El pueblo bonaerense perfecto para un fin de semana distinto a pocas horas de CABA
Entre balnearios arbolados, ruinas históricas y tradiciones populares, este pueblo de la provincia de Buenos Aires invita a disfrutar de la calma, el paisaje y las huellas vivas de su pasado.
Salto, un pueblo del norte bonaerense donde la fe, la historia y la naturaleza conviven a orillas del río homónimo.
Instagram: @camping_saltoA poco más de dos horas de la Ciudad de Buenos Aires, Salto aparece como un remanso entre el campo y el río. Este pueblo del norte bonaerense combina historia, espiritualidad y naturaleza, en un entorno ideal para quienes buscan desconectarse sin alejarse demasiado.
Con su ritmo sereno y su aire de tradición, propone un recorrido donde cada rincón guarda un pedazo del pasado.
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Fundado a fines del siglo XVIII alrededor del Fuerte de San Antonio del Salto de los Arrecifes, el lugar creció impulsado por la agricultura, la industria y el comercio. Aún hoy, los vestigios de aquel tiempo se conservan en las Ruinas del Molino Quemado, considerado el primer molino hidráulico del país. Las paredes de ladrillo y piedra que resisten junto al río son una postal inconfundible: allí donde el agua cae con fuerza y forma el salto que dio nombre al pueblo.
Un pueblo enamorado de su río
Más allá de su patrimonio material, Salto es también tierra de fe. Cada año, miles de devotos llegan atraídos por la figura de Pancho Sierra, el “Gaucho Santo”, cuya historia se entreteje con la devoción popular. Su tumba se ha convertido en centro de peregrinación, y su legado trascendió las fronteras, con documentales de National Geographic y Discovery Science que exploraron su vida y milagros. En el centro urbano, una estatua y un espacio cultural mantienen viva su memoria.
La ciudad también guarda tesoros para los amantes de la música y las tradiciones. El Museo del Tango “Roberto Firpo” rinde homenaje al compositor local que llevó el dos por cuatro a escenarios internacionales. A pocos pasos, el Museo Rincón de Historia conserva documentos y objetos que narran la evolución del municipio desde sus primeros días.
Pero Salto no se comprende del todo sin su entorno natural. El Balneario Municipal, rodeado de eucaliptos, es el punto de encuentro de familias y viajeros que buscan descansar a la vera del río. Con áreas de picnic, senderos y vistas panorámicas, el lugar invita a disfrutar de las tardes cálidas del interior bonaerense.
En los alrededores, los caminos rurales conducen a parajes donde el tiempo parece haberse detenido. Cabalgatas, pesca y caminatas son parte del encanto cotidiano, junto con las antiguas estaciones ferroviarias que evocan épocas de esplendor.
Entre fe, historia y naturaleza, Salto se consolida como un destino que vale la pena descubrir. Un pueblo que, sin perder su esencia, logra mantener viva la calma de otro tiempo mientras abre sus puertas al visitante que busca reencontrarse con lo simple.


