Resistencia, rebeldía y revolución: el lejano oeste, a la conquista del fútbol argentino
Sin las luces ni el aparato mediático de Córdoba, Santa Fe o Tucumán, Cuyo avanza a paso firme y se posiciona en el mapa del fútbol argentino.
Jorge Miadosqui, José Mansur, Claudio Tapia, Daniel Vila y Alejandro Chapini. Cuyo pisa fuerte en el fútbol argentino.
La histórica e inolvidable reinauguración del estadio Feliciano Gambarte no sólo dejó una huella imborrable en la historia de Godoy Cruz Antonio Tomba y de todo el fútbol argentino, sino que además retrató una imagen que bien podría ser el fiel reflejo de tres eslabones que se unen para dejar firme una sentencia inevitable: resistencia, rebeldía y revolución.
Después de haber marcado una presencia discontinua pero afirmada en los viejos torneos Nacionales de los ´60 y ´70, el fútbol cuyano se mantuvo alejado de las grandes luces durante la siguiente década y media. Hasta que Deportivo Maipú y San Martín de San Juan primero, y Godoy Cruz después, permitieron asomar un poco la cabeza para volver a aparecer en el mapa nacional. Fueron años difíciles pero que sentaron base. Construyeron los cimientos. Marcaron. Sembraron. Resistencia.
Te Podría Interesar
A mediados de la década del ´90, con los primeros clásicos entre tombinos y verdinegros, no sólo se reafirmó la estructura, sino que además se agregaron otros clubes como Independiente Rivadavia y Atlético San Martín de Mendoza, protagonistas de otrora pero que fueron conformando un esqueleto cada vez más sólido del fútbol cuyano. La región empezó a mostrar los dientes y demostró que esos quince años de letargo habían servido para tomar envión. Rebeldía.
Y con los ascensos consecutivos de Godoy Cruz y San Martín (SJ), sumado al protagonismo sostenido de la Lepra más la reaparición de Gimnasia, Maipú y Desamparados, el lejano oeste se empezó a animar y ya sobre 2010 comenzó a dar pasos agigantados hasta llegar a la actualidad. Pasos firmes, resistentes, seguros. Con bases en lo deportivo, pero también con solidez en lo económico, lo social y lo político. El momento de dar el zarpazo. Del gran salto. Revolución.
Hoy, con tres clubes en la Liga Profesional, dos en la Primera Nacional y otros tantos en el Federal A, con instituciones que se aferran al presente pero no olvidan su pasado, con un crecimiento notable de cantidad de socios, de goles y de ladrillos, el lejano oeste se pasea por el fútbol argentino con la convicción de un soldado que resistió, de un capitán que se rebeló, y de un general que logró la revolución.
Y por más que los flashes y la atención aún se posen en otros lugares no menos importantes, pero que evidentemente perdieron fichas en este juego constante de poder, el fútbol cuyano tocó la puerta, infló el pecho y se dirigió firme y elegantemente a sentarse en la mesa de los que empujan la maquinaria, de los que siempre miraron por sobre el hombro a un fútbol que parecía dormido, pero que despertó. Que se mostraba lejano, pero que llegó para quedarse. El del lejano oeste, que ahora va a la conquista del fútbol argentino