La otra cara de la tormenta: ¿a dónde va la gente en situación de calle?
El paso de la tormenta por la Ciudad de Buenos Aires revela una realidad oculta que está a la vista de todos.
La Ciudad de Buenos Aires atraviesa días marcados por la gran tormenta que altera la vida de todos los vecinos, pero afecta principalmente a aquellos que viven en situación de calle. Con la gran cantidad de agua y las bajas temperaturas durante la noche, la falta de acceso a alimentos, abrigo y techo se multiplica, más aún cuando los servicios de asistencia se ven desbordados frente a la profunda crisis económica y crecimiento de la pobreza que atraviesa el país.
Las personas en situación de calle, lamentablemente, se han vuelto parte del paisaje cotidiano de la Ciudad de Buenos Aires y las grandes urbes de la Argentina, gracias a una crisis económica que genera cada día más pobreza y más "caídos del sistema". Estas personas, muchas veces, encuentran su único cobijo en la calle, ya que con el aumento de esta condición, los paradores no dan abasto.
Bajo marquesinas, en el umbral de edificios o en algunos cajeros automáticos, se repite la triste escena de una o dos personas durmiendo, aunque en algunos casos es una familia entera la que está en situación de calle. Ante ese panorama, nadie puede imaginar algo peor que una serie de lluvias copiosas que alcanzan cifras récord y superan la capacidad de la infraestructura de las ciudades, empujando a esta gente a encontrar una solución con las carentes herramientas que cuentan.
Con ese condicionamiento que refiere la falta de un techo, inimaginable para la generalidad de la población, en la Ciudad de Buenos Aires se concreta la escena dramática y a simple vista se puede tomar conciencia de como afecta este fenómeno a miles de vecinos porteños. Esta ocasión la toma conciencia se da simplemente en las estaciones de subte, lugar que muchos eligieron para pasar estas noches, dejando de ser imágenes aisladas de algunas calles para aglutinarse en un solo escenario.
Aunque el fenómeno climático parece apaciguarse de cara al fin de semana, la realidad es que la vida de estas personas en situación de calle no parece presentar cambios para un futuro inmediato. Ahí es donde la lluvia, además de molestar, presenta una realidad que el Estado, en cualquiera de sus órdenes, debe solucionar con su injerencia directa o indirecta.

Para tomar medida de lo que significa la población de personas en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires, las jornadas de lluvia ayudan a tener información en los paradores del Gobierno porteño. Desde uno de ellos, personal que trabaja diariamente en la asistencia a quienes no tienen techo para pasar la noche, explicó que "normalmente tenemos 180 vacantes y estas noches no pasamos de cuatro".

Más allá del apoyo primario que pueda brindar el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a quienes están sumidos en la pobreza, con los paradores, el programa Buenos Aires Presente y, cuando llega el invierno, el Operativo Frío, la realidad económica colisiona con su tarea. Más allá del discurso del saneamiento económico actual, o del Estado presente en el pasado Gobierno, la realidad es que la demografía de las personas en situación de calle sigue creciendo y no parece haber un horizonte claro, más que esperar cuando ya no hay ni con qué esperar.

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