Decoración con diseño

 

Lo que más nos gustó

Las entradas

 

Pulgar para abajo

  • No enviaron el certificado de reserva previamente

  • Servicio con demoras y distracciones: a destiempo cubiertos, servilletas, etc.

  • No nos cambiaron los cubiertos de la entrada para los principales.

  • Postres con precios altos en comparación con los otros platos


Lo que menos nos gustó

Los postres

 

Conclusión

Blur es un “todo terreno”, un formato que rara vez funciona, pero en este caso pareciera ser una excepción. Bien parado, ofrece diferentes productos para un amplio rango horario, “dándole el gusto” a un público con diversidad de preferencias. Buena relación precio - calidad, servicio muy amable, y ambiente cuidado. Su visibilidad, tránsito y practicidad para llegar lo favorecen. Y por su afluencia de clientes se está convirtiendo en una “vidriera” de los vecinos de de Chacras de Coria.

Datos de Blur

  • Dirección: Centro Comercial Álamo - Boedo y Acceso Sur - Luján de Cuyo - Mendoza
  • Chef: Leandro Bárzola
  • Días y horarios: todos los días de 9 a 23 hs
  • Opciones vegetarianas y para celíacos
  • Espacios: mesas en salón y pérgola al aire libre
  • Estacionamiento privado en el centro comercial
  • Forma de pago: efectivo y tarjetas
  • Comidas: desayunos, almuerzos, meriendas y cenas.
  • Take away y delivery
  • Happy Hour: martes a jueves de 19 a 21 hs
  • Kid friendly: menú infantil y sillas par aniños
  • Wine friendly: Vino por copa, descorche.
  • Ambiente climatizado
  • Facilidades para personas con discapacidad: baño y rampa de acceso.
  • Total consumido por 2 comensales $2.950*- Incluyó 2 entradas, 2 platos principales, 2 postres, 2 aguas, 1 copa de vino.

*Precios septiembre 2020

** Fotografías: Historias Instagram @aliciasistero

Los restaurantes, bares y demás negocios gastronómicos no pagan por aparecer en esta sección de Food Lovers. Esta CRÍTICA GASTRONÓMICA fue realizada por la periodista Alicia Sisteró, editora de Food Lovers, quien asistió al local sin presentarse como periodista, y pagó la cuenta.

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