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Roger Waters, un artista para gritar

El gran Roger Waters pocas veces sonríe, salvo en algunas ocasiones frente a su público. Su voz tampoco sonríe. Después de tantos años sigue sonando una voz que continúa enojada ante tres guerras -la Primera, la Segunda y Malvinas- a las que les cantó las cuarenta y mucho más.

Diego Villanueva jueves, 2 de diciembre de 2021 · 09:17 hs
Roger Waters, un artista para gritar

Aunque no las peleó, Roger Waters quedó bien malherido, seguramente por un gen familiar del que ya te contaré en breve. Y se nota que no solo no soltó esos tres suceso trágicos sino que sigue afectándose ante cada nueva guerra y conflicto mundial.

También le canta mucho a la locura ajena de su amigo y fundador de la banda, Syd Barret. Algo que podría ser una excusa para cantarle a su propia locura. ¿Escuchaste esa frase que dice que lo que Juan dice de Pedro habla más de Juan que de Pedro? Tranquilamente, Waters podría estar loco, pero bien; a diferencia de Barret. Además suele cantarle a algunas épocas de mierda, de esa jodida primaria a la que fue durante los años ’50. Imaginate cómo se picaría hoy en una escuela si un hijo le dice a los padres que el profe de matemática les pega reglazos en el trasero.

La guerra, la locura y la sociedad son los tres temas que a mí más me interesan de su obra. Después toca otros temas más políticos, pero a mí siempre me engancharon estos.

Pink Floyd es -o fue- una tremenda banda de los años 60', que se separó en los 80', aunque en el año 2005, después de 24 años, y por solo 24 minutos volverían a juntarse para una zapada mágica, en el Live 8. Tienen cuatro discos que para mí son fundamentales, quizás por el sello fuerte de Waters, mi Floyd favorito. Admiro enormemente a David Gilmour y sé que hace unos solos de guitarra diez mil veces mejores que Waters y que su voz es muy dulce y que parece más buen tipo, pero a mí me gusta más Roger, ¿Qué querés que te diga? Me llega más.

Un encuentro único

El primero de los discos es Dark side of the moon, una obra conceptual que propone Waters y donde el lado oscuro de la luna es una metáfora de nuestro lado oscuro con temas que nos queman la cabeza, como el tiempo, el dinero, las presiones y la demencia. En el disco, la demencia aparece inspirada en Syd Barret, que en esa época ya estaba medio chapa el pobre. Syd fue miembro fundador y amigo de la banda, creativamente clave en las primeras obras, pero de a poco se fue alejando acompañado de una locura cada vez más inaccesible para sus compañeros y familiares.

El segundo disco que viene seguido a Dark... también es conceptual y está dedicado al propio Syd, en dos temas históricos como “Wish you were here” y “Shine on you crazy diamond”; en castellano “Desearía que estuvieras aquí” y “Brilla pequeño diamante”. Cuenta la leyenda que durante la grabación del tema  “Shine…” apareció en el estudio un irreconocible Barret, gordo, pelado y con las cejas afeitadas. De ese raro momento se dijo lo siguiente: La verdad, inspiraba miedo. Algunos de la banda no lo reconocieron inmediatamente, otros al ver a su compañero derramaron lágrimas. Roger confesó que al reconocerlo lloró. El tema es tristemente hermoso y tiene frases dolorosísimas y sinceras acerca del alejamiento de su amigo: Recuerda cuando eras joven, brillabas como el sol. Sigue brillando, diamante loco. Ahora hay una mirada en tus ojos, como agujeros negros en el cielo. Sigue brillando, diamante loco.

La aparición de Syd Barret en el estudio, con las cejas afeitadas

El tercer y el cuarto disco recomendados son también seguidos en orden de lanzamiento y tratan sobre obsesiones de las diferentes guerras de Waters: el clásico de clásicos, The Wall, y The Final Cut, este último inspirado casi en tiempo real por la guerra de Malvinas. En estos discos Waters lanza sus mejores gritos, sin duda.

Para entender las obsesiones de estos dos discos hay que remontarse a la infancia y al árbol genealógico de Waters.

Roger en su infancia

Cuando tenía cinco meses, su padre, Eric Fletcher Waters, en plena Segunda Guerra Mundial, se alista en el Partido Comunista y muere combatiendo en Italia, en la batalla de Anzio, en 1944. Una tragedia que tenía precedente en su abuelo, George Henry Waters, también aniquilado en un combate, en este caso en la Primera Guerra Mundial.

De estas guerras, de la infancia sin padre y -una vez más- de la locura de su amigo Syd, nace The Wall. Si nunca escuchaste este disco entero, estaría bueno que lo hagas sabiendo que es una obra conceptual de una historia con inicio y final, y se escucha en orden. Al menos hacelo una vez para entender un poco la historia.

Si te cuesta imaginarla, hay una película, llamada también The Wall, donde podemos ver al protagonista llamado Pink -una mezcla de Waters con la locura de Barret-  quien, ante la pérdida de su padre en la guerra y algunos abusos de la escuela, transita su presente de estrella de rock de manera oscura, conviviendo y sobreviviendo a su novia y a sus demonios. Mientras vive estos traumas, va construyendo mentalmente esa pared y ese muro que lo va alejando de la sociedad. En su momento más extremo se afeita las cejas -¿habrá quedado impresionado con esa aparición de su amigo?- y termina alistándose en una especie de partido nazi, cuya imagen son los dos martillos de ese muro. Al final ese muro se rompe en mil pedazos.

Pink, el personaje de The Wall: mitad Waters, mitad Barret. 

Waters hizo historia con The Wall, con un recital gratuito, realizado meses después de la caída real del muro en el mismo Berlín, rodeado de artistas invitados y ante más de 300 mil alemanes de las dos Alemanias, todos unidos y emocionados cantando “Mother”, entre otros clásicos. Los que tenemos de 40 años en adelante seguramente recordamos ese recital, que fue transmitido por el canal de las pelotas y que tuvo de invitados a artistas noventosos como Brian Adams, Sinead O’Connor, Cindy Lauper y Van Morrison, este último haciendo con The Band una emotiva versión de “Comfortably Numb”.

El mítico concierto en Berlín

Waters siempre fue rebelde, más allá de que haya estudiado en Oxford y que le faltó esa calle que tuvieron muchos rockeros. De hecho, a sus compañeros de banda los conoció estudiando Arquitectura. Además de estos discos, se inspiró en el clásico libro Rebelión en la granja y compuso Animals, su propio clásico. Un disco donde crea personajes de diferentes clases sociales, donde los chanchos son la clase alta y los perros la clase media.

Una lástima que se haya separado Pink Floyd tan temprano, ya que la dupla Waters-Gilmour es lo que le da la perfección al sonido Floyd. La realidad es que estos dos genios nunca pegaron onda ni fueron amigos, así lo dicen ellos mismos. A diferencia de lo que hicieron los Ramones, que pasaron años en la carretera odiándose, en la época de The Final Cut entre ellos dos ya estaba todo mal. Ahí decidieron no verse más. Y, como te contaba antes, durante 24 años no volvieron a pisar juntos un escenario. Legalmente, al nombre Pink Floyd se lo quedaron Gilmour con Mason y Wright, sus excompañeros. Waters compuso varios discos solistas que están buenos, pero ninguno llega al nivel de The division Bell, ese discazo de Pink Floyd de los ’90, con un Gilmour que se eleva hasta las rutas del espacio y nos invita a volar con él; donde, con un poquito de culpa, no extrañamos tanto a Waters. 

Hoy Roger con 78 años, sigue haciendo giras por todo el mundo, brillando como un diamante loco, con shows de gran impacto visual y emocional. Y con una voz intacta al paso del tiempo. Todavía tiene ese poder de gritar su rabia y sacudirnos.

Yo tuve la suerte de verlo tres veces. La primera en el 2002 en el estadio de Vélez, en una noche donde cayeron rayos y previas de tormenta, pero nunca terminó de caer el agua. Me acuerdo de los rayos en el medio del estallido de “Shine…”, que parecían parte de los efectos visuales del show. Con unos amigos habíamos llegado dos temas tarde, por culpa de la General Paz —General Pus—,  puteando como locos y haciendo fila mientras arrancaba el show y los vendedores de agua, creativamente gritaban “Hay water, hay water a diez pesitos la water bien fría”.

Lo vi por segunda vez cinco años después en la cancha de River Plate, haciendo el disco Dark Side of the Moon más otros clásicos, junto a un amigo más fanático que yo. Y la tercera vez fui con mi hermana y mi vieja, nuevamente a River a ver todo The Wall. Los tres shows fueron diferentes conceptualmente pero similares en emoción e intensidad.

Como decía al comienzo, me gustan los gritos de Waters, así que te despido con mis cinco alaridos favoritos que luego los dejo en una pequeña playlist de Spoty.

  • The thin ice”: para los que escuchen The Wall por primera vez y en orden, en este segundo tema aparece esa voz enojada al borde del grito. La previa arranca con la voz calma de Gilmour, y Roger entra como llorando en la frase If you should go skating, On the thin ice of modern life. Esa es la magia perfecta de esta dupla, que aunque no eran amigos laburaban muy bien, cada uno cantando estrofas claves de la canción. El mejor ejemplo es el himno “Comfortably Numb”, donde a la primera parte, que es bien tensa, la canta Waters; y al estribillo lo cierra de manera magistral Gilmour. La calma y la ira. O viceversa, depende la canción.
  • Mother”: siguiendo con The Wall, este inmenso tema que no falta en ningún show de Waters arranca tranquilo y acústico, y así sigue hasta que en el minuto y medio Roger le pregunta a su mamá, al borde del grito, si lo pondrán en la línea de fuego. Luego entra la voz calma de Gilmour. Y así, como te decía, se van pasando la pelota como lo hubieran hecho Maradona y Bochini de haber jugado en un mismo equipo.
Roger Waters con Pi?????nk Floyd
  • One of my turns”: y dale con The Wall. Esta canción quizá no sea tan conocida, pero para mí es de las más emocionantes y rabiosas de Waters. Comienza con una fan que no para de hablarle al personaje Pink, este rockero de la película —que te conté más arriba— que no encuentra paz por más que la busque. Luego de dos minutos donde un Pink cansado y deprimido no para de cuestionarse todo, hay un quiebre en el tema, y explota tirando frases y puteadas, tanto a la vida como a la fan, y le pregunta qué carajo quiere que haga, hasta que, aterrada, la pobre huye.
  • Hey you”: juro que es la última de The Wall. Este gran tema abría el segundo lado, cuando existía un lado A o 1 y un lado B o 2 y todo estaba pensado estratégicamente en la obra conceptual de un álbum. Apelando a la fórmula que recién les dije, empieza Gilmour hasta que, casi a los 4 minutos, aparece Waters para darle a la canción el toque final que se merece.
  • The Gunner’s dream”: este triste tema de The Final Cut tiene dos momentos de gritos muy buenos. El primero es breve pero contundente, And hold ooooon to the dreeeeam, y al final que tira una frase durísima que relata el horror de la guerra y la locura diciendo Night after night, going round and round my brain, his dream is driving me insane (Noche tras noche, dando vueltas y vueltas en mi cerebro, su sueño me está volviendo loco). 
Leyenda
  • The final cut”: uno de los favoritos de los seguidores de Waters, que él sorpresivamente nunca tocó en vivo.  Quizá porque varios nos pondríamos a llorar con los diferentes gritos que iríamos oyendo mientras pasa la canción. Entre ellos se destacan Or is just a crazy dream, y mi favorito que es Would you sell your story to Rolling Stone?
  • 5:06 AM (Every strangers eyes)”: en el minuto 3:07 llega el sumun de esta canción, que luego da paso a un lindo solo de guitarra hecho por nada menos que Eric Clapton. Waters lo invitó a participar de su primer disco solista, The Pros and Cons of hitch hiking (Los pros y contra de hacer dedo), una gran obra conceptual que va relatando en horarios reales lo que le pasa a un tipo de mediana edad que levanta en su auto a una chica demasiado joven. Un disco que podría haber sido grabado con Pink Floyd en vez de The Wall, ya que Roger en ese momento llevó ambas ideas a la banda para que eligieran uno.
  • Déjà vu”: en el minuto 2:00, un Roger ya con mucha experiencia y más cansado que nunca, nos grita que tendría miedo de encontrar a alguien en casa. Un lindo tema que seguro te gusta de entrada, ya que recuerda mucho a canciones suyas como “Mother” o “The final cut”. Es del disco que sacó después de 25 años sin componer, en el 2017.

Dale play y a gritar con Roger en este fin de año intensísimo

*Diego Villanueva es autor de "Casi 30 artistas para antes de dormir"

 

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