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Por qué el 25% de los pasajeros tienen miedo a volar: esto dice la ciencia

Aunque la aviación es uno de los medios de transporte más seguros, el temor a subirse a un avión sigue siendo una realidad común en gran parte de la población, reflejando factores psicológicos, sociales y culturales.

El 25% de los pasajeros tiene miedo a volar.

El 25% de los pasajeros tiene miedo a volar.

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Viajar en avión es una práctica cotidiana para millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, no todos disfrutan de la experiencia con la misma tranquilidad. Para un sector considerable de la población, el simple hecho de pensar en un despegue o en una turbulencia despierta ansiedad y malestar.

El miedo a volar, conocido clínicamente como aerofobia, no distingue entre géneros, edades ni nacionalidades, y constituye una de las fobias más reportadas en la actualidad.

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El 25% de los pasajeros tiene miedo a volar

Los registros de asociaciones internacionales de aviación coinciden en señalar que, pese a los avances tecnológicos y los estrictos protocolos de seguridad, entre un 25 y un 40% de los pasajeros experimenta algún grado de temor al volar. En su manifestación más leve, puede traducirse en nerviosismo o incomodidad; en casos más graves, deriva en ataques de pánico, rechazo total a los viajes aéreos o la necesidad de acudir a tratamientos especializados.

Especialistas en psicología explican que el miedo se sostiene, en muchos casos, en la falta de control que perciben los pasajeros. Mientras que en un automóvil la persona puede decidir detenerse o intervenir ante una eventualidad, en un avión se deposita toda la confianza en el piloto y en la tripulación. Esa cesión de control, sumada a la altitud y al desconocimiento de los procedimientos técnicos, genera una sensación de vulnerabilidad.

Las temidas turbulencias

Las turbulencias representan otro de los factores más mencionados por los pasajeros temerosos. Aunque los expertos en aviación señalan que forman parte normal del vuelo y que los aviones están diseñados para soportarlas sin riesgo, la percepción subjetiva suele ser diferente. Los movimientos bruscos y los ruidos de la aeronave despiertan en muchos viajeros una respuesta física inmediata: aumento del ritmo cardíaco, sudoración, temblores o dificultad para respirar.

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En paralelo, la influencia de los medios de comunicación y del cine ha contribuido a reforzar la imagen del avión como escenario de riesgo. Noticias sobre accidentes, que si bien son excepcionales tienen amplia repercusión, o películas de catástrofe aérea marcan el imaginario colectivo y alimentan los temores. De esta manera, la estadística objetiva, que ubica a la aviación como el transporte más seguro en comparación con automóviles, trenes o barcos, se enfrenta a percepciones subjetivas profundamente arraigadas.

No obstante, también se observa un abordaje creciente para enfrentar este fenómeno. Muchas aerolíneas ofrecen programas especiales destinados a pasajeros con miedo a volar. Estos incluyen charlas informativas, simulaciones de vuelo y acompañamiento psicológico. La idea central es brindar información clara sobre los procesos de la aeronave, los sonidos habituales durante un viaje y los múltiples sistemas de seguridad redundantes que acompañan a cada operación.

En el ámbito clínico, psicólogos especializados trabajan con terapias de exposición progresiva y técnicas de relajación que permiten a los pacientes retomar la confianza. La terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, ayuda a identificar los pensamientos irracionales asociados al vuelo y a reemplazarlos por interpretaciones más ajustadas a la realidad. Paralelamente, algunos profesionales incorporan el uso de realidad virtual para simular la experiencia de abordar un avión, permitiendo al paciente ejercitar estrategias de manejo del miedo en un entorno controlado.

El impacto social de la aerofobia es significativo. Quienes la padecen ven limitadas sus posibilidades de movilidad, afectando tanto el turismo como las oportunidades laborales que requieren traslados frecuentes. Incluso, en contextos familiares, puede derivar en conflictos al momento de planificar vacaciones o visitas a seres queridos que residen en otros países.

Si bien el temor a volar persiste, los avances en la psicología aplicada, sumados a las iniciativas de las compañías aéreas, buscan generar entornos más seguros y amigables para los pasajeros que enfrentan esta dificultad. La aviación moderna continúa incorporando mejoras en sus estándares de seguridad, al tiempo que especialistas en salud mental trabajan en estrategias personalizadas para mitigar un miedo que, aunque común, no deja de tener un peso considerable en la vida de muchas personas.