Pymes: a pesar de ser generadoras de empleo y riqueza son destratadas
Desde el Movimiento Nacional Pyme se busca desde hace ya cuatro años la sanción de una ley para el sector, que pueda generar en el término de un año más de dos millones de puestos de trabajo.
Cansada y agobiada por los embates incesantes de un país que no se toma descanso para atrasar y dividir, ha cerrado sus puertas Talleres Belgrano, una pyme metalúrgica histórica radicada en Chivilcoy. Con sus 78 años a cuestas, ya no resistió. Atravesada por todos los gobiernos, sucumbió en medio de un nuevo capítulo de terror que atormenta al sector productivo del país. En sus páginas quedarán escritas la sumatoria de crisis superadas desde 1946, en una Argentina cuyos principales referentes políticos hasta la fecha han aportado cada uno lo suyo.
Más allá de los discursos vacíos de contenido, pero llenos de mezquindades e intereses personales, la dirigencia política de todos los tiempos, con honradas excepciones, ha arrastrado al país a la situación actual. Esto no es de uno u otro gobierno. Esto es de todos. De dictaduras militares, pero también de dictaduras pseudo democráticas. La casta no se rinde y desde mi lugar todos parecen casta. Nuestra querida industria nacional ha sido en estos 78 años protagonista involuntaria de la ausencia de políticas que fomenten verdaderamente el desarrollo productivo, sumado a la desidia, muchas veces teñida de corrupción.
Un Estado que ha sabido, a pesar de la infinidad de crisis económicas elucubradas a partir de decisiones políticas y que ha llevado a muchos de sus principales actores a la riqueza, seguir creciendo y sostener sus privilegios. Todo esto en desmedro de un sector productivo cada vez más esclavo del Estado, que no tiene fondo a la hora de exprimir nuestros bolsillos. Siendo ésta, otra “industria”, pero con letras minúsculas: la industria de la mala política, la industria del nepotismo, la “amigolatría” y el saqueo. La del sillón perpetuo.
Por otra parte, la industria nacional, cuyos protagonistas indiscutidos somos las pymes, la verdadera, la de los valores fundamentales de una sociedad: creatividad, esfuerzo, trabajo, sacrificio, perseverancia. La de las pymes, que generamos el 70% de todo el trabajo en el país y el 42% de la riqueza. La que representa el crecimiento y desarrollo de las economías regionales, la igualdad de oportunidades.
La que contribuye a una distribución más equitativa. La que deja cada peso en nuestro país. La que invierte y se arriesga. La que elige creer a pesar de los defraudadores seriales de siempre. La que no se rinde. Porque en cada rincón del país, en cada actividad comercial, hay una pyme. Hay “trabajadores dando trabajo”.
Quienes amamos ser pyme, con gran tristeza hoy despedimos a Talleres Belgrano. Una pyme de 78 años que ha sido capaz, hasta hoy, de superar todas las pruebas puestas por un Estado fagocitador: burocracia desmedida, presión fiscal exorbitante, un Estado acaparador de créditos que nunca han llegado al sector productivo. Un Estado sordo, ciego y mudo a la hora de hacer de la “escucha” a nuestras propuestas e inquietudes una política de Estado.
Despedimos a una pyme que ha corrido hasta hoy una carrera de vallas, superando crisis tras crisis. Por mencionar algunas: crisis económica del año 52, el Rodrigazo, Martínez de Hoz y su “tablita”, hiperinflación de Alfonsín, 2001, etc. Esta última cuenta con distintos actores cuyos nombres se erigen hoy como héroes nacionales y llevaron a la industria nacional al cierre. Todas ellas de “producción nacional”, alternando con otras de origen global: crisis financiera 2008/09, Covid-19, etc.
Pero como si no fuera poco, y en sus 78 años, toda una vida, ha sido víctima de una inflación acumulada desde el momento en que abrió sus puertas, de 1 trillón % (Fuente: Fundación Pensar Argentina). Sí, un uno con 18 ceros, un número tan grande que no entra en una calculadora convencional.
Es que la fórmula es simple: un Estado elefantiásico lleno de estructuras inútiles, acumuladas a través del tiempo, necesita fabricar dinero que no tiene ni sabe cómo generar para cubrir sus cuentas (déficit). Toma créditos que debieran estar destinados a producir, como quien toma uno para pagar su tarjeta. Créditos inútiles, al tiempo que sus ingresos caen y sus costos siguen en aumento. Emite porque nunca es suficiente, generando inflación, robándonos cada día poder adquisitivo.
Esto golpea de lleno los precios y la espiral no se detiene. La fórmula es simple: corrupción = inflación x pobreza. Es sometimiento de los argentinos y la esclavitud del sector productivo. Mayor presión tributaria para sostener el festín, desfinanciamiento, atraso. Todo esto golpea a la industria nacional. La de las pymes argentinas y cabe acá agregar: ¡Carajo!
Es tiempo de que escribamos en la historia una página nueva. Somos pymes. Somos el motor de la economía. Tomando una frase que no es mía y que marca un antes y un después en nuestra sociedad, a la luz de esta pyme argentina, caída por la impericia de quienes están ocupando los espacios de poder, digamos como sector productivo de la Nación: “Nunca Más”. Entendemos el ordenamiento de la macro, pedimos la promoción de la micro.
Solo ella salvará a nuestro destratado país de la pobreza y el desempleo.
* Gabriel Trujillo. Referente por Rio Negro. Movimiento Nacional Pyme.