Cinco pueblos poco conocidos para descubrir en la Patagonia argentina

La Patagonia es sinónimo de inmensidad, paisajes extremos y silencio. Pero más allá de los destinos clásicos como Bariloche, El Chaltén o Ushuaia, existen pueblos escondidos que conservan la esencia más auténtica del sur argentino. En estos rincones, el turismo masivo todavía no llegó, y eso los convierte en refugios ideales para quienes buscan naturaleza, paz y contacto con lo local.
Te Podría Interesar
Muchos de estos lugares tienen menos de mil habitantes, caminos de ripio y servicios básicos. Pero lo que les falta en infraestructura lo compensan con encanto, hospitalidad y escenarios naturales impactantes. A continuación, cinco pueblos patagónicos poco conocidos que vale la pena visitar al menos una vez.
El Manso (Río Negro)
Este pequeño paraje se encuentra en el Valle del Manso, al sur de Bariloche, en una zona de bosques húmedos, ríos transparentes y chacras familiares. El río Manso atraviesa el valle con un curso serpenteante que lo convierte en uno de los mejores lugares de la región para hacer rafting y pesca con mosca. La ruta para llegar, de ripio y rodeada de montañas, es parte del encanto.
El Manso no es un pueblo tradicional con plaza y calles: está formado por viviendas dispersas y pequeños alojamientos de montaña. Hay opciones de hospedaje rústico y propuestas de turismo rural. Desde allí se puede acceder también a pasos fronterizos hacia Chile y recorrer senderos poco transitados dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi.
Los Antiguos
A orillas del lago Buenos Aires y muy cerca de la frontera con Chile, Los Antiguos es famoso entre los conocedores por su producción de cerezas y su clima inusualmente benigno para la zona. El entorno combina estepa, agua y cordillera, con vistas abiertas que regalan atardeceres inolvidables. A pesar de su belleza, sigue siendo un lugar calmo y sin grandes desarrollos turísticos.
Además de disfrutar del lago, desde Los Antiguos se puede recorrer la Ruta 41, una de las más escénicas del país, y visitar lugares como el Monte Zeballos o la Reserva Provincial Cueva de las Manos. Cada enero celebran la Fiesta Nacional de la Cereza, que reúne a productores y artesanos en un ambiente familiar y festivo.
Gualjaina
Gualjaina está ubicada a 90 km al este de Esquel, en un entorno de meseta, cañadones y formaciones rocosas. Es un pueblo de menos de mil habitantes, con calles anchas, aire seco y una vida tranquila. Muchos turistas pasan de largo sin saber que, muy cerca, se encuentra uno de los paisajes más impactantes de la Patagonia: el Área Natural Protegida Piedra Parada.
Este sitio es una meca para escaladores, con paredes de más de 100 metros, pero también puede recorrerse caminando sin necesidad de experiencia. En los alrededores hay cañadones, senderos y zonas de camping agreste. Desde Gualjaina también se pueden visitar sitios arqueológicos con pinturas rupestres y conocer más sobre las comunidades originarias del lugar.
Lago Posadas
Entre la estepa árida y la cordillera se esconde este pequeño pueblo que parece salido de una postal. El acceso no es fácil: hay que recorrer largos tramos de ripio desde Perito Moreno, pero la recompensa es un entorno natural único. El lago Posadas y el lago Pueyrredón están separados por un istmo angosto, con aguas de distintos colores que contrastan con las montañas nevadas.
El pueblo tiene muy poca infraestructura turística, lo que garantiza silencio y desconexión. Es ideal para hacer caminatas, sacar fotos y explorar zonas remotas como el cerro San Lorenzo o el arco de piedra natural que se alza sobre el lago. Aquí la vida es lenta, los paisajes son inmensos y el cielo siempre parece más grande.
Villa Traful
A pesar de estar dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi y cerca de destinos muy turísticos como Villa La Angostura, Villa Traful sigue siendo un rincón sereno y sin grandes multitudes. El pueblo está a orillas del lago Traful, con casas bajas de madera y calles de ripio que se pierden entre coihues. La naturaleza es la gran protagonista.
Uno de sus atractivos más curiosos es el bosque sumergido, donde árboles enteros se encuentran bajo el agua y pueden verse desde una embarcación o haciendo buceo. También hay senderos hacia miradores, cascadas y cerros que rodean el lago. Es un lugar perfecto para quienes buscan descanso, caminatas y aire puro sin renunciar a cierta comodidad.