Opinión

El final de los gurúes del vino

El hecho de centrar toda la atención en lo que establece un solo paladar parece llegar a su fin. La comunicación se ha transformado y el vino no escapa a esa lógica.

Federico Lancia
Federico Lancia sábado, 2 de abril de 2022 · 07:39 hs
El final de los gurúes del vino

Las últimas publicaciones de los mercados más importantes del vino ponen en evidencia que los jóvenes cada vez prestan menos atención en lo que dice una sola voz que todo lo sabe en materia de vinos. 

Un libro interesante es Wine Folly, que con un éxito absoluto se propuso llegar de manera simple a un público para nada interesado en opiniones unilaterales de una persona con carácter de “Dios” en el mundo del vino. 

Y le atribuimos ese valor, porque durante mucho tiempo así lo fue. Podemos nombrar varios: Jancis Robinson, Steve Tanzer, James Suckling y particularmente Robert Parker. ¿Por qué destaco este último? Porque fue tal la influencia sobre un tipo de consumidor que va desapareciendo, que hasta llegó a influenciar a los productores y logró una homogeneización en el estilo del vino, rompiendo valores culturales como el terruño y así la identidad de cada elaborador. 

Para decirlo sencillo, los vinos eran iguales, para que a Parker le gustaran y así vender en el mercado más importante del vino (Estados Unidos). Sin importar si era un Syrah de Australia, un Cabernet Sauvignon de Chile o Malbec de la Argentina. 

El karma existe

Frente a este accionar todopoderoso de algunos críticos, la reacción de gran parte de los nuevos consumidores está siendo justamente la inversa. Porque uno de los secretos para mantener ese poder absoluto es hablar “en difícil”, para que cierto tipo de gente que pueda comprender. Y si no entendés (que es la mayoría) saber que lo que está diciendo es importante, y que no te preocupes por entenderlo. Simplemente compralo. 

Robert Parker. Foto: Gentileza.

Lo cierto es que el consumidor actual no responde a ese mecanismo y prefiere revalidar todo. Para ser claro, no es lo mismo hablarle a una persona de 60 años que a uno de 20. Parece una obviedad. Si, pero a la comunicación del vino le cuesta ver obviedades. 

Vamos a los no. No en términos tediosos sobre el tecnicismo del vino. No simplificar una bebida compleja. No abrumar con contenidos aburridos y poco atractivos. 

Si vincularse con los nuevos consumidores y darles respuestas a sus inquietudes. Escuchando. Y esa es la clave. No respondiendo con cánones anteriores a sus preguntas. Escuchar, ver y saber qué es lo buscan.

Un modelo agotado

Ponerle puntos a un vino, al final es jerarquizar la bebida, dependiendo de la billetera del consumidor. Y son las ideas de una sola persona. Algo que pega en el centro de los nuevos consumidores. Para mal digo. 

No todos podemos catar los vinos que son elegidos por un paladar, ni tenemos al alcance la posibilidad de disfrutar de ellos. Y al final de cuenta es una decepción permanente. Voy a tomar este vino porque es para lo que me da. Los elegidos por los todopoderosos no están a mi altura. 

Y esta opinión te servirá o no. Y seguirás buscando en enólogos que hablen el nuevo lenguaje, y otros comunicadores que expresen sus ideas actuales, y sommeliers que escuchen más. De lo que sí estoy seguro, que esa será la lógica. Será la opinión de muchos para encontrar tu elección. 

A mi siempre me gusta más escuchar a hablar a dos personas sobre un vino, que leer puntajes. Que sobre ese vino me cuenten historias, que me lleve a momentos vividos, que me haga viajar y que me sorprenda en cada sorbo bebido.

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