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Así es el pueblo chileno que fue elegido entre los más lindos del mundo

Ralco recibió el reconocimiento de ONU Turismo por su modelo de turismo comunitario y el cuidado del patrimonio cultural de la comunidad Pehuenche.

ONU Turismo distinguió a este pueblo chileno por su fuerte identidad cultural y su modelo de turismo comunitario con base indígena.

ONU Turismo distinguió a este pueblo chileno por su fuerte identidad cultural y su modelo de turismo comunitario con base indígena.

ONU

En el sur de Chile, sobre la cordillera del Alto Biobío, hay un pueblo que no solo deslumbra por su entorno natural, sino también por su riqueza cultural. Se trata de Ralco, un enclave profundamente ligado a la historia y la vida cotidiana del pueblo Mapuche Pehuenche. En 2024, fue reconocido por ONU Turismo como uno de los pueblos más lindos del mundo dentro de la iniciativa Best Tourism Villages, que destaca localidades rurales comprometidas con la sostenibilidad, la identidad cultural y la inclusión.

Ralco concentra más del 70% de la infraestructura turística de la zona y es punto de partida para quienes desean adentrarse en la cultura pehuenche desde una perspectiva respetuosa y participativa. La localidad no solo abre sus puertas al visitante, sino que lo invita a ser parte de una experiencia compartida, donde cada encuentro está mediado por el conocimiento ancestral y una fuerte apuesta por el desarrollo comunitario.

RALCO
Ralco invita a descubrir la cultura Pewenche a través de productos artesanales, relatos ancestrales y experiencias compartidas con la comunidad.

Ralco invita a descubrir la cultura Pewenche a través de productos artesanales, relatos ancestrales y experiencias compartidas con la comunidad.

Turismo con raíz ancestral y economía circular

Uno de los espacios que mejor representa este modelo es la Tienda Ruka Pehuenche Kudaw, un centro artesanal y punto de información turística que reúne productos de más de 200 pequeños productores locales. Allí se puede acceder a tejidos, alimentos y objetos que expresan la cosmovisión pehuenche, con materiales del territorio y técnicas heredadas.

Lejos de ser un simple punto de venta, el espacio forma parte de una red de turismo gestionado por la misma comunidad, donde las decisiones se toman en conjunto y las ganancias se distribuyen de forma equitativa. La experiencia para el visitante va más allá del consumo: se trata de participar en un modo de vida, entender sus tiempos, su respeto por la tierra, y su forma de organización colectiva.

Un museo vivo y una historia que se comparte

El Museo Pehuenche de Ralco es otra parada imprescindible. No es un museo tradicional, sino un espacio vivo, curado por integrantes de la comunidad, donde se exhiben objetos cotidianos, rituales, herramientas de trabajo y elementos de la medicina tradicional. Cada pieza está acompañada por relatos que permiten comprender la espiritualidad, la gastronomía y las formas de convivencia de este pueblo originario.

Visitar Ralco es encontrarse con una forma de turismo distinta, donde la experiencia está mediada por el respeto, el diálogo y el aprendizaje mutuo. Aquí no hay turismo masivo ni fórmulas importadas: hay cultura viva, proyectos comunitarios y un paisaje que no se entiende sin las personas que lo habitan.