Psicologia

La culpa es un desperdicio de emociones

Esta es la frase principal que atraviesa la autobiográfica y última película de Steven Spielberg “Los Fabelmans”. No dejes de leer este buen análisis de nuestro columnista Carlos Gustavo Motta.

Carlos Gustavo Motta
Carlos Gustavo Motta sábado, 11 de febrero de 2023 · 07:02 hs
La culpa es un desperdicio de emociones

Encarnado por su alter ego, un joven adolescente llamado Sammy Fabelmans, descubre un secreto familiar que resulta devastador en su vida pero que ello mismo le permite explorar el poder de las imágenes aplicadas al cine y lo ayuda a tramitar, a elaborar una verdad posible sumada a la fuerza indeclinable de su deseo que lo llevó a convertirse en uno de los mejores realizadores del Séptimo Arte.

En otro estupendo film del director inglés Martin McDonagh The Banshees of Inisherin traducido aquí como Los espíritus de la isla, dos amigos de toda la vida quienes viven en Inisheren, Irlanda (año 1923), se encuentran en un laberinto cuando uno de ellos decide poner fin a su amistad de un día para otro diciéndole que desde el día de hoy no volverán a ser amigos provocando
esta frase, terribles consecuencias para ambos donde el sentimiento de culpa se hace presente a lo largo de la película.

Para Sigmund Freud la culpa es una desdicha interior continua. Es algo que identifica como un sentimiento de falta considerada universal que refiere en primera instancia a la cultura judeocristiana bajo cuya acción se apodera de los pueblos del Mediterráneo como malestar oscuro, como presentimiento de desdicha cuya razón nadie puede explicar. En su célebre ensayo El malestar en la cultura, Freud conoce dos orígenes del sentimiento de culpa 1) la angustia ante la autoridad 2) la angustia ante las exigencias interiores.

Paradojalmente se puede comprobar que en ciertas personas, todo éxito les resulta una especie de transgresión seguido de sentimiento de culpa. Freud señala que lo esencial en el éxito es llegar más lejos que el padre y ello parece estar prohibido sobrepasar semejante figura interna. El psicoanalista encuentra otro efecto sorprendente de ese sentimiento de culpa en la dirección de la cura de ciertos tratamientos cuando los padecimientos del paciente se agravan en el momento mismo en que están
muy cerca de resolverse, como si no pudieran aceptar los logros. Es como no querer renunciar al sufrimiento admitiendo una expresión tal como la necesidad de castigo.

Diferenciar culpa de responsabilidad es una tarea analítica. La culpa siempre considera y señala una falta o un error. La responsabilidad nos conduce a la acción de solucionar, remediar. A la habilidad de responder. En la responsabilidad podemos hablar del empoderamiento. Definir un plan para remediar algo que ha sido malogrado sin estancarnos en la victimización culpándonos o culpando a los otros con el solo fin de sentirnos estancados. El sentimiento de responsabilidad es un sentimiento personal que compromete a cada uno y le hace comprender que no puede simplemente abandonarse a sus conveniencias individuales. Para el filósofo francés Jean- Paul Sartre, la responsabilidad de la persona es de tal modo total que resulta abrumadora: no es sólo responsable sino que lo mismo que ocurre con la libertad, está condenado a serlo.

Resulta fundamental en el trabajo terapeútico provocar un viraje de la culpa a la responsabilidad. Elaborar el pasado integrándolo a él y asimismo despedirlo sin quedar fijados a esas escenas que nos han perturbado porque de lo contrario interrumpen nuestro presente y dificultan nuestros horizontes que podemos planear en un futuro próximo.

* Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta

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