Importación de alimentos: la amenaza que puede hacer quebrar a las empresas
Aunque pueden bajar algunos precios si se concreta la medida, en el mediano plazo podría crecer la desocupación si no se toman medidas complementarias. Las causas y consecuencias del anuncio.
En el apuro por hacer bajar la inflación en un mes en que la quita de subsidios impactará fuerte en las tarifas, el Gobierno nacional anunció que abrirá la importación de alimentos. El objetivo es que, con una mayor competencia en danza, tanto proveedores como industriales bajen los precios de los productos alimenticios. Aunque es probable que esto suceda en el corto plazo, tanto desde especialistas como desde diversos sectores empresarios advirtieron las dificultades de mediano y largo plazo que esta medida puede provocar, si no se toman otras complementarias.
La desaceleración del ritmo de la inflación producida en febrero ha sido un motivo para festejar, aunque buena parte de las razones de la caída se debió a la recesión y al derrumbe en el poder de compra de muchos argentinos. Así, el mes pasado hubo un relativo retraimiento en los precios de alimentos, así como una multiplicación de las promociones, lo que refleja dicha baja. Sin embargo, desde el Gobierno nacional observaron que los valores de venta al consumidor final siguen altos por lo que anunció la intervención con la apertura de las importaciones.
De este modo, ahora los importadores tendrán una baja impositiva en el Impuesto PAIS, aunque todavía no está claro si la medida será por 180 días o un cambio permanente. Se trata de un beneficio a este sector que se suma a la posibilidad de obtener a 30 días los dólares necesarios al tipo de cambio oficial. En este marco, el economista Daniel Garro de International Value Group, explicó que esta medida pondrá un techo a la suba de alimentos y que la baja en el impuesto PAIS colocaría en una situación cercana al que importa con el que vende en Argentina.
Sin embargo, hay una situación que no ha sido contemplada y es la principal amenaza que han denunciado diversas organizaciones empresarias de distintas ideologías o inclinaciones partidarias. Se trata de la diferencia entre el costo de producir y vender en Argentina versus el mismo valor en otro país que es mucho menor por diversos motivos. "El que produce un paquete de arroz en otro país y lo vende acá tiene costos operativos más bajos que el que produce el mismo paquete en Argentina y también lo vende en el país", ejemplificó Daniel Garro.
Competencia desigual
De este modo, el importador va a tener precios más bajos y, por tanto, va a poder vender más barato, más allá de la apertura o no de la economía, ya que las empresas nacionales y extranjeras parten de lugares diferentes. La carga impositiva de las compañías locales es lo que más impacta en esta desigualdad.
En palabras de Mauricio Badaloni, miembro de la mesa chica de la Unión Industrial Argentina (UIA), se trata del 50% de los costos totales. A través de un comunicado, la UIA destacó su preocupación por el anuncio de importar alimentos, por lo que consideran un trato desigual para la industria. "Mientras los productores nacionales deben pagar en cuatro cuotas mensuales y con impuesto PAIS los insumos necesarios para la fabricación, los importadores de bienes terminados estarán exentos de impuestos y tendrán acceso total a las divisas necesarias en un solo pago a 30 días", expresó la UIA.
Esta entidad, que agrupa a las principales industrias del país, agregó que el anuncio realizado por la Nación afecta seriamente la competitividad de las empresas que operan, producen y emplean en el país. En la misma línea, el economista Garro observó que la apertura de las importaciones producirá una competencia desleal por la diferencia de los llamados costos de producción exógenos, es decir, los que se deben afrontar sí o sí pero no dependen de la productividad de las empresas.
"Para que la competencia sea de igual a igual, el Gobierno debería bajar estos costos que son la parte impositiva, patronal, de impuestos al trabajo, etc.", subrayó el economista.
En este marco, agregó que el país también tiene costos más altos de capital que otros lugares del mundo, pero para que éstos bajen hay que tomar medidas promercado que no impactan de un día para otro. En la actualidad, la baja de precios, los costos altos y la recesión ya han comenzado a impactar en las empresas con mayor evidencia en las chicas, que poseen menor espalda.
Así, aunque podrían bajar los precios de los alimentos con la apertura de las importaciones, crece el riesgo ya latente de despidos y cierre de industrias. En cambio, cuando los costos operativos exógenos y de capital se equiparen, podría funcionar la competencia y las empresas argentinas hasta podrían tomar la decisión comercial de radicarse afuera o no.
Una medida riesgosa
Así, en palabras de Garro, un economista que se autodefine liberal, expresó que la apertura de importaciones va a bajar los precios, pero que sin una baja en los impuestos será un riesgo para las empresas que hoy no pueden competir con las extranjeras. "Al aumentar la competencia desleal puede aumentar el desempleo o podría darse el cierre de empresas", dijo el economista.
En esta línea, Rubén Palau, referente de la Asociación de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme), expresó que la apertura de importaciones tendrá un alto impacto en las industrias. De hecho, la situación actual ya ha hecho flaquear a empresas grandes y concentradas que observan cómo el consumo se cae a pedazos. "Y todavía no llegan todos los aumentos de las tarifas que hará subir los costos de producción todavía más", destacó Palau. Agregó que existe preocupación en el sector no solo por la medida en concreto sino por la recesión que ya ha mostrado cierres parciales, cambios de domicilio para no alquilar y una frágil situación para los empleados.
De este modo, la baja de los precios de los alimentos por la importación podría hacer tambalear a muchas empresas que, en primer lugar, piden competir en condiciones de paridad. Por otro lado, queda en el aire la pregunta sobre las elecciones de mediano y largo plazo, ya que con empresas que cierran o personas que no trabajan la crisis podría profundizarse con las consecuencias en precios y actividad. "No es un problema de mercado, sino de subsistencia", cerró Palau.