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De aquel nocaut fulminante a Jackie Nava a conquistar a un país: la vida de la Locomotora Oliveras, en un puño

Rebelde, combativa y luminosa, Locomotora Oliveras desafió al sistema, hizo historia en el boxeo mundial y se convirtió en un símbolo de lucha, superación y coraje que trasciende el deporte. Su legado perdurará más allá de los títulos y los rounds.

Alejandra Marina Oliveras y los cinturones alcanzados en su carrera como profesional.

Alejandra Marina Oliveras y los cinturones alcanzados en su carrera como profesional.

Cuando todas las miradas se posaban sobre la figura de Marcela Eliana Acuña, la licencia número uno del boxeo femenino de Argentina, desde el silencio comenzaba a gestarse una figura disruptiva, potente, casi desfachatada, y una antisistema para la historia de los puños nacionales. Alejandra Marina Oliveras, entre las sombras de la Tigresa, viajaba a México en busca de la epopeya ante una de las figuras protegidas del boxeo azteca como lo era, por aquel entonces, Jackie Navas, una de las reinas de la categoría supergallo a nivel mundial.

Fue en mayo de 2006, en el Palenque del Hipódromo de Agua Caliente, Tijuana, donde comenzó todo para la Locomotora Oliveras. Aquella noche, yendo totalmente de punto, la boxeadora nacida en Jujuy, pero radicada en Córdoba, cruzó un potente cross de izquierda a la mandíbula de "La princesa azteca" y la mandó a dormir en el octavo asalto, consumando, así, no solo un nocaut espectacular, sino que también el tercer reinado para las mujeres argentinas, uniéndose en el pedestal de la historia con la propia Marcela Acuña y la cordobesa Carolina "Chapita" Gutiérrez, quienes comenzaban a forjar las páginas más doradas del boxeo femenil nacional.

Nocaut de Alejandra Oliveras contra Jackie Nava

Arrodillada sobre la tarima y con los brazos en alto, tras el efusivo abrazo con Carlos Tello, su técnico de aquel entonces, la jujeña comenzaba a agradecerle a la vida por la obtención de su primer título del mundo: el supergallo del Consejo Mundial de Boxeo, ese que le abrió el camino, complejo de transitar, en un ambiente sumamente machista, algo de lo que ella misma había escapado años atrás luego de ser víctima de violencia de género por parte de su expareja, al que dejó, y por el cual empezó a boxear, luego de que golpeara a su hijo de 10 días y tras sufrir varias palizas, muchas de ellas cuando gestaba a su hijo.

Fanática de Mike Tyson, y boxeadora casi por obligación, ya que fue su medio para salir de la pobreza y la violencia, Alejandra Marina Oliveras rompió con los estereotipos del "pulcro" boxeo femenino del país, donde la reina era Marcela Acuña, quien ya se coqueteaba con las luces del Luna Park, y donde muchas buscaban ser las sucesoras para ese reinado que se transformaría en "eterno".

Tras dos años de negociaciones y para calmar la sed de los fanáticos y la presión del periodismo, el Negro Osvaldo Rivero (por aquel entonces al frente de OR Promotions) logró lo impensado: el 4 de diciembre de 2008 pudo poner sobre las tablas del Luna Park a las dos figuras centrales del boxeo de chicas de nuestro país. Marcela Acuña y Alejandra Oliveras tuvieron el esperado cara a cara en lo que, a priori, era la pelea "de la historia".

Las provocaciones de la Locomotora sobre Acuña estuvieron a la orden del día. Sabía que iba contra el sistema y de alguna manera tenía que romperlo. Conferencia de prensa picante; declaraciones explosivas en los medios y un bodie painting en negro con una corona dorada sobre el abdomen de la jujeña marcarían el pulso de la antesala del combate estelar de aquella noche ante la pionera.

Sobre el ring de Corrientes y Bouchard fue casi un monólogo de la Tigresa Acuña quien, casi sin salirse del libreto, pudo mantener a raya, con su clásico jab de izquierda, a Alejandra Oliveras quien, casi enceguecida, solo buscaba "arrancarle la cabeza" a la formoseña. Ese era, y fue, el plan de pelea. Sabía que solo podía ganar por nocaut aquella noche, aunque nunca pasó y terminó entregando su título del CMB tras el fallo unánime de los jueces en una pelea que era unificatoria de títulos ya que Acuña exponía el fajín mundial de la AMB.

Locomotora, fiel a su estilo, declaró que había sido robada sobre el ring y que quería revancha, más después de acusar un supuesto golpe antirreglamentario en la nuca cuando transitaban el quinto asalto.

Marcela Acuña vs Alejandra Oliveras

La pica quedó. Oliveras, que tuvo la honra de ser pupila de Amílcar Brusa, y Acuña se volvieron archienemigas, aunque nunca más se cruzaron sobre el entarimado. De hecho, tras la muerte, y luego de la reconciliación, la Tigresa dejó un sentido mensaje: "Yo la recordaría con la energía que tenía para con todo. Iba siempre al frente, buscaba influenciar para que todos pudieran vivir de la mejor manera, que pudieran disfrutar de la vida, vivir el momento. Cuánta razón tenía. Nos deja vacíos. Vamos a extrañar muchísimo sus frases motivacionales".

Y así, como la describió la propia Marcela Acuña, la Locomotora Oliveras empezó a desandar caminos paralelos: el del boxeo y el de la motivación. En el plano deportivo alcanzó otros títulos mundiales como el liviano de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) en 2011; el pluma de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) en 2012; el superligero del CMB en 2013; y el superpluma de la Comisión Mundial de Pugilismo (WPC) en 2017; logros que le permitieron entrar, y ser la única mujer en la historia, en el Libro Guinness de los Récords al ganar seis títulos del mundo en cuatro categorías diferentes.

Pasó por el Bailando por un sueño; dio charlas motivacionales; comenzó su carrera política y apoyó a Patricia Bullrich en la carrera presidencial y hasta se animó a vaticinar que Javier Milei iba a ser presidente. Y más allá de su postura política, Alejandra Oliveras tenía una militancia especial: lo hacía para ayudar a los que más lo necesitan, no solo con la palabra de aliento, sino también con acciones concretas. Por eso, más allá de lo deportivo, la Locomotora se transformó en una referente y, de ahora en más, en un ícono popular.

Sus frases motivacionales; su historia de superación para dejar atrás a la pobreza y la violencia; y su luz marcaron a un país que la llora y la llorará eternamente. En su despedida no hay ni habrán grietas, porque su mensaje llegó e intentó cambiar, así fuese por poquito tiempo, a un mundo hostil, tanto, o más, que los minutos que transcurren en cada round de pelea.

La Locomotora, que en su vida deportiva tuvo más de cincuenta combates amateurs y una hoja profesional de 33 victorias (16KO), 3 derrotas y dos empates, dejó de existir, tras luchar contra las secuelas de un ACV, a los 47 años, el tiempo suficiente para demostrar que cuando se quiere, se puede... y que la vida está para vivirla.