Reservas al rojo vivo

Como será la nueva etapa del swap con China y en qué se usarán los fondos

El Gobierno negocia una ampliación del swap que oscilar entre US$4000 y US$8000 millones. Pero mientras el Gobierno intenta fortalecer la posición de reservas del Banco Central, desde Beijing están dispuestos a poner los recursos, pero para financiar importaciones desde ese destino.

Carlos Burgueño
Carlos Burgueño martes, 30 de mayo de 2023 · 13:00 hs
Como será la nueva etapa del swap con China y en qué se usarán los fondos
El viaje del ministro de Economía a China busca incrementar el monto del swap, que hace 14 años el país tiene vigencia con el gigante asiático. Foto: Telam

Si bien no está el monto final que podría tener la ampliación del swap, Argentina negociará desde hoy ante el gobierno chino una ampliación del dinero pactado para esta operación en unos U$S4.000 millones de dólares de piso, los que podrían aumentar hasta los U$S8.000 millones.

Si se tomara como válido el primer monto, el país podría disponer de cierta liquidez por entre 800 y 1.000 millones de dólares mensuales, contabilizando desde junio hasta septiembre, dinero que podría utilizarse únicamente para financiar importaciones de ese mercado oriental, pero que liberarían divisas del Banco Central para otros fines.

La intención del equipo económico de Sergio Massa, que voló con el ministro hacia China para negociar la ampliación del swap, es repetir el esquema abierto desde diciembre del año pasado y que duró hasta abril, por el cual los yuanes disponibles fueron aplicaron en cinco tramos de U$S800 millones mensuales entre enero de 2023 y el mes pasado.

El ministro Sergio Massa busca que el viaje se corone con nuevos yuanes en las reservas del Central.

Un esquema que para las partes resultó de cierta previsión organizativa, ya que China se negó desde el primer momento a liberar el dinero para que sólo se sumen a las reservas. Esos fondos debían tener un perfil productivo. El Gobierno de ese país siempre dispuso, y Argentina aceptó, que la alternativa para activar el swap era la de aplicar los yuanes para financiar importaciones desde ese mercado, algo que se aplica desde el último mes del 2022.

A seis meses de comenzada la experiencia, las partes consideran ahora que el mecanismo resultó positivo y podría repetirse. Y en el caso de que este sea el acuerdo que se negociará en China, lo que resta negociar es si se tratará de la apertura de yuanes ya acordados originalmente en el acuerdo, que alcanza en estos tiempos los U$S18.000 millones, o si es dinero que se sumará a lo ya firmado. Lo cierto es que sería una segunda ronda de lo ya activado desde el año pasado.

Destinos de los fondos

En principio, pero no excluyente, los dólares provenientes del swap fueron y serán utilizados primordialmente para empresas que participan del mosaico de importaciones o exportaciones con el país asiático. Con un listado confeccionado por el Ministerio de Economía y el BCRA, con prioridad para las compañías locales y multinacionales que firmaron el acuerdo de Precios Justos.

También podrían disponer de esos dólares industrias como la automotriz, petroquímica y laboratorios, además de agroquímicos y fertilizantes para garantizar la campaña sojera. Obviamente, de empresas chinas.

La intención del Gobierno nacional es que la activación vaya siguiendo el ritmo de cobertura del déficit comercial entre Argentina y China, un desequilibrio que en 2022 alcanzó aproximadamente los US$8.000 millones, y que este año podría repetir o aumentar la cifra.

Yuanes para fortalecer las reservas del BCRA y financiar importaciones desde China.

Como el swap está nominado en dólares, pero representa yuanes, cada vez que se concrete una operación de compra y venta de importaciones o exportaciones de bienes y servicios entre los dos mercados, las reservas vinculadas al acuerdo con China se podrían contabilizar como convertibles y así ir ingresando dólares líquidos.

Igualmente, la habilitación de este instrumento también es polémica. Un swap es un mecanismo por el cual Argentina y China se comprometen a habilitar eventualmente el cambio de divisas, sin la intervención de terceras monedas, en este caso, el dólar.

El aporte de capital lo hace el Banco Central de China, bajo la certeza de que los yuanes originales serán eventualmente utilizados. Mientras tanto, hasta que se ejecute el cambio, quedan como libre disponibilidad del depositante: el BCRA.

La idea de China fue otorgar este dinero en cuotas, como garantía para el intercambio financiero entre los dos países, para la construcción de las grandes obras de infraestructura en el país, comprometidas con el país asiátic, fundamentalmente las represas Cepernic-Kirchner (ex Condor Cliff- La Barrancosa), un proyecto que en algún momento el gobierno de Mauricio Macri prometió clausurar, pero que, precisamente por la vigencia del swap decidió mantener.

Los antecedentes

El primer acuerdo de este tipo fue firmado en 2009, durante la presidencia de Martín Redrado en el BCRA, para reforzar los resguardos ante eventuales crisis internacionales y cuando las reservas alcanzaban el récord del 15% del PBI. En total, el acuerdo cerrado fue por unos US$10.200 millones a tres años, con la opción de extender el plazo.

Redrado lo negoció con su par chino, Zhou Xiaochuan, para acordar un intercambio de monedas que ambos países pudieran pedir el uno del otro y que luego deberían ser rebajados. Los permisos de operatoria para el BCRA eran amplios. Se podían convertir los yuanes en dólares en los mercados internacionales, o directamente utilizarlos para el intercambio bilateral.

O, en su defecto, mantenerlos como parte de las reservas nominadas en la moneda norteamericana. Sin embargo, con el tiempo, el instrumento comenzó a desdibujarse.

El gobernador Axel Kicillof, profundizó los alcances del swap con China cuando fue ministro de Economía durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. 

El segundo movimiento con China se activó en el tercer trimestre de 2014, durante la gestión de Axel Kicillof en Economía y de Juan Carlos Fábrega en el BCRA, por unos US$3.800 millones, transferidos en el último trimestre de ese año.

La novedad de esa operación fue que se justificó bajo el comienzo de las obras para el levantamiento de la represa santacruceña Cepernic-Kirchner, que la constructora china Gezhouba Group había ganado en una licitación internacional, en sociedad con la local cordobesa Electroingeniería, de Gerardo Ferreyra.

El acuerdo total fue por unos US$11.000 millones, en liquidaciones sucesivas, dependientes del avance de las obras. Durante el primer semestre de 2015 se concretó un nuevo desembolso por unos US$3.700 millones, completando hasta ese momento un total de US$6.500 millones.

El dinero proveniente de China había llegado en un momento justo para apoyar los últimos tramos del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuando la falta de dólares y el ostracismo en los mercados internacionales ya era preocupante. Las reservas rondaban los US$30.000 millones, y las posibilidades de la Argentina de recurrir a los mercados financieros internacionales a tasas razonables eran nulas.

El acuerdo de renovación del swap con China llegó en un momento ideal para poder sostener las reservas y hacer frente a eventuales corridas antes del final del gobierno kirchnerista. Para finales de 2014, unos US$3.000 millones del acuerdo ya se habían utilizado. De hecho, unos US$2.000 millones provenientes de este financiamiento, se utilizaron para cancelar el pago final del Boden 2015.

Llegó entonces el cambio de gobierno y la decisión de Mauricio Macri de revisar el contrato de Gezhouba para construir la represa aún llamada Cepernic- Kirchner. La primera y pública decisión del Gobierno fue la de congelar la obra, bajo sospechas de corrupción y de impacto ambiental negativo.

Intercambio de monedas, estrategia para apuntalar las reservas.

Sin embargo, hacia julio de 2016, desde Beijing le recordaron a Buenos Aires que parte del dinero para la obra ya había sido gastado (y no precisamente para avanzar con la represa), con lo que, de levantarse el proyecto, el dinero debía ser devuelto. Fue así que se “renegociaron” las condiciones del swap, la obra volvió a la vida con otro nombre (en adelante se llamaría Condor Cliff-La Barrancosa, los nombres originales), y el swap se reactivaría.

Se renovó el mecanismo por unos US$11.000 millones, con una vigencia de tres años más, con lo que las reservas en yuanes llegaron a unos US$8.000 millones.

Más adelante, en el tiempo volvió a negociarse, ya con Luis Caputo al frente del BCRA, con un nuevo desembolso sucesivo por unos US$10.000 millones, dinero que pasó a reforzar las reservas del BCRA.

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