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La digitalización y la crisis de la democracia de Byung-Chul Han

Algunas refutaciones a Infocracia

Patricia Nigro domingo, 31 de julio de 2022 · 09:04 hs
La digitalización y la crisis de la democracia de Byung-Chul Han
Byung-Chul Han

Para los y las lectores de este filósofo surcoreano que vive en Alemania y es hoy best seller este libro es, como dice Carlos Scolari en su posteo sobre el libro anterior No Cosas. Quiebras del mundo de hoy, en Hipermediaciones, “otra vez sopa” (Mafalda dixit).

Han suele escribir imitando a Nietzsche –con frase crípticas- pero sin ser Nietzsche. Sin embargo, este libro y Psicopolítica (2014), que están muy emparentados, ofrecen una prosa más clara. En verdad, Infocracia es una profundización en los pronósticos apocalípticos de sus textos anteriores y, como señala Scolari, “nos recuerdan a cosas ya escritas a lo largo del siglo veinte respecto a la cultura de masas, desde el apocalipticismo de Adorno y Horkheimer hasta las ‘transparencias’ de Baudrillard.”

Desde mi punto de vista, en este último libro se escucha (sin ser nombrado) a Lyotard y La condición posmoderna (1995). Libro fundamental, pero que respondía a un contexto diferente.

Han siente nostalgia de la supuesta felicidad que se vivió en los principios del siglo XX (¿?) y a esto le suma un antidigitalismo extremo.

Veamos algunas de sus observaciones: 

1. Sobre el teléfono inteligente: “El teléfono móvil como instrumento de vigilancia y sometimiento explota la libertad y la comunicación” (p.14). En Psicopolítica, el teléfono móvil era “cámara de tortura”. “El nuevo medio de sometimiento es el smartphone.” (p. 32), dirá ahora.

2. Sobre la democracia y la política: “El tsunami de la información desata fuerzas destructivas. Entretanto, se ha apoderado también de la esfera política y está provocando distorsiones y trastornos masivos en el proceso democrático. La democracia está degenerando en infocracia” (p.25).

Respecto de los debates políticos televisivos, afirma: “quien ofrezca un mejor espectáculo ganará las elecciones” (p. 29), afirmación que carece de sustento empírico, para América latina, por lo menos.

“La crisis de la democracia es, ante todo, una crisis del escuchar” (p. 48). Para los que participamos del Congreso 2016 de ALICE, realizado en la Universidad Austral, esta afirmación es insólita. El congreso se basaba en la pregunta: “¿Está la política escuchando?” O sea que, para esa fecha, ya se trataban estos temas en congresos internacionales de comunicación política.

Contradictorio es lo que sigue: “La progresiva tribalización pone en peligro la democracia” (p.54). Un poco antes el autor había afirmado que la globalización nos igualaba a todos (pág. 51) pues “disuelve los contextos culturales y las tradiciones (comunes).” Si no es contradictorio, es por lo menos poco claro.

El microtargeting electoral es “...amenaza para la democracia, contribuye a la división y a la polarización, envenena el clima de discurso (p.37). Twitter es un escenario de la infocracia (p. 39). Sin embargo, está ampliamente comprobado que funcionarios y políticos son los usuarios de esta red y que los “tuiteros” representan un pequeño porcentaje de la población mundial, como para producir efectos tan devastadores. Según Han, las redes sociales pueden cambiar el clima de opinión en la dirección deseada por quien las use. Las elecciones ganadas por Trump, el No a la paz en Colombia y el Brexit, todos hechos sucedidos en 2016, prueban lo contrario.

3.Sobre Big Data y la IA: ponen “al régimen de la información por debajo del umbral de la conciencia” (p. 23).

Sobre esto, también Scolari, en su posteo, subrayó el error al respecto: “...su visión apocalíptica le impide encontrar algo positivo en una de las transformaciones científicas más importantes de las últimas décadas.”

La democracia digital es una democracia presencial, afirma Han. Y agrega que en el smartphone se debate a toda hora. Uno podría pensar que eso es bueno, pero no para él: “Produce zombis del consumo y la comunicación, en lugar de ciudadanos capacitados” (p. 44). Además, asevera: “La información se difunde sin pasar por el espacio público... La red no forma una esfera pública” (p.44). ¿Cuál es entonces- pregunto- la esfera pública? Los grupos de influencers y followers “No son capaces de acción política alguna” (p.45). Debo reconocer que mi asombro, conociendo tanto trabajo empírico serio que demuestra lo contrario, ya no cabe en este artículo.

4.Respecto de los medios de comunicación social, el filósofo descubrió el libro de Neil Postman Divertirse hasta morir, de 1988, y lo reformula: “Nos comunicamos hasta morir” (p. 32).

Halló y analizó, también, a Eli Pariser, autor de El filtro burbuja, de 2012. A Pariser le objeta algunas cuestiones sobre los algoritmos que muchos ya le han realizado.

“Los medios de comunicación electrónicos destruyeron el discurso racional determinado por la cultura del libro. Producen una mediocracia” (p. 25). La actitud nihilista hacia la verdad es “…un fenómeno patológico de la digitalización. No pertenece a la cultura de los libros” (p. 76). Lo digital es lo malo, los libros son lo bueno.

“Las noticias se asemejan a un relato” (p. 28). Como estudiosos de la Comunicación Social sería oportuno sugerir la lectura del libro de Marcela Farré El noticiero como mundo posible. Estrategias ficcionales en la información audiovisual (2004), para entender que las noticias s sí son relatos.

5.Sobre la relación emoción y razón. “Hoy la racionalidad discursiva también se ve amenazada por la comunicación afectiva... Los afectos son más rápidos que la racionalidad” (p.35). Los estudios de la Neurociencia han avanzado mucho sobre esto, aunque no olvidemos que los filósofos clásicos, cuando hablaban de Retórica y de Argumentación, tenían muy clara la fuerza de las pasiones en la persona humana. Las personas no son sólo racionales.

6.Sobre la infodemia. El intento de combatir la infodemia con la verdad está, pues, condenado al fracaso. Es resistente a la verdad (p. 42).

La infodemia fue definida por la Organización Mundial de la Salud como desinformación sobre el Covid. Pero Han cree que la enfermedad está en la información y usa esta palabra en otro sentido.

7.Sobre la posverdad. La sociedad de la desconfianza fue creada por las fake news (p. 82). La democracia presupone un discurso de la verdad. (p. 86). Presupone, sí, pero no lo consigue frecuentemente. Nuestro autor concluye: “Es evidente que la época de la verdad ha terminado” (p. 91). Un final con una falacia rotunda. Say no more.

*Patricia Nigro, profesora de Lenguaje y discurso político en la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral. 

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