Perdió a su hijo por neumococo y fundó un asociación que alimenta a 180 niños

Florencia Soria tuvo que afrontar una de las peores situaciones que puede vivir una madre, perder un hijo. Bautista tenía cuatro años cuando falleció en el hospital Humberto Notti, tras luchar contra una severa infección bacteriana causada por el Streptococcus Pneumoniae, popularmente conocida como neumococo. Corría el año 2013 y la joven quedó destrozada. Entre tanto dolor, recordó que contaba con dinero que había recaudado con aportes solidarios para que su pequeño accediera a un tratamiento en China que nunca se concretó. Ese fue el punto de partida para el nacimiento de la Asociación Ángeles, ubicada sobre la calle Zapiola, departamento de Luján de Cuyo.
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La casa en la que Florencia y su mamá, Susana Tejada, dan contención, clases de apoyo y alimentos a 180 chicos, está en obra. En el fondo de la propiedad se están construyendo dos baños para que los niños tengan un espacio más cómodo para hacer sus necesidades. Adelante, el panorama es distinto. Dos semanas antes de Navidad, una de las habitaciones sufrió un incendio, obligando a las mujeres a comenzar de nuevo.
En el patio funciona uno de los elementos más interesantes de la Asociación Ángeles. Cuando MDZ llega al lugar, Florencia, Susana y una amiga, están separando cartones, botellas de vino y plástico. Todos los servicios que ofrecen las mujeres en un contexto de crisis como el que atraviesa el país, se sustentan con tareas de reciclaje. También reciben donaciones de vez en cuando. "Nos llega material para reciclar y también vamos a buscar. A veces se nos complica porque cada flete sale 6 mil pesos pero nos arreglamos", afirma la titular de la entidad.
"Somos re abiertas. Mientras vengan a colaborar, no tenemos problemas con las religiones o sectores de la política, nos importa ver felices a los chicos", dice Susana. Es que en los 8 años de vida que tiene la asociación, los pequeños que contienen pudieron ir al cine por primera vez en su vida, recibir un abrazo de Papá Noel en Navidad, disfrutar de un pelotero inflable y hasta festejar su cumpleaños. "Verles la cara de felicidad es impagable. Dos veces al año celebramos los cumpleaños de todos, a mitad de año para los que cumplen en el primer semestre y a cuando está terminado a los cumplen años en el segundo", dice Florencia.
La joven conoce la resiliencia. De hecho, en su relato no hay ni un solo signo de rencor por las dificultades que tuvo que atravesar. Por eso, cuando habla sobre el incendio que afectó una de las habitaciones de la casa donde funciona la asociación, se destacan sus ganas de resolver la situación lo más rápido posible. "Fue difícil porque perdimos muchas cosas que teníamos para los chicos, por suerte mucha gente nos ayudó y de a poco nos empezaron a llegar donaciones" cuenta, mientras señala el estado de la obra a la que claramente le falta tiempo para ser finalizada.
La historia de Santi
Florencia Soria transmite una energía especial. Relata todas las situaciones que le tocó atravesar mientras juega con Azul, su pequeña hija de casi dos años de edad. A su lado, un niño juega con un celular. "Él es Santi", afirma con una sonrisa que mantendrá durante toda la charla. Santiago es el hijo del corazón que, junto a su marido, adoptó legalmente. Todo comenzó cuando una de las tantas mujeres que la asociación ayuda, le habló sobre el niño. Fue el comienzo de una historia de amor.
Foto: Santiago Tagua
Santi tenía tres meses cuando la joven lo vio por primera vez. Estaba al cuidado de su abuela, que a la vez padecía una enfermedad. La situación conmovió tanto a Florencia que llegó a plantearle a su marido su deseo de adoptar al niño, aunque tuvo que conformarse con visitarlo frecuentemente. "Yo lo quiste tener conmigo desde el principio", dice mientras lanza una carcajada. Un día, la única familiar a cargo del pequeño tuvo que ser internada por las afecciones que arrastraba desde hace tiempo. Fue entonces que el corazón de la Asociación Ángeles recibió un bolso de ropa y el Documento Nacional de Identidad del chico.
Hoy, el niño de pelo rojizo tiene casi cuatro años. Tras luchar con la burocracia estatal, recorrer cientos de pasillos e insistir, Florencia y su pareja pudieron adoptarlo legalmente. Los progenitores de Santi están en la cárcel, aunque Florencia desconoce el motivo. "Hay algo especial con abril. Santi cumple años el 10, pero no es el único. Bauti se fue un 21 y azul cumpleaños el 25", cierra Florencia, mientras se le ilumina la mirada. Queda claro por qué, gran parte del motor y la felicidad que hay en su vida, están relacionados con ese mes del otoño mendocino.