El lado B de la promo de Wanda Nara y Marcelo Tinelli: apuestas, adicción y posible demanda colectiva
Wanda Nara y Marcelo Tinelli comparten una campaña que no se animan a contar completa: la promoción de apuestas online disfrazada de regalo.

Wanda Nara y Marcelo Tinelli promocionan un casino online fingiendo regalar dinero.
No es amor, pero están en algo. Wanda Nara y Marcelo Tinelli comparten una campaña que no se animan a contar completa: la promoción de apuestas online disfrazada de regalo. Usan sus redes para decir que te regalan plata. Te piden el alias. Te prometen $15.000 para que "juegues". Pero no te explican que esa plata va directo a una cuenta de casino online. No es dinero libre. Es el primer paso de una trampa.
Y esa omisión no es inocente. Es publicidad engañosa. Es falta de información. Y es, en muchos casos, el disparador de una adicción gravísima: la ludopatía.
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El anzuelo con rostro famoso
Lo que parece un gesto simpático —que un famoso te regale $15.000 para ayudarte a pasar el fin de semana— es en realidad una estrategia para captar tu alias, crear una base de datos y llevarte engañado a un casino online. No te explican que esa plata no se puede retirar, que no es un obsequio, y que lo que comienza como un juego puede transformarse en una adicción que devora tus ingresos, tus vínculos y tu estabilidad emocional.
“Mandame tu alias que te salvo el finde”. Esa es la frase que repiten influencers, conductores y celebridades con millones de seguidores. Lo que no dicen es que esa plata sólo sirve para apostar. No se puede retirar. Y si ganás algo, tenés que cumplir requisitos imposibles para cobrar.
Todo está diseñado para que entres, te quedes y te conviertas en un cliente adicto. Las recargas llegan por tarjeta, billetera virtual o débito automático. El algoritmo te empuja. La necesidad económica te aprieta. El juego se convierte en una rutina silenciosa. Y ellos, desde su privilegio, te aplauden desde arriba.
La ludopatía no es simplemente un vicio: es una enfermedad mental reconocida por la Organización Mundial de la Salud. Provoca pérdida de control de impulsos, alteraciones en la conducta, problemas familiares, aislamiento, depresión, endeudamiento extremo y, en casos graves, suicidio. Muchas veces, la persona afectada no es consciente de que está enferma hasta que ya ha perdido mucho más que dinero.
La combinación de accesibilidad 24/7, estímulos visuales adictivos y falta de regulación efectiva convierte a las plataformas de apuestas online en verdaderas trampas conductuales. Y si el ingreso a ese mundo es inducido con un mensaje engañoso, sin advertencia de riesgo, hay una responsabilidad concreta que no puede ignorarse.
Publicidad engañosa que causa daño
No hay ninguna regulación específica que permita este tipo de promociones disfrazadas como regalos inocentes. Pero no hace falta: ya son ilegales por violar normas vigentes.
La Ley 24.240 de Defensa del Consumidor exige, en su artículo 4°, que el proveedor brinde al consumidor en forma cierta, clara y detallada toda información sobre las características esenciales del bien o servicio que ofrece. El artículo 8°, además, prohíbe toda publicidad que contenga indicaciones falsas o que, por omisión, pueda inducir a error, engaño o confusión al consumidor respecto de las características o condiciones del producto o servicio. El artículo 19° establece que los productos y servicios deben ser seguros para el uso al que están destinados, y que cualquier daño derivado de su consumo o utilización genera responsabilidad directa del proveedor. Y el artículo 42 de la Constitución Nacional garantiza el derecho de los consumidores a una información adecuada y veraz, así como a condiciones de trato digno. Y prohíbe expresamente toda publicidad engañosa u omisiva, especialmente si puede inducir a un consumo riesgoso. Cuando un mensaje oculta que ese “regalo” en realidad es una puerta de entrada a un casino online, se está quebrando ese principio.
Ese ocultamiento no solo es ilegal. Es peligroso. Porque lo que se está escondiendo es una estructura de consumo que puede derivar en enfermedad, deuda y aislamiento. La falta de advertencia sobre los riesgos que genera la ludopatía, combinada con un mensaje confuso o manipulado, puede dar lugar a responsabilidad civil directa por los daños causados.
Bases de datos millonarias, adicción en masa
El objetivo es claro: captar alias, construir bases de datos con millones de potenciales apostadores, y segmentar promociones para maximizar el ingreso de nuevos jugadores. No se trata de 5 ganadores de Instagram. Se trata de una maquinaria de captación que genera daño, y que debería estar regulada con la misma seriedad que la publicidad de alcohol, tabaco o medicamentos.
Detrás del “regalo”, hay negocios. Pero también hay daño. Y ese daño tiene responsables.
Influencers responsables
La ley argentina ya establece que inducir a un consumo riesgoso sin advertencias suficientes puede generar responsabilidad civil. toda promoción que oculte riesgos o condiciones esenciales incumple la Ley 24.240 y habilita al consumidor a reclamar daños y perjuicios. En estos casos, cuando lo publicitado deriva en daño psicológico, endeudamiento o afectación familiar, la omisión es tan grave como el hecho. Esto no se limita a empresas: se extiende a quienes usan su influencia pública para generar impacto comercial.
Cuando un influencer con millones de seguidores promociona una plataforma que induce a una conducta adictiva sin advertir los riesgos, está ejerciendo un acto publicitario con impacto masivo. Y si ese acto se realiza con contraprestación económica, se consolida una relación comercial con deberes legales claros.
No es necesario que la figura pública haya deseado el daño: alcanza con que haya contribuido a causarlo. Esa es la base del principio de responsabilidad objetiva en las relaciones de consumo. Promover plataformas de juego sin condiciones claras, sin advertencias visibles y con mensajes ambiguos como “dinero gratis” constituye una infracción a la ley, y puede derivar en juicios por daños si se demuestra perjuicio.
Esto también alcanza a medios de comunicación, productoras y agencias que operan como intermediarias y que difunden mensajes que inducen a conductas peligrosas. La cadena de responsabilidades no se corta en quien firma el contrato: alcanza a todos los actores que participan en la difusión del engaño.
Y en este escenario, podrían no ser solo los consumidores quienes inicien demandas. Organizaciones de defensa del consumidor, organismos públicos de control o asociaciones civiles como Jugadores Anónimos podrían impulsar acciones judiciales colectivas contra quienes promocionan estas prácticas. Reclamar no solo la indemnización por daño individual, sino también daños punitivos y la restitución de los beneficios económicos obtenidos ilícitamente.
La magnitud de las bases de datos recolectadas, el carácter masivo del daño y la participación de figuras públicas con alta exposición podrían derivar en demandas multimillonarias si la Justicia determina que hubo omisión deliberada de información esencial.
¿Cómo protegerse o actuar si alguien cayó en la trampa?
Si un familiar o una persona cercana cayó en la trampa de estas plataformas, hay pasos concretos que podés seguir:
- Buscá ayuda profesional inmediata: la ludopatía es una enfermedad que requiere asistencia psicológica especializada.
- Documentá todo: capturas de pantalla, mensajes, registros de pagos o recargas. Toda prueba es útil.
- Presentá un reclamo en Defensa del Consumidor: muchas provincias ya lo permiten de forma online.
- Iniciá una demanda civil por daños, especialmente si hubo impacto económico, emocional o pérdida de vínculos.
- Consultá con organizaciones civiles que trabajan el tema del juego compulsivo. Hay grupos de apoyo y asesoría legal gratuita.
Nadie debería cargar con la culpa de haber sido manipulado por un sistema diseñado para explotar debilidades. La responsabilidad no está en el que cayó, sino en el que tendió la trampa.