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El secreto del amor eterno no son las flores: es el chisme compartido

Un estudio científico reveló que las parejas que chusmean juntas refuerzan la confianza, la complicidad y reportan mayores niveles de felicidad en la relación.

¿El chisme compartido es el secreto del amor eterno?

¿El chisme compartido es el secreto del amor eterno?

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Cuando se piensa en parejas felices, suelen venir a la mente escenas de cenas románticas o viajes de fin de semana. Sin embargo, un estudio reciente sugiere que la verdadera clave de una relación sólida y duradera podría encontrarse en un hábito cotidiano y muchas veces subestimado: el chisme.

El chisme como motor de conexión

Tradicionalmente considerado un comportamiento de mala educación, el chisme comienza a ser revalorizado desde la perspectiva científica. Investigadores de la Universidad de California en Riverside observaron que hablar a espaldas de terceros —ya sea en tono positivo, negativo o neutral— puede convertirse en un mecanismo de fortalecimiento emocional dentro de la pareja.

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El estudio, publicado en la revista Journal of Social and Personal Relationships, analizó las conversaciones diarias de 76 parejas, tanto heterosexuales como homosexuales. Los resultados evidenciaron que el tiempo promedio dedicado al chisme rondaba los 38 minutos al día, de los cuales 29 se compartían con la pareja.

Resultados llamativos

La investigación detectó que solo una de las parejas participantes no chusmeaba en absoluto. Además, se observó que las parejas formadas por mujeres eran las que más practicaban este hábito, y que las parejas del mismo sexo reportaban niveles más altos de felicidad que las heterosexuales.

Más allá de la frecuencia, los investigadores destacaron que el chisme funciona como una herramienta de conexión. Un comentario negativo tras una fiesta, por ejemplo, puede reforzar la complicidad al marcar distancia con los demás, mientras que uno positivo permite prolongar la experiencia compartida.

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Una herramienta para el bienestar

Los autores del estudio concluyeron que el chisme entre parejas no solo fortalece la confianza y la percepción de estar “en el mismo equipo”, sino que también actúa como un mecanismo de regulación social, favoreciendo la armonía y el bienestar en la relación.

En definitiva, más que las flores o los gestos grandilocuentes, la ciencia sugiere que lo que realmente alimenta el amor son los pequeños intercambios cotidianos, donde incluso el chisme puede convertirse en un puente hacia la felicidad compartida.