Empleo

¿Trabajar menos, es posible? La jornada laboral reducida ya se debate en Argentina

El sindicalismo levanta esa bandera asegurando que generará empleo. Pero los patrones hablan de una irremediable reducción salarial y mayores cargas tributarias. El Gobierno se muestra diletante en un tema que marcará la campaña hacia 2023.

Ezequiel Chabay
Ezequiel Chabay viernes, 5 de noviembre de 2021 · 07:00 hs
¿Trabajar menos, es posible? La jornada laboral reducida ya se debate en Argentina
Foto: Unsplash.com

Así como sucediera con el debate del salario básico universal en los momentos más duros del confinamiento social dictado en 2020 para evitar la propagación del coronavirus, la campaña electoral de cara al 14 de noviembre dio lugar para instalar en la agenda pública debates incipientes, inmaduros, pero que pujan por ganar cancha. La reducción de la jornada laboral está cada vez más en boca de la clase dirigente argentina, y junto con reformas en la legislación del trabajo, marcarán el debate de las fuerzas políticas de aquí al 2023.

Ganar un día más de descanso y/o reducir la carga diaria de trabajo, dejando atrás para siempre la jornada de ocho horas que caracteriza a muchas actividades es un debate actual en un mundo en el que la tecnología ha reemplazado (y desplazado) la tarea humana en varias actividades. En el país, es una bandera que levantan la Izquierda, el sindicalismo y los sectores más progresistas del oficialismo, apoyándose en experiencias prematuras en España y otras zonas de Europa.

El  secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y militante del Frente de Todos, Hugo “Cachorro” Godoy, aseguró días atrás que “la única manera de generar empleo es que se reduzca la jornada laboral”. Lo hizo en el “Congreso Industrial del Consenso Nacional del Trabajo y la Producción”, donde sentenció que la rebaja de impuestos para crear puestos “no funcionó en ningún país del mundo”.

Hugo Cachorro Godoy, de ATE, es uno de tantos sindicalistas que buscan instalar el debate.

En tono similar, la Izquierda ha levantado la bandera de la reducción de la jornada laboral en la campaña hacia las elecciones legislativas. Sin explicar cómo, Manuela Castañeira basó su campaña en bajar la jornada laboral a seis horas y elevar el salario mínimo, vital y móvil a los $ 100.000. También la diputada kirchnerista Fernanda Vallejos –relegada de la posibilidad de renovar su banca, famosa por su enfrentamiento con el Presidente a partir de audios filtrados con insultos, incluso- ha sostenido que “la jornada reducida es futuro y es un camino para un desarrollo integral de las personas”.

Un tema de impacto global

La “semana valenciana de cuatro días” ha atraído la curiosidad de trabajadores extenuados, pero también de políticos e investigadores. El gobierno de esta comunidad autónoma en España financiará con más de US$11,5 millones a empresas que decidan, a partir de 2022, pasar a este esquema.

El subsidio valenciano irá al pago de ese día que los trabajadores cobrarán, pero no trabajarán, resaltó el portal El Independiente. La condición, recalcan, es que el salario no sufra modificaciones, pese a bajar la carga horaria un 20%.

También la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, propuso pasar a una jornada laboral de seis horas y cuatro días a la semana, con flexibilidad horaria, menor presentismo y un compromiso por mayor productividad.

Marin, en su momento la premier más joven del planeta, sostiene junto con otros promotores que la eficiencia aumentará si el empleado está más a gusto y descansado, y señalan que la productividad laboral no ha hecho más que aumentar en el último siglo, llevando a la par a reducir jornadas laborales que a fines del siglo XIX eran de 11, 12 o 14 horas diarias.

Claro que la Argentina está lejos de ser España o Finlandia. El académico español Daniel Toscani Giménez, especialista en Derecho del Trabajo de la Universidad de Valencia, dijo a MDZ que la reducción de jornadas de trabajo “solo es viable en empresas donde el trabajador debe alcanzar objetivos y se puede organizar para alcanzarlos sin necesidad de cumplir un número de horas determinadas a la oficina”. A su parecer, “la reducción de horas puede compensarse con mayores rendimientos”, porque, “de lo contrario, se tiene que hacer como se hizo aquí y en Francia: financiando con impuestos que se pagan a la empresa, por el día que no se trabaja”.

De acuerdo a un reporte publicado en Our World in Data, iniciativa perteneciente a la Universidad de Oxford, la jornada laboral se ha reducido dramáticamente en los últimos 150 años, pero los trabajadores de países pobres dedican más horas a labores que sus pares que viven en naciones ricas. Sin más, un reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) revela que los países de Europa Noroccidental son aquellos donde menos horas se dedican al año al trabajo: encabezan el ranking Dinamarca, Noruega, Alemania, Países Bajos, y Suecia.

Resistencia sin grieta

El tema aquí tratado vale interpretarlo a la luz del Teorema de Baglini. Este dirigente alfonsinista inmortalizó la premisa de que cuanto más lejos se está del poder, más irresponsables son los enunciados políticos; y cuanto más cerca, más sensatos se tornan. Dirigentes del oficialismo y de la oposición, con la responsabilidad o altas chances de gobernar y regular las relaciones laborales, rehúyen del debate.

El ministro de Trabajo, Claudio Moroni, esquivó hace poco el debate al decir en una entrevista radial que la jornada laboral reducida “es un tema razonable y no negamos la discusión”, aunque apuntó que “no hay una relación directa entre reducción de la jornada laboral y aumento del empleo”.

Más atrevido, quizás, fue Matías Kulfas. El ministro de Desarrollo Productivo –principal interlocutor de las cámaras empresarias- aseguró que “no es posible reducir la jornada laboral con igual salario”, ya que “las pymes no estarían en condiciones de aplicar esa medida”. La Unión Industrial Argentina (UIA), que preside el abogado laboralista Daniel Funes de Rioja, también avisó que “menos jornada laboral significaría menos salario”.

El diputado nacional Hugo Yasky cruzó entonces al ministro y aseguró que su espacio sindical continuaría dando el debate por la reducción de la jornada.

Por el lado de la oposición, con argumentos diferentes, se asume una postura similar. Una autoridad en materia laboral muy cercana a Horacio Rodríguez Larreta, rechazó el planteo por entender que “no resuelve la generación de puestos de trabajo, ni asegura mejores condiciones a los trabajadores actuales”. Lo hizo a condición de la reserva de nombre, notando que en Juntos por el Cambio “no hay todavía consenso” al respecto.

También, notó que “le estaríamos duplicando las cargas laborales al empleador, porque los proyectos que andan dando vuelta no ayudan a generar puestos de trabajo genuino”. Con algo de poesía, retrató: “En vez de agrandar la pizza, la estaríamos dividiendo en porciones más chiquitas, y la política tiene que trabajar para agrandar la masa”.

En lo que va del año se presentaron dos proyectos de ley para reducir la jornada laboral. Las iniciativas corresponden al senador Guillermo Snopek, de Jujuy, y los diputados Claudia Ormachea (Tucumán) y Carlos Cisneros (Buenos Aires), todos del Frente de Todos.

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