Presenta:

El pueblo cordobes que huele a pino y que se recorre en bicicleta

Ongamira, escondido en el norte del Valle de Punilla, combina paisajes agrestes, historia indígena y un entorno perfecto para el turismo arqueológico y alternativo.
Bosques, senderos y cabañas: este pueblo es onírico. Foto: TripAdvisor
Bosques, senderos y cabañas: este pueblo es onírico. Foto: TripAdvisor

Cada vez más viajeros buscan alejarse de lo urbano para reconectar con la naturaleza, el aire limpio y el silencio del monte. En el corazón del Valle de Calamuchita, Villa Berna ofrece todo eso en estado puro. A solo 112 kilómetros de la ciudad de Córdoba, este pequeño pueblo serrano parece sacado de un cuento, con cabañas de madera dispersas entre montañas alfombradas, caminos de ripio y un entorno que cambia con cada estación.

Lo primero que impacta al llegar es la armonía del paisaje: bosques de robles, arces y abedules rodean a la villa, mientras iguanas, liebres y chuñas se cruzan por los senderos como si fueran parte del decorado. El aroma a pino y el sonido del agua corriendo completan una experiencia que se siente más que se observa.

Si Argentina tuviese realeza, este sería su lugar para vacacionar por su paz y belleza. Foto: TripAdvisor. 

En invierno, la nieve cubre las hojas de los árboles y en verano los ríos Del Medio y Los Reartes se vuelven refugio de quienes buscan un baño en aguas cristalinas.

El cicloturismo es la actividad estrella de este pueblo. Los caminos de ripio invitan a pedalear en todas las direcciones. Hacia Los Reartes, hay un recorrido de 18 kilómetros entre curvas suaves y vegetación densa. También se puede ir hasta Athos Pampa, a 13 kilómetros, donde el camino regala postales únicas del valle. Para quienes prefieren otros ritmos, las opciones van desde caminatas grupales hasta cabalgatas o travesías en 4×4.

Pocos conocen este rincón. Foto: Instagram/bernalinacordoba. 

Villa Berna también se suma al creciente turismo de bodegas. La Estancia Las Cañitas, una de las más reconocidas de la zona, ofrece degustaciones de vinos producidos allí mismo, almuerzos con productos de estación y hospedaje con todo incluido. Desde sus ventanas, la vista al paisaje serrano hace que el tiempo parezca detenerse.

La oferta de alojamiento en la villa es limitada, lo que la mantiene lejos de las multitudes. Se pueden encontrar cabañas equipadas para dos, tres o cuatro personas, muchas con desayuno casero y asador. El acceso, aunque requiere transitar caminos de ripio, es parte del encanto: el viaje se transforma en una antesala de la calma.

Villa Berna no tiene centro comercial, ni apuro, ni ruido. Solo tiene naturaleza viva, aire fresco y una sensación de paz difícil de encontrar. Ideal para quienes quieren moverse en bici, leer bajo los árboles o simplemente dejarse abrazar por la montaña.