Por amor al arte

"Somos privilegiados": la historia de tres jóvenes que crecieron en barrios vulnerables y hoy buscan cumplir sus sueños

Geraldine, Jonatan y Tatiana crecieron en la zona Sur de Buenos Aires. Por casualidad llegaron a las clases de música del Centro Artístico Solidario Argentino en Villa Soldati. Descubrieron su pasión y hoy estudian violín, cello y caracterización en tres de las instituciones más prestigiosas.

Florencia Rodríguez Petersen
Florencia Rodríguez Petersen domingo, 5 de marzo de 2023 · 07:01 hs
"Somos privilegiados": la historia de tres jóvenes que crecieron en barrios vulnerables y hoy buscan cumplir sus sueños

Geraldine tiene 20 años, creció en Nueva Pompeya -a donde aun vive con su familia- y estudia violín en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla. Está en la etapa del TAP, que es un ciclo básico previo al profesorado. "Cuando tenía 11 años empecé a tocar el violín", cuenta y sigue: "A medida que iba avanzando, me daba cuenta de que me gustaba cada vez más y quería tomármelo en serio".

Tatiana estudia Caracterización Teatral en el Estudio Superior de Arte del Teatro Colón. "Al principio no sabía que existía esa carrera, pero yo dibujaba desde muy chica, siempre me gustó", cuenta. Tiene 20 años, siempre vivió en Villa Soldati y conoció el universo del maquillaje artístico gracias al Festival de Ópera Villera

Jonatan, también de 20, estudia cello en el Conservatorio Superior de Música Astor Piazzolla. Nació en Cochabamba, Bolivia, y se mudó a la Argentina cuando tenía 13 años. "Acá hay más oportunidades con la música", afirma y confiesa que ni siquiera sabía qué instrumento era el violoncello cuando su profesora de música le sugirió aprender a tocarlo. 

El denominador común en estas tres historias es el Centro Artístico Solidario Argentino, al que todos -especialmente quienes "lo habitan"- conocen como CASA. Mailén Ubiedo Myskow es la impulsora y directora de este centro de música que para muchos chicos es una ventana a un mundo distinto al que ven a diario. Sus alumnos reconocen su capacidad de despertar sueños y su habilidad para acompañarlos en el camino que eligen recorrer. 

CASA: un espacio de contención donde reina la música

"La profe Mailén" -como la llaman los alumnos del CASA- estudió composición musical y llegó al Instituto Nuestra Señora de Fátima por un profesor de la Universidad Católica Argentina a la que ella asistía. "El primer proyecto que tuvimos con Madre del Pueblo -una parroquia que se encuentra en el Barrio Ricciardelli, también conocido como Villa 1, 11-14- estaba vinculado a la universidad, pero después nos abrimos para que el proyecto pudiera crecer", recuerda.

"Cuando era profesora de artes en Fátima, siempre trataba de acercar a los chicos al proyecto orquesta", confiesa Mailén. Entonces, tenía 22 años. Hoy tiene 34 y sigue yendo la barrio con la misma pasión. Lo hace porque le da placer. Y celebra ver los frutos. "Hay días como este en los que uno ve la frutilla del postre", dice. Se refiere a que esta es una jornada especial: tres alumnos del CASA -Geraldine, Tatiana y Jonatan- recibieron la beca Allegro HD que los ayudará a seguir adelante con sus estudios y dar un paso más para conquistar sus sueños.

Geraldine, Jonatan y Tatiana con los diplomas de la beca Allegro HD. Foto: Noelia Pirsic - CASA

Durante el verano hubo talleres para que los chicos del barrio pudieran conocer diversos instrumentos y en marzo comenzaron los nuevos talleres anuales que el CASA tiene en sus tres sedes: Madre del Pueblo (en al Barrio Ricciardelli), en el Instituto Nuestra Señora de Fátima y en la parroquia San Francisco de Asis (Villa Soldati). "Pueden venir chicos del barrio, de 10 a 18 años para aprender a tocar un instrumento en forma gratuita", explica Mailén.

"Tenemos cuerdas completas: violín, viola, violoncello y contrabajo, también tenemos instrumentos de viento (flauta traversa, clarinete, corno, trombón, trompetas) y otros de percusión. Lo que más buscan los chicos es teclado, guitarra y canto. Nosotros tratamos de armar la orquesta mostrando otras posibilidades. Muchas veces llegan a estos instrumentos porque los otros no los conocen", comenta Mailén. Y cuenta que a veces las series y filmes ayudan. "En la serie de Merlina, ella toca el cello, entonces hay más chicos que vienen y quieren ese instrumento. Está bueno cuando se ve algo distinto", reflexiona. 

El CASA es mucho más que un espacio dónde aprender música. "Antes que nada, es un espacio de contención. Hoy estamos entregando esta beca a chicos que quieren profesionalizarse en la música y por otro lado, recibimos a chicos que quizás se acercaron para pedir un plato de comida y a los que invitamos para que se sumen a esto", comenta y sigue: "Muchas veces están solos todo el día. Queremos estar presentes para que no haya otra cosa que los seduzca antes como malas juntas, drogas, delincuencia, cualquier otra cosa". 

Mailén cuenta que en este espacio los chicos comienzan a "desarrollar un proyecto de vida". Insiste en la importancia de que esto es algo que permanece, es un espacio que brinda oportunidades a quienes se esfuerzan. "Los chicos ven y deciden quedarse porque pueden proyectar. Eso pasa también en clubes y espacios de arte. Y también se da que esto que era una excusa para contener empieza a ser espacio para que aparezcan vocaciones que debemos acompañar. Y pestañeamos y tenemos un grupo de jóvenes que quieren profesionalizarse en arte", celebra. Su sonrisa revela la alegría genuina de estar acompañando en ese camino a Geraldine, Tatiana y Jonatan.

Geraldine: "Sueño con tocar en una orquesta con Maksim Venguérov"

"Mailén me contó que existían estas escuelas que eran conservatorios en donde yo podía seguir aprendiendo y recibir educación superior para poder ingresar a alguna orquesta o ser profesora en algún momento", dice Geraldine Lara, egresada del colegio Carlos Pellegrini, alumna del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla y estudiante de Ingeniería en Sistemas. 

Geraldine tocó una pieza el día de la entrega de la beca. Foto: Noelia Pirsic - CASA

Llegó al CASA porque estaba en su barrio, pero sin saber todo lo que vendría después. Tuvo que hacer un impasse en sus clases de violín durante un año porque el horario coincidía con el curso de ingreso a la secundaria. "Cuando era chica no sabía cuál era mi pasión. Me preguntaban qué quería ser de grande pero no imaginaba qué. Cuando conocí el violín fue distinto", reconoce y agrega: "En esas dos horas de clase -que eran poquitas- me olvidaba de los problemas en mi casa, en la escuela... Eran dos horas en las que me desconectaba de todo".

"A veces pasa que las familias no creen que con la música haya una posibilidad. Tuve una etapa en la que pensaba que la música no iba a ser algo a futuro para mí y eso fue una frustración porque estaba estudiando con muchas ganas", cuenta Geraldine y acota: "No me imagino qué terminaré haciendo pero esto que hago hoy quiero seguir haciéndolo en el futuro". 

Es muy importante que existan estos lugares no sólo para estudiar música sino para alejarte un poco de todo lo que son los problemas en los barrios vulnerables, donde es muy común ver chicos vinculados al alcohol o a las drogas.

Asegura que Mailén tuvo un rol clave para que su familia entendiera que la música es su pasión. "Ella empezó a abrir puertas y mostrar los caminos que tenía la música con los conciertos. Fuimos a la Usina del Arte, al Luna Park, al Konex... Cuando mis padres vieron eso pensaron que ya que Mailén conocía este camino podía guiarme y entonces me dijeron: 'SI es lo que de verdad querés hacer, te vamos a ayudar como podamos'", relata Geraldine. 

Coincide con Mailén en que el CASA tiene un rol clave. "Es muy importante que existan estos lugares no sólo para estudiar música sino para alejarte un poco de todo lo que son los problemas en los barrios vulnerables, donde es muy común ver chicos vinculados al alcohol o a las drogas. Estas escuelas de música te hacen ver que hay muchas posibilidades y que no es sólo lo que ves a tu alrededor: chicos fumando y demás", explica. Pero aun hay algo más que Geraldine señala y que parece ser un ingrediente clave ´para recibir y acoger a los adolescentes: "Te dicen 'acá estamos para darte una mano'. Es muy importante no sólo para quienes quieren estudiar música como yo sino también para quienes están un poco desviados, por decirlo de algún modo".

Nosotros, que descubrimos esta vocación, somos unos privilegiados por estar haciendo lo que nos gusta y que nos estén apoyando

La experiencia del CASA fue tan importante para Geraldine que sigue los pasos de sus profesores y ella misma está dando clases de iniciación. "Veo a los chicos y me veo a mí cuando empecé a los 11 años. Es una muy linda experiencia, es dar un poco de lo que esta escuela me dio y tratar de ayudar a otros chicos a que puedan dedicarse a la música si eso es lo que realmente quieren".

"La música es algo muy especial, mi razón de vivir. Quiero dedicarme a esto para hacer lo que me gusta y pasarla bien", afirma Geraldine y sigue: "Nosotros, que descubrimos esta vocación, somos unos privilegiados por estar haciendo lo que nos gusta y que nos estén apoyando".

Ya sabe en qué utilizará el dinero de la beca: el violín que consiguieron para ella en el CASA es antiguo y necesita reparaciones. El año pasado debió hacerle un arreglo importante y ahora está esperando presupuesto de un luthier ya que el instrumento tiene una rajadura. 

Geraldine va a invertir dinero de la beca en un arreglo que debe hacer a su violín. Foto: Noelia Pirsic - CASA

Geraldine se permite soñar. Se imagina tocando un día en una orquesta. Tal vez, la de Maksim Venguérov, un músico al que admira y que ha tocado, por ejemplo, con la Filarmónica de Berlín. "Con tal de tocar con una orquesta, ya voy a ser feliz. Hoy no tengo esa posibilidad pero sigo aprendiendo para lograrlo algún día", remata.

Tatiana: "Sueño con hacer el vestuario completo para una obra"

"Me acuerdo que le conté a la profe Mailén que quería estudiar cardiología. Estaba haciendo UBA XXI y ella me dijo que existía esta carrera. Justo empezaban a organizar el Festival de Ópera Villera, me inscribí a los cursos que había con Silvana Caruso de maquillaje artístico. A partir de ahí me propuse rendir el examen a fin de año, me preparé y quedé", cuenta Tatiana Solorzano que está en segundo año de la carrera de Caracterización Teatral en el Estudio Superior de Arte del Teatro Colón

Tatiana fue alumna de Mailén en el Instituto Nuestra Señora de Fátima y gracias a ella llegó al CASA. Confiesa que "siempre me gustó el arte, porque me da la posibilidad de poder expresarme". Se acuerda de que la preparación para ingresar al Teatro Colón, mientras estaba terminando el secundario, fue intensa. "Tomé una decisión que no tenía nada que ver con lo que venía pensando. Mi mamá me dijo: 'Está bien, si a vos te gusta' y así me animé. Estaba terminando el secundario, tenía muchas cosas que hacer", dice.

Tatiana le prueba uno de sus tocados a Mailén Ubiedo Myskow, a quien considera una guía en el camino del arte. Foto: Noelia Pirsic - CASA

Cree que es importante poder hacer algo que ama. En el CASA -a donde tomaba clases de piano- la asesoraron al respecto. "Mailén una vez me dijo que cuando uno estudia invierte tiempo y dinero y no quería invertir en algo que no me gustara", sentencia al tiempo que confiesa que le gustaría seguir formándose en diversas disciplinas artísticas. 

Siempre vivió en Villa Soldati y, con gran conocimiento del barrio, sostiene que "estos espacios ayudan a distraerse, pero también a poder expresarse. Tal vez hay cosas que se sienten y no se pueden decir, muchos encuentran el espacio y la forma para desahogarse y contar algo que les cuesta... Y, a lo mejor, a algunos les termina gustando y estudian música o algo ligado al arte. Uno ni sabe lo que quiere hasta que lo hace". 

Esla mayor de tres hermanos y tiene una amiga que hace de modelo cada vez que Tatiana debe preparar una entrega. Gracias a esto se siente apoyada y acompañada. La beca le servirá para comprar materiales que a veces resultan costosos y renovar sus acrílicos. 

Tatiana dibuja desde que tiene memoria y ama pensar en cómo vestir y caracterizar a los personajes de cada historia. Foto: Noelia Pirsic - CASA

Jonatan: "Sueño dirigir una orquesta o, mejor aun, estar entre el público algo compuesto por mí"

Aunque estudia cello, Jonatan Terrazas ama la composición. Él escribió la banda sonora de la ópera principal del Festival de Ópera Villera. Tiene 20 años, es estudiante del Conservatorio Superior de Música Astor Piazzolla y ama la música desde que era muy pequeño. 

"Cuando vivía en Cochabamba tocaba el teclado pero como un pasatiempo. Mis papás nunca me llevaron a una escuela de música y yo tocaba como un hobby. Buscaba canciones en Youtube y las empezaba a tocar", recuerda. Eso, que apenas era una distracción, fue clave para que -años más tarde- descubriera su vocación.

Jonatan aprende cello con un instrumento que que pertenece al CASA y tiene en préstamo. Foto: Noelia Pirsic - CASA

Ya instalado en Argentina, tuvo como profesora a Mailén. "Traían muchos instrumentos y cada uno elegía qué tocar", cuenta Jonatan y sigue: "Cómo yo estaba familiarizado con el teclado, elegí ese que ya sabía cómo funcionaba. En una clase toqué una canción que sabía para ver si me había olvidado las notas o podía tocarla. La profe Mailén vio eso, notó que tenía algo de conocimiento y que me gustaba, y me preguntó si quería ir a clases de música los viernes a las 2 de la tarde". 

Aunque dijo que sí, Jonatan tardó un tiempo en -efectivamente- ir a las clases. Cuando llegó quiso tocar el teclado pero Mailén le dijo que el cupo estaba cubierto y le sugirió que probara con el cello. "Yo no sabía qué instrumento era pero dije: 'Vamos a probarlo'. Pasó el tiempo hasta que un día la profe Mailén me preguntó si quería entrar al conservatorio de música a dónde iba a aprender teoría, ya que es algo más formal y de estudio", relata. 

 Al componer quiero transmitir emociones. Lo mismo que me transmite la música a mí cuando la escucho... No sabría describirlo en palabras

Además de estudiar, Jonatan trabaja en una fábrica de ropa deportiva. Pero sabe que lo suyo es la música. Lo descubrió hace años. "En el CASA descubrí algo que en mí estaba guardado y a partir de eso es como que pude florecer. Me permitió descubrir mi propósito en la vida". Piensa en el niño de 13 años que tardó un mes en tomar coraje para ir a las clases de música y tiene ganas de darle un consejo -a él y a todos los que estén en esa situación-: "Que vengan al CASA. Acá te van a ayudar y apoyar. Acá te animan a seguir el camino que quieras seguir. Acá no hay malos tratos ni nada de eso"

Reconoce que fue importante que, aparte de ayudarlo a descubrir lo que hacía arder su corazón alguien le haya mostrado que puede dedicar su vida a eso. "Siento que mucha gente está en la misma situación: les gusta la música pero no se les pasa por la cabeza dedicarse a eso. Hay quienes dicen que el que estudia música se va a morir de hambre porque los músicos no ganan nada... a diferencia de lo que ocurre con otras carreras como medicina o ingeniería", reflexiona. 

Ella lo ayudó con los papeles y lo acompañó en el proceso de inscripción. Jonatan ya está en el nivel medio del conservatorio y sueña con dedicarse a tocar el cello. "Es un instrumento que me gusta mucho", dice y añade: "También me interesa la composición. Como tengo un teclado en mi casa, es más fácil componer con ese instrumento. Para el Festival de Ópera Villera compuse la banda sonora de la ópera".

En el CASA descubrí algo que en mí estaba guardado y a partir de eso es como que pude florecer. Me permitió descubrir mi propósito en la vida

Espera que su música tenga en otros el efecto que tiene en él escuchar melodías. "Cuando estoy a solas en mi pieza pongo música, cierro los ojos y es como viajar a otro mundo. Al componer quiero transmitir emociones. Lo mismo que me transmite la música a mí cuando la escucho... No sabría describirlo en palabras", confiesa y revela que ama el sonido de los instrumentos de cuerdas frotadas,

Sueña con tocar un día en escenarios. Se imagina, incluso, dirigiendo a una orquesta que toque alguna melodía compuesta por él. "Sueño incluso con estar sentado entre el público viendo una obra que haya compuesto. Creo que no tengo el impulso de querer mostrarme sino más bien deseo con que mi música hable por mí", remata. 

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