Entrevista con MDZ

Pablo Chacón: "Yo empecé a boxear porque quería ser como mi papá, nada más"

En una extensa y entretenida charla, el excampeón mundial de boxeo, Julio Pablo Chacón habló de todo. Pasado, presente y futuro; anécdotas e historias; y una frase que lo describe: "Si no hubiera sido tan vago e irresponsable no hubiese perdido el título mundial".

Juan Andrés Tuzzi
Juan Andrés Tuzzi domingo, 19 de febrero de 2023 · 16:32 hs
Pablo Chacón: "Yo empecé a boxear porque quería ser como mi papá, nada más"
Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

El boxeo es, sin dudas, uno de los deportes por excelencia en Mendoza. La provincia dio muchos campeones mundiales e incluso medallistas olímpicos. Y sólo dos lograron ambas consagraciones: Pascual Pérez y Julio Pablo Chacón, quienes, junto al gran Nicolino Locche, se aseguran un lugar en el podio de los mejores boxeadores de estas tierras.

"El Relámpago", como se lo conoció siempre al lasherino, pasó por MDZ on line y en una extensa y entretenida charla, habló absolutamente de todo. Sus inicios, su pasado, el presente, el futuro, el boxeo mendocino, e incluso los valores que lo llevaron a transformarse en el boxeador que fue y en el entrenador que es hoy, en este mano a mano. 

"Si no hubiera sido tan vago e irresponsable no hubiese perdido el título mundial", reconoció Pablo, quien en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96 se quedó con la medalla de bronce y en el año 2001 se consagró campeón mundial de los plumas de la OMB (Organización Mundial de Boxeo).

Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

¿Qué estás haciendo hoy? Con el gimnasio a full y tratando, me imagino, de encontrar algún Pablo Chacón...
Si, Dios quiera. Hay varios chicos, varios que se vienen postulando y vienen muy bien, haciendo una muy buena carrera: Kevin Muñoz, Juan Carrasco, que está pasando por un gran momento, Abraham Buonarrigo, Joel Mafauad, el nuevo campeón latino que ahora está en Bulgaria, en un torneo con la Selección argentina. La verdad es que tengo un equipito de chicos que andan muy bien, que vienen haciendo su carrera y los que vienen de más abajo, que muy contento por ellos, por el momento que está viviendo el gimnasio. Hay muchos chicos que vienen pidiendo pista, que tienen sueños y quieren llegar a lo más alto.

¿Cuando eras boxeador disfrutabas más los viajes y las peleas, o ahora, como entrenador que seguro vas con un poco menos de tensión, de ansiedad?
La verdad es que es medio raro, pero será por la experiencia de uno. Yo disfrutaba cuando era boxeador, mucho, me encantaba y me encanta hoy como entrenador y disfruto mucho. A veces se extraña también cuando uno estaba ahí, pero disfruto mucho. Soy un uno entrenador, tranquilo, pensante. Y como siempre digo, el objetivo del entrenador es generarle seguridad, tranquilidad al boxeador, porque un más allá de que es el entrenador y los prepara, el que resuelve arriba es el boxeador, uno está para acompañarlo, para aconsejarlo, para atenderlo. Gracias a Dios yo dejé de boxear y automáticamente me convertí en entrenador. Al año tuve mi primer campeón mundial, Juan Carlos Reveco y, a los cuatro años, el segundo campeón mundial, Jonathan Barros. Después vino una campeona mundial de Río Negro, Betiana Viñas.

Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

¿Te hubiese gustado tener un entrenador como Pablo Chacón?
Sí, por supuesto, supongo que sí. De todas maneras yo creo que soy un privilegiado de la vida y del deporte y de Dios por muchas situaciones, por mi momento, por lo vivido antes, porque nací, creo, en el momento justo, porque seguí a mi padre que era un boxeador amateur. Yo empecé a boxear porque yo quería ser boxeador como mi papá. No tenía ni idea, pero tuve la suerte de vivir en Las Heras y estar cerca del gimnasio con más historia del boxeo argentino, que era el Mocoroa Boxing Club de Paco Bermúdez, donde salió Nicolino Locche, Gustavo Ballas, Cirilo Gil, “Aconcagua” Ahumada, Carlos Aro y tantos otro boxeadores, como el Cholo González. Me mandó mi padre a un gran gimnasio en donde me formé y agarré la última etapa de muy buenos boxeadores como Ramón Balbino Soria, José Rufino Narváez, Osvaldo Corro, Pedro Villegas, José Mario López. Yo me formé con ellos. Después me fui a la Selección y tuve la suerte de estar con quien la llevó desde el 94 hasta el 96 a las olimpiadas que fue Sarbelio Fuentes, el cubano, que con él fui a la Olimpíada e hice una gran preparación. Carlos Tello, otro gran entrenador y amigo. Y después me hice profesional y trabajé cuatro años con Amilcar Brusa, el técnico de Monzón, y siempre desde un principio hasta el final, con mi entrenador Ricardo Bracamonte.

¿Qué recuerdos tenés de él, una persona importantísima en tu vida?
Si, más que importante. Fue un gran amigo mío, fue mi hacedor. Comencé mi carrera como boxeador y la terminé junto a él. Él ya no está, pero fue un gran maestro, muy querido por todo el mundo, porque era una gran persona. Fue importantísimo, porque cuando yo me inicié, varias veces por cuestión de necesidad, estuve por dejar y él siempre iba, se daba una vueltita, me llevaba ropa, me regalaba un par de zapatillas, me regaló una bicicleta, porque obviamente él veía condiciones en mí y veía talento y él apostó por eso.

¿Qué recordás de esa época, más allá de los nombres?
Veníamos de un barrio muy humilde, como el barrio Cooperativa La Amistad, de dos o tres casitas. Nosotros vivíamos en una piecita de adobe y una ramada. Mi padre era albañil, era changarín. Laburábamos en la carretela. Éramos humildes, muy pobres. Pero yo nunca pasé hambre. Siempre se trabajó, se vivió, no teníamos confort, no teníamos comodidades, no teníamos lujo, nada, pero yo era feliz. Siempre digo que yo siempre fui feliz. Yo laburaba hasta las 4 de la tarde, me acuerdo. Hasta los 17 años era ayudante de albañil, ayudante de plomero y laburaba de las ocho a las 16, llegaba a mi casa 16.30, agarraba el bolsito y me iba a entrenar. Me iba caminando hasta la calle Estrada, caminaba todos los días tres o cuatro kilómetros para ir a entrenar y tres o cuatro de vuelta, hasta que empecé a irme en colectivo, hasta que Bracamonte me regaló una bicicleta, pero siempre lo hacía con mucha pasión y en esos momentos no me fijaba si tenía, no tenía, si me faltaba o no faltaba. Para mí era normal y era la vida y había que laburar. Y boxeaba y entrenaba porque me encantaba.

¿Y tenías en mente llegar, te habías propuesto ser profesional o sólo disfrutabas de boxear?
Opción B. Yo empecé a boxear porque quería ser como mi papá, nada más. Lo hacía por pasión, no tenía idea. Siempre en mi carrera como que se fueron dando las cosas. No es que iba soñando con ser campeón olímpico, campeón mundial. No, no. En ese momento el espejo mío era mi padre. Y después, cuando empecé a tener noción, había varios boxeadores y el boxeador del momento, era Osvaldo Corro, y lo tomé como un referente. Desde un principio me hacían hacer exhibiciones cuando peleaba él, o Pedro Villegas, y yo hacía exhibiciones en las preliminares, y ya la gente me iba conociendo y se iban dando las cosas. Fue muy natural, sin tener sueños grandes. Yo iba a boxear nada más.

Por todo esto que me contás, uno supone que el boxeo significó para vos mucho más que un deporte en el que te fue muy bien...
El boxeo es mi escuela, mi escuela de vida. El boxeo me formó, el boxeo me dio mundo, me dio cultura, me enseñó a entender, a expresarme, a todo. Soy lo que soy gracias al boxeo. Fue mi primaria y secundaria, mi facultad. No sé si tanto facultad, pero mi primaria y secundaria seguro, porque por ahí he aprendido cosas por haberlas vivido, por viajar, por conocer distintas culturas, por conocer gente, por escuchar gentes. El boxeo es mi vida y soy un privilegiado del del deporte, del boxeo, de la vida, de Dios, porque puedo seguir viviendo del boxeo después del boxeo, como docente de esto y a través de mi gimnasio que me apasiona

¿Qué te pasa por la cabeza, o por el corazón, cuando ves la situación de Yésica Marcos, todo lo que se ha conocido en estos últimos años sobre ella después de la carrera que tuvo?
La verdad, me da mucha pena la situación que está viviendo. Dios quiera que mejore su situación y que la puedan ayudar. La verdad que es difícil. El año pasado ahí con un chico, con la gente de ahí del Círculo de Periodistas y queríamos hacer un evento para tratar de darle una mano. Pero después se metió otra gente, la quería hacer pelear, le hizo un contrato y nos hicimos a un costado con la gente que queríamos ayudarla porque porque consideramos que no era lo correcto y la querían hacer pelear cuando ella no estaba para pelear, necesita ayuda. Ella ya no puede boxear o ser deportista y si necesita ayuda y colaboración. Se equivocó muchas veces. Vendió todo acá y se fue a vivir a Chile y allá le fue muy mal y volvió con una mano atrás y otra adelante. Necesita ayuda, ayuda en lo material. No voy a decir en lo económico, porque ella necesita dónde vivir, una vivienda, un lugar, pero también necesita ayuda profesional para que encamine su vida, su carrera como entrenadora.

¿Este bajón de los últimos años del boxeo mendocino tiene que ver con todo lo que ha pasado con la Federación, la intervención y demás?
La Federación Mendocina ya está regulada. Falta presentar unos balance que se está encargando el nuevo presidente de la Federación, que es Sergio Carreño. Yo, como siempre, no tengo cargos ni nada, solo estoy colaborando, apoyando, tratando de dar una mano en lo que se puede. Le pedimos una mano al intendente de Las Heras, Daniel Orozco para hacer el Guantes de Oro este año que pasó y que nos diera una mano a la Federación Mendocina con los balances a presentar para terminar de regularizar todo. Se está trabajando en eso ya. Creo que en marzo termina la contadora que está encargada de que definitivamente quede regularizada. La Federación es pura y exclusivamente amateur para ayudar al boxeo amateur, que es la base de de todo deportista.

En esta parte de la entrevista, me quiero ir al Pablito Chacón boxeador y a recordar viejas épocas. ¿Qué extrañás?
Disfruté a pleno mi carrera como boxeador. Llegué a lo más alto a nivel amateur, a lo más alto del nivel profesional. Fui muy feliz, disfruté mucho. Disfruté muchísimo todo. Y hoy disfruto mi etapa como entrenador y. Y obviamente uno ya más maduro, tratando de no cometer errores. Te va formando. Pero no extraño nada. Tengo mi gimnasio pero no entreno, no hago nada. Sigo siendo el mismo haragán que era antes, que me costaba entrenar, que me tenían que tener cortito. No me gustó nunca hacer la parte física ni correr, eso no me gustaba. Lo hacía porque lo que tenía que hacer.

¿Algunas cosas de las que te hayas arrepentido, o que en su momento no hayas hecho para lograr algún objetivo más?
Fui muy irresponsable, no me cuidaba y debido a eso perdí el título mundial en Escocia y yo sino perdía el título mundial, estaba firmado el contrato, el precontrato para pelear a los cinco meses en marzo del 2003, con Marco Antonio Barrera en Las Vegas. Unificábamos los dos títulos. Me arrepiento de haber sido tan irresponsable. Podría haber hecho más. Si fui campeón mundial y no me mantuve en el tiempo por mi forma de ser, a lo mejor por irresponsable y no lo digo como una virtud. Sé que es una falencia que yo tenía. Era vago, irresponsable, me costaba entrenar y debido a eso, termino perdiendo un título mundial con alguien que en teoría no me podía ganar nunca. Estando bien era una pelea más preparatoria para llegar a esa gran pelea.

¿Qué recordás del bronce en Atlanta 96 y de todo lo que se generó en Mendoza en ese momento?
Cuando obtuve la medalla no tenía noción del ruido que había, que se había generado acá en Argentina. Fue tremendo, porque esa Olimpíada fue una catástrofe en resultados para la Argentina. Se lograron solamente tres medallas. Yo era el hombre más feliz del mundo con el tercer puesto. Yo era un chico de un barrio muy pobre, muy humilde y era el hombre más feliz del mundo por lograr una medalla. Para colmo, hacía 28 años que el boxeo no lograba una medalla. Fue toda una locura.

Después llegaron otras dos peleas que te marcaron mucho también, con Norwood en el Malvinas, y el título mundial en Hungría un año después...
Acá con Norwood fue una gran decepción personal porque tenía muchos sueños y quería llegar y no se logró. La verdad que perdí muy bien. Estuve un tiempito muy mal. 30.000 personas en el estadio siguiéndome, todo el país también, porque bueno, en ese momento yo era un gran referente y fue una gran decepción. Estuve un mes, dos meses parado y no quería saber más nada. Después, a los tres meses, vuelvo a pelear. Me entrené un mes y perdí en Corrientes con un santafesino y esos meses fueron tremendos, hasta que en marzo del año siguiente, del 2001, ganó el título latino al santafesino que me había ganado en Corrientes y ahí mi manager logra meterme entre los diez mejores del ranking mundial y justo Iván Kovac, que era campeón mundial hacía poco, iba a hacer su primera defensa y bueno, me eligieron a mí. Me mandaron con mi equipo, con mi técnico Ricardo Bracamonte, y mi preparador físico, a Panamá, 45 días al calor, a la humedad. Fue terrible, una preparación tremenda ahí y llegué en óptimas condiciones. Y logré consagrarme ante un boxeador que se las traía y que era muy nombrado en el mundo del boxeo. La apuesta estaba 30 a 0, 30 a 1 y en teoría era imposible que yo le ganara a él. Creo que me subestimó un poquito y yo llegué con mucha experiencia, con muchas ganas, con mucha hambre de gloria y una preparación tremenda. Allá era una locura lo que se vivía y fue tremendo y le tiré toda la presión encima al local y estaba con una fe tremenda.

¿Cerraste tu carrera de la manera que querías?
Mi última pelea fue el 2 de diciembre del 2005 en el Luna Park, donde gané el título Intercontinental. Ahí quede número uno del ranking mundial, campeón sudamericano y retador al título mundial. En ese momento el campeón era la Hiena Barrios de la categoría Súper Pluma, una más de la que había sido yo. Y bueno, eso fue en diciembre, en marzo se iba a hacer la licitación. El Negro Rivero, mi manager me había dicho que iba a ganar la licitación, lo iba a volver a traer al estadio mundialista en mayo. Y en febrero me hago el estudio de la vista y me descubren un desprendimiento de retina y me tuve que retirar obligado por una cuestión de salud.

Más allá de lo que opinemos nosotros, los periodistas o los fanáticos del boxeo, ¿vos considerás que estás en el podio de los mejores boxeadores de la historia de la provincia?
Tengo que estar porque fui campeón mundial y medallista olímpico. Debería estar por una cuestión de resultados. En Argentina hay solamente dos boxeadores que fueron medallistas olímpicos y campeones mundiales y los dos somos mendocinos: Pascual Pérez y yo. No hay otro boxeador en el país que haya logrado las dos cosas. No me considero que soy el mejor de la provincia. El mejor fue Nicolino Locche, por su boxeo, porque fue campeón mundial, por su estilo, porque el único en su estilo, el intocable, por su carisma. Y si hablas de resultados, Pascual Pérez, porque fue oro olímpico y fue campeón mundial.

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