Neuralink: 18 meses después del primer implante cerebral, el paciente cuenta su historia
El primer paciente con un chip cerebral de Neuralink relata cómo cambió su vida tras recibir el implante.

El primer paciente con un chip cerebral de Neuralink comparte cómo transformó su vida tras 18 meses de uso.
ShutterstockHace un año y medio, un joven con parálisis hizo historia al convertirse en el primer paciente de Neuralink, el implante cerebral desarrollado por la empresa de Elon Musk. Hoy, usa el dispositivo para estudiar, jugar y manejar dispositivos del hogar con la mente. Su testimonio ofrece un vistazo a lo que podría ser el futuro de la relación entre cerebro y tecnología.
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El chip Neuralink que transformó su vida
Noland Arbaugh tenía 29 años cuando recibió el implante de interfaz cerebro-computadora, un dispositivo diseñado para convertir señales neuronales en comandos digitales. Tras un accidente en 2016, había quedado paralizado de los hombros hacia abajo y dependía de otros para casi todas sus actividades.
El procedimiento, realizado en el Barrow Neurological Institute, insertó miles de hilos ultrafinos en la corteza motora. Desde entonces, Arbaugh controla una computadora y dispositivos inteligentes sin mover un músculo. “Es como volver a tener una oportunidad”, contó al presentar públicamente su experiencia.
Nuevos horizontes personales y profesionales
Antes del implante, su rutina era lenta y silenciosa. Ahora dedica hasta diez horas al día a estudiar neurociencia, el área que lo inspiró a seguir adelante. También se ha convertido en conferencista, compartiendo su historia con audiencias en distintos países.
El camino no estuvo libre de dificultades: atención mediática, presiones psicológicas e incluso un episodio de acoso digital. Aun así, Arbaugh afirma que vale la pena: “El chip me dio libertad”.
Neuralink, fundada por Elon Musk, tiene metas más amplias: desde ayudar a personas con parálisis a mover prótesis, hasta desarrollar formas avanzadas de comunicación entre humanos y máquinas. Persisten retos técnicos, como la autonomía de batería o la precisión de señales, pero el caso de Arbaugh confirma el potencial de esta tecnología emergente.