Tres casos de suicidio ponen el foco sobre la salud mental de los policías
Tres efectivos se quitaron la vida recientemente. La respuesta del Ministerio y una mirada profesional sobre el abordaje.

Tres policías se quitaron la vida recientemente.
Rodrigo D'Angelo / MDZLa Policía de Mendoza y la comunidad en general lamenta un flagelo que tiene impacto resonante en las últimas semanas a partir de la sumatoria de casos de suicidios por parte de efectivos de la fuerza. Muchos de los cuales son ejecutados con el arma reglamentaria.
Se suscitan desde hace tiempo. El primero de ellos ocurrió en San Carlos el 10 de diciembre. El hombre era auxiliar y prestaba servicio en la Comisaría 18, la misma que tuvo que intervenir. Se quitó la vida con el arma reglamentaria.
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En las últimas semanas se produjeron dos casos muy cercanos entre sí, que enlutaron a la comunidad policial. En junio perdió la vida un oficial ayudante que prestaba servicio en la comisaría 45 de Dorrego, también usando el arma. El efectivo había solicitado una licencia por la cual le retuvieron el arma, pero se había reincorporado a la fuerza.
Hace apenas días ocurrió el tercer caso. Una joven auxiliar ayudante de apenas 25 años que había ingresado a la Policía en 2021 también se quitó la vida con el arma reglamentaria. Prestaba servicio en la Unidad Especial de Patrullaje de San Martín.
Abordaje ministerial
La titular del Ministerio de Seguridad, Mercedes Rus, fue consultada sobre esos casos más recientes en MDZ Radio y a pesar de que evitó puntualizar teniendo en cuenta la complejidad de la situación, sí reconoció la solicitud de las licencias. “En el caso del policía hombre, él había presentado licencias pero ninguna en materia de salud mental. En el caso de la joven policía, ella sí había tenido un par de licencias psicológicas, pero también los aptos médicos. Son casos distintos, pero por supuesto que hay asistencia al policía, además de los servicios psicológicos de la obra social”, señaló.
En ese sentido, advirtió que para la Policía, el psicofísico es “fundamental”. “Nosotros no relajamos los criterios. Cuando llegué al ministerio ya era parte del IUSP, porque fui docente mucho tiempo allí. Y tenemos claro que de la gran cantidad de filtros, solo los pasan entre el 15% y el 17%. Cuando analizamos cuál es el filtro más grande, no es la edad, ni el peso, ni la parte física, ni lo teórico; sino el filtro de salud psicológica y mental”.
Sin embargo, la situación que se pone sobre la mira ya en el ejercicio de la actividad es la capacidad de darle seguimiento a los casos críticos. “Una vez que ya es policía, por supuesto tiene Asistencia al Policía y Sanidad Policial, que busca también controla las licencias psicológicas que presenta esta persona y los correspondientes aptos”, agregó Rus.
El seguimiento como factor crucial para la prevención
Experiencia en tratamiento de este flagelo tiene Pedro Piemontesi. Es psicólogo clínico, suicidólogo y miembro de la Red Iberamericana de Suicidología. En Mendoza formó parte de una gestión del Ministerio, en 2008, para ofrecer una atención psicológica a las personas que mediante la línea de emergencias 911 llamaban para advertir que tenían intenciones de quitarse la vida. Capacitó a policías y ofreció asesoría. El proyecto, conocido como Servicio de Asistencia Telefónica en Crisis (Satec), fue implementado. Hoy, analiza el flagelo.
“El fenómeno del suicidio es la consecuencia de una interacción de situaciones de distintas índoles, que tienen una complejidad muy grande. Pero eso se presenta en distintos niveles y de una manera en la que uno no puede decir que es previsible, como otros fenómenos de la sociedad”, advirtió.
Inmediatamente se preguntó sobre si la exposición a violencia constante y el desgaste de la presión a la que son sometidos los policías en su ejercicio pueden ser un condicionante que genere mayor propensión al suicidio, lo cual descartó.
“Es muy complejo porque el suicidio como consecuencia no se produce inmediatamente luego de la interacción con las distintas causas. Es un proceso que comienza con una etapa de consideración, luego de ambivalencia y finalmente de decisión. El suicidio no es algo que ocurre por un desencadenante reciente, sino que la mente humana es muy compleja y en muchos casos el proceso ha comenzado meses o años antes. Algunos de esos factores predisponentes no se ven. Como la exposición a la violencia. Las personas que están expuestas a la violencia ejercen violencia. Pero uno no puede evaluar tan fácilmente cómo esa exposición repercute sobre ellos”, sentenció.
Sobre el filtro como elemento preventivo, el profesional aseguró que si bien es una “obligación”, también advirtió sobre la necesidad de darle un seguimiento. Para ello, "se requiere compromiso y capacitación".
“Reconocemos que distintos sectores deben capacitarse para esto. No es una cuestión solo del psicólogo o del psiquiatra. Porque puede ocurrir en la escuela, en el trabajo. Es algo que convoca a distintas disciplinas, porque sobre el suicidio existen no solamente criterios profesionales sino también prejuicios sociales, los cuales tenemos que erradicar”, sentenció.
La Organización de la Salud y el Instituto Internacional de Prevención del Suicidio estiman que por cada suicidio que se produce quedan entre 40 y 50 personas afectadas. Es trabajo también atender el entorno de cada efectivo policial que se quitó la vida para preservar también la salud de la fuerza. Para eso, Piamontesi sugiere que las instituciones deben humanizarse.
“Hoy creemos que las personas tienen que resolver sus problemas con una aplicación, pero eso nos aísla más. Si una persona en un trabajo tiene que recibir su certificado médico por Internet a distancia, te quita la posibilidad de que esta persona sea contenida”, argumentó para cerrar.
El 28 de agosto se llevará adelante el primer Congreso Iberoamericano de Suicidología y Argentina estará representada por Piamontesi y Alejandra Rossi, de Córdoba. Allí se trataran temas como este, en la antesala del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que se conmemora el 10 de septiembre.