La asimetría entre los egresados universitarios que reveló un estudio

Cecilia Grierson fue la primera mujer en obtener un título universitario en Argentina. Se recibió de médica 68 años después de la fundación de la Universidad de Buenos Aires. Han pasado 130 años desde ese hecho memorable y lejos ha quedado ese porcentaje de graduadas, en tanto que, en la actualidad, de cada 10 personas que se reciben, 6 son mujeres.

“La universidad consolida la igualdad de género” es el título del estudio que investigó acerca de la participación femenina en el nivel universitario entre 2012 y 2019. Llevado a cabo por la Universidad de Belgrano, este estudio afirma que en 2012, de 110.360 estudiantes que se graduaron en todas las universidades del país, 67.594 fueron mujeres y solo 42.766, varones. Este número creció considerablemente a lo largo de los años, en tanto que en 2019 las egresadas fueron 83.690, mientras que los varones recibidos fueron 52.218. En 7 años hubo, entonces, un aumento del 23,8% en la cantidad de mujeres que obtuvieron su título universitario.

La Argentina se encuentra en el segundo lugar, después de Uruguay, de los países latinoamericanos en los que las mujeres participan en el nivel superior. El estudio demuestra, además, que, de 255.240 mujeres inscriptas en 2014, 83.690 se recibieron 6 años más tarde. Teniendo en cuenta que una carrera promedio dura esa cantidad de años, de cada 100 mujeres que estudian en el nivel superior, se gradúan 33; cifra que se reduce a 27 en el caso de los hombres.

Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, se encuentra el referido a la igualdad de género: poner fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas en todo el mundo. En este sentido, el empoderamiento socioeconómico de la mujer tiene una relación con el hecho de estudiar, en cuanto que adquieren conocimientos que favorecen, entre otras cosas, las elecciones sobre su vida privada y profesional.

La participación femenina en el nivel universitario impactará, además, en el ámbito laboral y en la representación política. En este sentido, si bien solo un 6% de los países del mundo tienen a una mujer como jefa de Estado y un 7% a la cabeza de un Gobierno, Ángela Merkel, quien ha sido la líder política europea más importante de los últimos diez años, ha demostrado que es posible un avance en la redistribución del poder político.