Sonido de esperanza, una película sobre adopción y familia
Sonido de Esperanza, una película que cuenta la historia de una comunidad que se enfrenta a la indiferencia y abrazar a los niños más olvidados con la adopción.

En la adopción hay grupos de padres que se encuentran periódicamente.
Gentileza.Hoy les quería contar sobre una película que vi el fin de semana en Netflix, “Sonido de Esperanza”. Está muy bien ambientada y relata un caso real ocurrido en Estados Unidos en la década de los noventa. La temática es la adopción y me gustó mucho porque trata el tema desde un lugar de muchísima esperanza. Se las recomiendo.
La historia cuenta que increíblemente en un rincón de Estados Unidos, allá por los noventa, todo un pueblo motivado por su pastor se compromete con la realidad de lo que hoy se conoce como minoridad en riesgo. Niños sin hogar o viviendo en ellos situaciones de extrema violencia y mal trato. Niños que habiendo perdido los cuidados parentales se encuentran bajo el régimen de protección que brinda el estado. Además de ser una linda película trata con realismo el tema de la adopción en un contexto comunitario extraordinario. Y, lo más impresionante, es que haya sucedido realmente.
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En primer lugar, se ve cómo la motivación principal de los adoptantes no es el deseo de ser madre o padre sino el deseo de brindar una familia a un niño que la necesita, el deseo fundante no es saciar una necesidad personal sino el de devolverle a un niño en riesgo la posibilidad de tener una familia que lo ame, que lo respete, que lo haga hijo.
La película tampoco romantiza la adopción
Muestra claramente las dificultades de adaptación de todos los miembros de la familia, las consecuencias que deja el trauma y su impacto en todo el núcleo familiar. Se ve la frustración de los padres adoptivos, el cansancio, la lucha, las equivocaciones, los temores e inseguridades, la incomprensión y también las fantasías de exclusión. En síntesis, deja en claro que el deseo de amar no es suficiente para adoptar. Para adoptar hay que capacitarse para el amor. Hay que ser capaz de alojar aún en los momentos más difíciles cuando toda la frustración y todo el enojo y dolor de nuestro hijo se vuelve contra nosotros… porque elegimos ser madres y padres adoptivos, porque elegimos ponernos real y simbólicamente en el lugar de aquel que no quiso o no pudo.
La película pone sobre la mesa el tema de la adopción de niños grandes
Muestra cómo éstos llegan a sus nuevas familias con una pesadísima mochila de dolor y frustración. Insertarse en la nueva vida, conocer, aceptar y asumir los nuevos vínculos, poder empezar a construir la propia identidad, resignificar lo sufrido, enfrentar los miedos, aprender confiar y a dejarse amar, empezar a sentirse parte de un grupo que no siente aún como propio.
Está muy bien lograda la película, pero lo que más me gustó es el sentido de comunidad. Hay un momento en el que las familias a punto de quebrarse deciden empezar a apoyarse entre sí, dejar de vivir la dificultad en soledad para compartirla y entre todos alivianar el peso de la carga. Automáticamente, cuando surge la red, la desesperanza se vuelve esperanza. Qué importante es en los primeros años de este camino desafiante contar con una red que no sólo será contención sino también ayuda. En este pueblo, varias familias parecían estar a punto de derrumbarse, fue ahí cuando la unión los salva. Animarse a pedir ayuda, compartir las dificultades con humildad y honestidad, trajo alivio y ayuda a toda la comunidad.
Por eso les digo, queridos padres adoptivos, busquen esa red, una red que a veces se encuentra dentro de la familia ampliada y otras veces, no. Son esos vínculos de amor incondicional que por momentos sostienen con nosotros y otras veces toman la posta y se hacen cargo por un rato. Esos vínculos en donde podemos desahogar todas nuestras dudas y todos nuestros miedos. Esos vínculos que son también para nuestros hijos un poco madres, un poco padres, madrinas, padrinos, tíos o tías. Otras voces que muchas veces nuestros hijos pueden escuchar con mayor aceptación y apertura.
En la adopción hay grupos de padres que se encuentran periódicamente
También es importante compartir con quienes transitan el mismo camino. Poder compartir con otros a quienes les pasan las mismas cosas que a mí, que sienten lo que a mí a veces me da vergüenza reconocer, que tienen los miedos y las dudas que nunca pensé que tendría, cuyas fantasías son tan disparatadas como las mías. Sentir que no estoy solo, que lo que me pasa les pasa también a otros padres adoptivos.
Anímense a buscar esos espacios si no los tienen y verán que al final del día sonreirán al pensar que “a pesar de todo, venimos bien”.
* Cristina Ma. Goldaracena. Madre Adoptiva. Counselor en adopción y acompañamiento familiar.