Desidia total

Así dejaron morir a Diego Maradona, el tipo que más alegrías le dio a la Argentina

Este viernes se conoció el informe elaborado por la junta médica a pedido de los fiscales que investigan la muerte de Diego Maradona. Acá, un resumen del peritaje que muestra cómo dejaron agonizar y morir al tipo que más alegrías les dio a los argentinos.

Lucas Burgoa
Lucas Burgoa domingo, 2 de mayo de 2021 · 07:07 hs
Así dejaron morir a Diego Maradona, el tipo que más alegrías le dio a la Argentina
La última aparición pública del 10 fue el 30 de octubre pasado, cuando cumplió 60 años. Foto: Liga Profesional

Después de dos meses de estudio, el viernes se conoció el informe de la junta médica conformada para estudiar la labor de los profesionales de la salud que atendieron a Diego Maradona durante sus últimos días de vida y los detalles del mismo son tan aberrantes como indignantes.

La tarea de los peritos fue analizar el accionar del equipo integrado por el neurocirujano Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov, el psicólogo Carlos Díaz, los enfermeros Dahiana Gisela Madrid y Ricardo Omar Almirón, la médica Nancy Forlini y el coordinador de enfermeros Mariano Perroni a partir del 11 de noviembre de 2020, día en el que Maradona fue dado de alta de la Clínica Olivos tras ser operado de un hematoma subdural.

Lo primero que salta a la luz es que Maradona no se encontraba en pleno uso de sus facultades mentales en ese momento, cuando el equipo médico y su familia decidieron una "internación domiciliaria". De hecho, el documento destaca que su externación no tiene su firma. A partir de allí comienza una serie de irregularidades y negligencias que llevaron al desenlace fatal del 25 de noviembre.

Sus antecedentes

Desde el año 2000 Maradona fue tratado por una insuficiencia cardíaca detectada ese mismo año, mononucleosis, neumonía, enfermedades psiquiátricas, abuso de alcohol, hepatitis viral, hepatitis alcohólica, hígado graso, cirrosis hepática, síndrome de abstinencia, factores de riesgo diversos como tabaquismo, obesidad, sedentarismo, enfermedad renal crónica, deterioro neurológico crónico y adicción.

Según la junta médica, los profesionales que lo atendieron debieron interiorizarse y recopilar sus historias clínicas anteriores, así como disponer de controles y estudios acordes a su historial en forma periódica.

Sin embargo, no existe una historia clínica elaborada por el doctor Luque conforme a las exigencias y, aunque se realizaron estudios médicos indicados para sus patologías, no se profundizaron acorde a sus antecedentes ni a la gravedad de sus afecciones.

Leopoldo Luque.

Falta de estudios y medicación contraindicada

No hubo ningún tipo de estudios ni controles para evaluar su condición y evolución cardiológica entre el 1 de octubre de 2020 y el día de su muerte, pese a que debería haber tenido un seguimiento periódico, sobre todo por la medicación que tomaba por su alcoholismo y abstinencia.

Además, debió recibir medicación adecuada para su cuadro cardiológico en forma regular y nunca suspenderla, ya que sin ella la evolución de su cuadro, vinculado a la insuficiencia cardíaca y asociada a otros daños orgánicos, conducen a la progresión del mismo llevándolo a un edema pulmonar cardiogénico y finalmente, su muerte.

Los psicofármacos suministrados presentaban contraindicaciones con su consumo de alcohol, ya que los mismos potenciaban el efecto de las bebidas, y aseguraron que la conducta correcta en esos casos es la supresión inmediata del consumo de sustancias alcohólicas.

Los fármacos suministrados antes de su fallecimiento pudieron generar efectos adversos en su cuadro cardiológico. Aunque fueran adecuados para el tratamiento de su consumo problemático de sustancias, debieron garantizar un estricto control médico clínico y bioquímico.

La internación domiciliaria nunca fue tal

La junta médica determinó que el 11 de noviembre Maradona no estaba en condiciones de ser dado de alta. Su prepaga y la Clínica Olivos propusieron internarlo en un centro de rehabilitación para continuar con su tratamiento psiquiátrico y clínico de rehabilitación toxicológica. Sus médicos rechazaron la propuesta y propusieron atención médica domiciliaria, algo que la familia, a la que no se le informaron los riesgos y beneficios de esta modalidad, aceptó.

La internación domiciliaria nunca fue tal, ya que en dicha condición debió contar con enfermeros especializados en salud mental, acompañamiento terapéutico, nutricionista, médico clínico y equipo de salud mental con seguimientos diarios. Nada de eso sucedió.

Los días 17, 18, 19, 20, 24 y 25 de noviembre no hubo control de signos vitales por parte de la enfermera del turno de 7 a 19 ya que Maradona no quería que entrara, por lo que la medicación fue administrada por el sobrino.

La psiquiatra Agustina Cosachov acudió sólo cuatro veces, los días 12, 15, 18 y 25 de noviembre, evaluándolo en una sola oportunidad. La segunda vez que lo vio, ya estaba muerto.

Agustina Cosachov.

Sus facultades mentales

La internación domiciliaria ni siquiera debió ser una opción ante un paciente tan complejo debido a su alcoholismo, sumado a largos período de consumo de otras sustancias como cocaína y marihuana, por lo que no estaba en condiciones de tomar decisiones sobre su salud.

Maradona debió ser encuadrado bajo Capacidad Reducida del Código Civil como toxicómano habitual, sin embargo el equipo médico hizo caso a sus pedidos, entre los cuales rechazó a los acompañantes terapéuticos y a las enfermeras, no se controlaron sus signos vitales y las visitas de la psiquiatra y del psicólogo no se hicieron con la frecuencia debida.

Condiciones inadecuadas de la casa en la que murió

La casa en la que Maradona pasó sus últimos días no era adecuada en función de las normas y protocolos que exige la organización y funcionamiento de un servicio de internación domiciliaria.

La vivienda debió tener un baño acondicionado para un paciente con riesgo de caída por sus problemas de rodilla, cama acorde con protección y barandas, control y monitoreo permanente, desfibrilador y un fácil acceso para los servicios de emergencia o, en su defecto, una ambulancia en las cercanías. Ninguna de esas condiciones se cumplió.

Falta de controles

El día 12 de noviembre Maradona fue visto por un médico clínico, quien pidió una serie de estudios que nunca fueron realizados. Además, los controles de la psiquiatra no fueron suficientes, se debió convocar a especialistas en enfermedades cardiovasculares, hepáticas y renales y ser controlado por ellos y por un médico clínico. Nada de eso sucedió.

Maradona también necesitaba un plan nutricional. Se detectó el consumo de agua mineral alta en sodio, comidas con grasas y sal en exceso, todos factores que colaboraron para empeorar su cuadro.

Unos diez días antes de su muerte presentó un cuadro inusual de hinchazón, ronquidos, fatiga, cambios en su tono de voz, los cuales teniendo en cuenta sus antecedentes patológicos debieron generar una reacción por parte del cuerpo médico que lo estaba tratando.

Estos signos de alarma fueron informados al personal médico, que no hizo absolutamente nada pese a que la situación exigía un tratamiento adecuado con la medicación correcta y una nueva internación.

Los instantes finales

El accionar de las personas presentes el día de su muerte no fue acorde a los protocolos. Un médico debió realizar las tareas de reanimación inmediatamente. La única presente en ese momento era Agustina Cosachov, quien quedó paralizada. El doctor Campbell, un vecino del lugar que es cirujano plástico, se encargó de la reanimación hasta que llegó la ambulancia.

Además, se determinó que no se hizo un protocolo de diagnóstico terapéutico y de seguimiento exhaustivo. Sus médicos nunca registraron las causas de su descompensación, motivo por el cual no fue tratado ni controlado adecuadamente y no se detectó el evento final que le provocó la muerte.

La conducta de los médicos aumentaron el riesgo de muerte

El accionar del equipo médico fue insuficiente, a la vez que la obligación de vigilancia fue absolutamente nula. Los profesionales que acompañaron a Maradona en sus días finales fueron indiferentes u omitieron deliberadamente iniciar el protocolo de "paciente hostil", por el cual deberían haber dado participación a profesionales calificados y experimentados, dando un paso al costado y dejando el manejo del mismo en un equipo multi y transdisciplinario. No lo hicieron.

El deber de vigilancia consiste en hallarse atento y valorar las posibilidades de una complicación o una mala evolución y evaluar signos de alarma del paciente; mientras que el deber de cuidado es, frente a esos signos de alarma, actuar para anularlos o facilitar acciones que los anulen. No cumplieron con ninguno de los dos.

Mantuvieron una actitud indiferente, temeraria y riesgosa al extremo pese a haber sido advertidos de los síntomas de alarma que presentó Maradona.

Triste, solitario y final

Maradona, ese héroe sin capa que hizo feliz a un pueblo golpeado y acostumbrado a la tristeza, terminó abandonado y solo. Los estudios dictaminaron que falleció de una insuficiencia cardíaca congestiva luego de un período agónico prolongado de 12 horas.

Y nadie hizo nada por evitarlo.

El informe completo

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