Pandemia

Contagios en escuelas: qué evidencia hay sobre la vuelta a clases en el mundo

Especialistas aseguran que los niños menores de 10 años son menos susceptibles al virus y contagian menos que los adolescentes; estos últimos lo hacen en igual proporción que los adultos.

Lucía Gardel jueves, 5 de noviembre de 2020 · 06:39 hs
Contagios en escuelas: qué evidencia hay sobre la vuelta a clases en el mundo

A 7 meses del comienzo del aislamiento obligatorio en la Argentina, la mayoría de las escuelas en el país siguen cerradas. Sólo volvió a la presencialidad el 1,1% de los alumnos, y el tema sigue generando controversia. En las últimas semanas incluso se crearon movimientos de padres organizados que piden por el retorno de los chicos a las aulas.

El fin de semana último la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, reveló que la intención del gobierno a cargo de Horacio Rodríguez Larreta (Juntos por el Cambio) es comenzar el ciclo lectivo 2021 en forma anticipada en febrero, mientras que el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, a cargo de Axel Kicillof (Frente de Todos), se sigue mostrando cauto ante la posibilidad del retorno de clases presenciales en territorio bonaerense. ¿Qué evidencia hay sobre la vuelta a clases y la COVID-19 en el mundo?

Segunda ola, pero con escuelas abiertas

Desde un primer momento con la extensión del virus en el mundo, allá por abril último, la mayoría de los países cerraron las puertas de sus escuelas ante el desconocimiento frente a la COVID-19.

Actualmente, el mapa muestra otro resultado. Europa está pasando por su segunda ola de casos de coronavirus, más grande incluso que la primera, y muchos países ponen cada vez más restricciones a la circulación. Pero la mayoría de las escuelas permanecen abiertas, como se puede ver en este mapa que armó Unesco para monitorear los cierres de escuelas en todo el mundo debido al coronavirus.

Qué evidencia existe hasta el momento

Los niños transmiten y pueden infectarse por COVID-19. Pero cada vez se pone más en duda el rol que juegan en la diseminación del nuevo coronavirus a la comunidad educativa. Los investigadores barajan cada vez más las posibilidades de que las escuelas no sean grandes focos de contagio y transmisión, según esta investigación publicada por la revista Nature. La evidencia está lejos de ser concluyente, pero los resultados son alentadores.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboró un documento publicado el 18 de octubre último titulado “Qué sabemos sobre la transmisión de la COVID-19 en escuelas” (“What we know about COVID-19 transmission in schools”, en inglés), para reunir la evidencia disponible hasta el momento.

En base a algunos estudios, el organismo afirma que “la apertura de escuelas no provocó un aumento de la propagación en la comunidad donde la infección era baja” y que es poco probable que “los niños y las escuelas sean los principales impulsores de la transmisión de COVID-19, cuando en la comunidad la transmisión es baja y cuando se aplican las medidas de mitigación adecuadas” (como el uso de tapabocas, distancia entre los alumnos, medidas de higiene y ventilación), aunque la información disponible es limitada.

Los brotes sí pueden ocurrir en circunstancias específicas, señala la OMS, y con pocas medidas de cuidado, como ocurrió en Israel: durante una ola de calor ocurrida en mayo, el Ministerio de Salud eximió a los alumnos de usar máscaras, en las escuelas se cerraron las ventanas y se utilizó el aire acondicionado y ello generó contagios.

En Inglaterra, los datos sobre brotes escolares demostraron que los adultos a menudo eran los primeros en infectarse. Un preprint (es decir, un estudio que aún no ha sido revisado por otros investigadores ni publicado en una revista científica) de la Salud Pública de Inglaterra (Public Health England, en inglés), una agencia del Departamento de Salud y Atención Social del gobierno británico, reveló que las infecciones y los brotes de SARS-CoV-2 fueron poco comunes en entornos educativos durante el primer mes después de la flexibilización del bloqueo nacional en Inglaterra (con un nivel de circulación bajo del virus), y que los miembros del personal tenían un mayor riesgo de contraer coronavirus que los estudiantes; la mayoría de los casos relacionados con los brotes estaban en el personal.

Otro estudio comparativo entre Finlandia (donde se cerraron escuelas) y Suecia (que sólo dejó abiertas guarderías y escuelas primarias), demostró que las tasas de infección en escuelas en los niños no fueron diferentes en ambos países. “En conclusión, el cierre o no de las escuelas no tuvo un impacto directo mensurable en el número de casos confirmados por laboratorio en niños en edad escolar en Finlandia o Suecia”, señala el análisis publicado por la Agencia de Salud Pública de Suecia.

Resultados preliminares de algunos estudios demostraron que incluso en lugares donde las infecciones de la comunidad estaban aumentando, los brotes en las escuelas fueron poco comunes, en especial cuando se tomaban medidas para disminuir la transmisión.

Más de 65 mil escuelas en Italia reabrieron en septiembre último, a medida que aumentaba el número de casos en la comunidad, pero sólo mil habían experimentado brotes 4 semanas después. En el 93% de los casos, sólo se informó una infección y sólo una escuela secundaria tenía un grupo de más de 10 personas infectadas.

“No hay evidencias sólidas para decir que la apertura de escuelas cambia el curso de la pandemia, como sí se demostró con la H1N1, donde cerrar las escuelas modificó la marcha de la pandemia, porque la población pediátrica era una población blanco para el virus de influenza. Esto no fue así con el SARS-CoV-2. Si bien los chicos no quedan fuera de la pandemia, no son la población más afectada”, señaló a Chequeado Elizabeth Bogdanowicz, médica Infectóloga Pediatra y miembro del Comité de Infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

En los Estados Unidos, la transmisión comunitaria se mantuvo alta en muchos lugares cuando las escuelas comenzaron a reabrir en agosto último, y la proporción de infecciones en los niños siguió aumentando, explicó Ashlesha Kaushik, portavoz de la Academia Estadounidense de Pediatría, a Nature.

Pero no está claro con qué frecuencia los brotes que se originan en las escuelas contribuyen a la transmisión comunitaria, porque otros factores, incluido el alivio de las restricciones sobre negocios y reuniones, también han contribuido a la propagación comunitaria, precisó Kaushik.

Los niños menores de 10 años contagian menos

Los estudios disponibles (aunque limitados) muestran que la susceptibilidad al virus aumenta conforme la edad. Los niños menores de 10 años son menos susceptibles a la infección que los adolescentes y los adultos. Así lo sugiere la OMS en el documento publicado en base a 2 estudios, uno de los cuales es un preprint.

Además, según el organismo internacional, los adolescentes transmiten el virus con tanta frecuencia como los adultos y más fácilmente que los niños pequeños (ver acá). Inclusive, según la OMS, más brotes fueron reportados en escuelas secundarias que en niveles iniciales o primarios.

En relación a este punto, la SAP sostiene: “No hay en la literatura médica información que avale el enunciado de que la población pediátrica sea la gran transmisora de la infección viral, tema sobre el que existe gran controversia entre los investigadores”.

“Los chicos en general hacen formas leves o asintomáticas, lo cual implica que tienen cualquier carga viral como los adultos. No son las grandes bombas biológicas que en algún momento se pensaba”sostuvo en la misma línea Ángela Gentile, jefa del Departamento de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez e integrante del Comité de Expertos de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación, en una entrevista en radio Futurock.

“Van a hacer formas más leves y con menor carga viral, igual que si fuera un adulto pero de forma más leve. No es complicado que vuelvan a clases mientras se haga con protocolo. No contagian más que un adulto. Tenemos que aprender a vivir con el coronavirus, y entre ellas las clases”, apuntó la especialista.

El impacto negativo de la no presencialidad

“Así como hay chicos que están deteriorando su calidad alimenticia, hay otros que están aumentando de peso, y tanto la desnutrición como la obesidad son problemas”, señaló Bogdanowicz. “El impacto negativo de la cuarentena en los chicos es importante. Trastornos de conducta, del sueño, violencia familiar, situaciones que marcan la necesidad de que la escuela vuelva a ocupar un lugar en la vida del chico”, concluyó la médica.

“Fueron muchos meses en un contexto de debacle económica, muchas familias deben estar en situaciones complejas. Hay distintos indicios de que hasta tiende a aumentar el maltrato familiar, y de que afecta gravemente la vinculación pedagógica con los alumnos”, señaló a este medio Cecilia Veleda, doctora en Sociología de la Educación y directora del Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD) durante la gestión de Cambiemos. Y finalizó: “No caben dudas de que los chicos estarían mejor cuidados en la escuela y también con oportunidad para aprender mejor”.

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