Agustín Salvia señaló que este es "el gobierno del fin de un ciclo" y que hay 6 millones de personas "descartadas"
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina, explica los nuevos índices que desarrolló su equipo y cuál es la situación social que atraviesa el país

Agustín Salvia, director del ODSA, conversó con MDZ sobre la situación social que atraviesa el país; un país que dejó de ser de clases medias para estar integrados por "tercios" que demandan y piden por necesidades diferentes. Salvia responde a los desafíos que esto plantea, cómo enfrentarlos y qué les depara en el futuro especialmente a los sectores más pobres.
-Agustín, quería empezar hablando de un informe que sacaron hace poco ustedes desde el ODSA, sobre el estrés económico. Me llamó la atención que, hasta sectores medios y altos, están sufriendo más estrés económico ¿Qué es ese término? ¿Qué significa?
-A ver, se introduce el estrés económico como una medida de privación económica. Pero medido de forma directa a través de la experiencia que la gente tiene de sus propios gastos y de sus propias necesidades. Hay un factor subjetivo que atraviesa a la medición. Pero hay otro factor que es "¿Cuánto venía cubriendo mis necesidades con los ingresos que tenía y cuánto, el último mes, pude cubrir esas necesidades? ¿Tuve posibilidad de ahorro o no cubrí mis necesidades ni pude ahorrar?". Es una autopercepción de la situación económica del hogar y la introducimos para que justamente genere un poco de debate, frente a situaciones, que se argumenta que ha venido bajando la pobreza, aspecto que objetivamente ocurre en materia de pobreza monetaria a través del índice de pobreza, pero este aspecto logra medir la práctica concreta de la familia.
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-Si yo tengo que resumirlo en una frase sería "me alcanzó o no me alcanzó".
-Exactamente. Y frente a esto, una respuesta objetiva, como si estuviste ocupado o no estuviste ocupado el mes anterior. Es un instrumento de una encuesta. Pero como tal, da cuenta de que casi el 50% de la gente está en esa situación. Y un dato importante, es que viene creciendo en los últimos 15 años. Es decir, casi sistemáticamente. Hay altibajos, pero viene creciendo de manera sistemática esta cifra, de un 30%, en el año 2010 o 2011, a este casi 50% ahora. Acompaña a un proceso de deterioro económico de la sociedad y, como bien mencionaste, el informe destaca que atraviesa a los distintos estamentos sociales, aunque con distinta magnitud. Es decir, los más pobres experimentan mucha más autopercepción de que no alcanzan los ingresos y los sectores medios altos, mucho menos.
Sin embargo, en todos aumenta, sobre todo en los bajos y en los medios. Y en el último período, sí, todos crecieron. Se mostró que, más allá de una mejora por caída de la inflación, los ajustes producidos los primeros tres meses del año lograron generar un efecto muy corrosivo sobre el presupuesto familiar, a partir de las políticas de ajuste y liberalización económica. Ya sea por herencia, ya sea por decisión política. Después de eso, hay una mejora, que es una estabilización de la sociedad, de la situación económica de la gente y la recuperación de los salarios. Bajan los precios, baja la inflación fuertemente. Sin embargo, no afloja la autopercepción de que no te alcanzan los ingresos.
-Hablaste justamente de la medición de pobreza monetaria. Lo clásico, digamos, en términos de mediciones. ¿Cómo se mide hoy en Argentina? ¿Se mide bien? ¿Se mide mal?
-Mira, es la única medida que tenemos que tiene una continuidad en el tiempo. Y es relativa, porque van cambiando los métodos o las estrategias de medición. En un Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, que recién ahora se ha regularizado y que tiene un plan de mejora sistemático, bueno, no tenemos series históricas que midan la pobreza por ingresos de manera histórica. Hay que reconstruirlos. Los expertos, lo que hacemos, es reconstruir esa serie. Pero no hay una medida oficial. Y, lo que toma esta medida oficial de pobreza por ingreso, es que compara, contra el valor teórico de una canasta básica alimentaria más un complemento de otras necesidades de ingresos en materia de gastos de servicios y otros bienes que se puede requerir en una familia de clase media baja...toma ahí el valor de una canasta. Hoy, 1.100.000 pesos para una familia tipo, de dos adultos y dos niños. Y todavía una canasta más básica, que es la canasta básica alimentaria y que está alrededor de 400.000/450.000 pesos, para una familia tipo. Y las compara contra los ingresos que tuvo ese hogar. Entonces, es pobre quién no llega a ese umbral. Es pobre quien no llega al umbral de 1.100.000 pesos, a la línea de pobreza, o es incluso indigente (pobre extremo), quien no cubre la canasta básica alimentaria.
¿Qué ocurre? En principio, siempre esta medida es una pobre medida para medir pobreza, porque no mide directamente la capacidad que tiene el hogar de acceder a bienes y servicios, ni incluso de invertir en capital humano, ya sea en educación, salud, vivienda...no evalúa los aspectos sustantivos de los recursos que hace posible un buen vivir, o un mínimo buen vivir, ni tampoco las capacidades que se tiene de estar mejorando sus condiciones materiales de vida, incluso simbólicas o culturales.
Entonces, es una pobre medida para medir privaciones económicas injustas. Pero es una medida estandarizada, globalizada, se mide en muchos países. En América Latina se ha generalizado. Y esta medición tiene varios problemas. Cuando aparecen procesos de aceleración inflacionaria, tiende a retrasar lo que es la medida de cuánto ingreso yo recibía al principio de un mes, a partir de los ingresos del trabajo que tuve el mes anterior ,y cuánto es el valor de esa canasta durante el mes que está en curso. Entonces, se acelera la inflación y tendés a subestimar o sobreestimar los ingresos, dependiendo de cuando registraste esos ingresos. Y en momentos de desaceleración inflacionaria, pasa lo contrario. También produce un efecto de mal registro, es decir, como que el termómetro no mide correctamente en esas dos dinámicas, y mucho más cuando hay procesos de cambio del sistema de precios como hubo en Argentina en este año y medio. Cuando por una parte también antes de la crisis del cuarto trimestre del año 2023, teníamos tarifas planchadas... luz, agua, digo, transporte, comunicación...estaba todo controlado. Y esas tarifas planchadas hacían que tus gastos corrientes tuvieran mucha más posibilidades de efectivizarse en alimentos, vestimenta, más allá de la inflación, porque tenías pocos gastos fijos. Entonces, ahora, cuando viene el proceso de ajuste y liberalización económica con Milei, lo que deviene es un ajuste tarifario que hace que las tarifas empiecen a aumentar. Todos los gastos fijos te empiezan a aumentar, por sobre los demás precios de los bienes que consumís, y esto hace que en realidad los hogares puedan tener más ingresos, porque baja la inflación, más ingreso real, incluso porque recuperen el empleo, o porque haya mejoras salariales. Pero, sin embargo, no tenés actualizado el valor de la composición de la canasta, ni de los precios, y por lo tanto tus gastos están mucho más depositados en pagar las cuentas fijas, que en tener capacidad de ingreso corriente
- ¿Y por eso seguiría creciendo el estrés económico?
-Por eso seguiría creciendo ese estrés económico. Por eso no te aumenta el consumo en los supermercados. Por eso aumenta el uso de tarjeta de crédito, porque la gente se endeuda. Por eso crecen también los impagos, porque se endeudan pero no logran cubrir el fin de mes. ¿Por qué? Porque vas teniendo gastos fijos que son muy fuertes, muy importantes, necesarios quizás para una economía que necesitaba actualizar sus precios en tarifas. Pero lo está ocurriendo, entonces, es que no estamos midiendo bien la capacidad de consumo, usando el termómetro de la pobreza por ingresos que mide oficialmente el INDEC, o que también medimos nosotros. Es decir, hay un desajuste entre la herramienta, el instrumento de medición, y lo que pasa efectivamente en la realidad. A eso se suma otro aspecto. Otro aspecto, es que el INDEC también, como parte de su plan de mejora, durante todo el año 2024, estuvo mejorando el instrumento de medición de la Encuesta Permanente de Hogares...
- ¿Qué le sumó y qué le sacó?
-Le sumó preguntas sobre trabajo en negro, trabajo no registrado, por lo cual medimos mejor cuál es el nivel de los sectores y las actividades que tienen empleo no registrado. Captó empleos no registrados de muy baja subsistencia, de muy bajo nivel. Incorporó indicadores que permiten medir si alguien recibe programas sociales, qué tipo de programas sociales. Antes era genérico la captación de los programas que podían recibir del Estado o de una organización social. Ahora se particulariza cuánto es lo que se recibe por Asignación Universal por Hijo, por Tarjeta Alimentar, por becas...Se identifica o se diferencia, al interior de las jubilaciones, cuánto es por pensión, jubilación, moratoria, jubilación contributiva...mejoró de manera importante las mediciones que teníamos.
-En cuanto a eso, me quedo con el tema de trabajo en negro y no registrado. Vos hace poco dijiste en una entrevista que, en el modelo de país actual, ya hay 1/3 de la población que no se lo puede incorporar o es muy difícil. ¿Qué hacemos con eso?
-A ver, "masa sobrante", "descartados", según nuestro Papa Francisco... "masa marginal" en la teoría política de José Nun. Es una población que el modelo económico no requiere para su dinamismo productivo. Y la Argentina, producto...no de este gobierno, ni el anterior, te diría por una acumulación de mala praxis de política económica de los últimos 30 años, incluida la dictadura, pero también incluido todo el período democrático, llevó a que capas crecientes fueran siendo expulsados del mercado de trabajo formal, quedando en una economía de subsistencia.
Eso, hoy por hoy, son 5 o 6 millones de personas que están en una situación de fuerza de trabajo, que no se los requiere en el mercado de trabajo, tampoco tienen las calificaciones para atender las demandas del nuevo mercado de trabajo que se viene, pero tampoco hay una demanda para esas personas, ni incluso si estuvieran capacitadas. Porque no tenemos los ritmos de inversión que requiere un país que demande más mano de obra y por lo tanto los incorpore. Esa población, es una población marginalizada, excluida. Y a esa población excluida, obviamente, se la ha atendido sistemáticamente en los últimos gobiernos, sobre todo en el siglo 21, en el marco de los gobiernos kirchneristas y también en el gobierno actual de Milei, con más programas sociales. La forma que tiene de atender o asistir a esa población es asistiéndola, no con oportunidades de empleo, sino con más programas sociales que permitan cubrir sus necesidades básicas, mínimamente, crear un mercado informal, a partir del cual ellos venden productos o servicios, y también los propios pobres informales compran de ahí sus bienes y servicios. Y en esa lógica, se cristaliza una población excluida en la sociedad argentina, que también sufre de subciudadanía política. Te diría que tiene hasta un lenguaje distinto al resto de la sociedad. Es decir, es una sociedad fragmentada de la nuestra. Entonces, el tercio superior de clases medias profesionales y ese tercio intermedio de clases medias, o ese tercio de segmentos informales pobres, en realidad tienen semióticas distintas. Demandan proyectos, horizontes distintos. Tienen expectativas distintas.
-¿Y con qué factores lo podemos unificar todo eso?
-Necesitaríamos una construcción de una política de Estado, estratégica, de mediano y largo plazo. Requeriríamos consensos o acuerdos políticos de mediano y largo plazo, capaces de pensar, no solamente cómo nos transformamos en un modelo agro-minero exportador con intensidad tecnológica, sino también cubrimos necesidades de más... y multiplicar la pequeña y mediana empresa, creadora de empleos semi calificados o de alta calificación, capaces de exportar, pero al mismo tiempo crear empleo genuino, formal. Hacia atrás es muy difícil cubrir las necesidades de esos 5, 6, 7 millones de personas en esa situación. Lo que deberíamos es cortar este circuito vicioso
- ¿Son generaciones ya perdidas, podríamos decir, aunque duela?
- Aunque esto duela, no es fácil que en el corto o mediano plazo puedan incorporarse a una economía dinámica, integrada, de plena ciudadanía, tanto económica como social y política. Pero deberíamos pensar en invertir en capital humano, en las próximas generaciones a nivel de la infancia...niños, niñas mucho más educados, con doble jornada escolar en los sectores pobres, escuelas secundarias técnico profesionales con salida laboral, formación técnica y actualidad...y esos jóvenes con promoción para poder incorporarse a un primer empleo pleno. Bueno, esas políticas requieren también de un Estado activo que haga política activa para la promoción del desarrollo humano intergeneracional. Quizás, por mucho tiempo se mantenga la política asistencial, pero en algún momento hay que revertir esa política asistencial con políticas activas de inclusión y desarrollo. Políticas que generen riqueza, no que generen subsidios, sino que promuevan la inversión a través del crédito, que promuevan la capacitación, tanto en el lugar de trabajo como en las escuelas. Necesitamos una revolución educativa capaz de generar ,justamente, esos capitales humanos que hoy por hoy nuestros niños y nuestros adolescentes no tienen y que deberíamos dotarlos, ayudarlos a tener. Incluso, una revolución educativa que debería tener que salir de la escuela misma. Debería incorporar al mundo de la comunicación como parte de una plataforma de formación y de inversión en capital humano.
-Sobre eso te quería preguntar Agustín: la educación. Siempre se habló de la educación como la herramienta de movilidad ascendente en este país, que se jactaba de eso. Te quería preguntar si hoy sigue siendo una herramienta para ello.
-No, solo para el tercio superior. Las dotaciones educativas son aprovechadas, y producen una herramienta de ventaja y de competitividad, dentro del 30% de los jóvenes de clases medias y medias altas. Para los jóvenes, incluso de clases medias vulnerables, terminar un secundario es una oportunidad, tal vez, para no caer en una situación peor, pero no para lograr un proceso de ascenso. Cuando le preguntas a la gente si, en términos comparativos, esos jóvenes de 20/30 años, hoy trabajando en trabajos informales o cuasi formales, cómo están hoy con respecto a sus padres, dicen claramente que están peor...que sus padres estaban mejor.
Y entonces, ha habido un proceso de movilidad social descendente en nuestras clases medias, se van empobreciendo, se van debilitando. Y ese debilitamiento es también un debilitamiento político, ciudadano y simbólico. No solamente en materia económica o en materia de capacidades de trabajo. Ese deterioro es un peso muerto para un país que requiere de políticas de largo plazo y de inversión en materia de desarrollo económico, social y ambiental de largo plazo. ¿Por qué digo que es un peso muerto? Porque esas clases incluso demandan más que los sectores más pobres, más que esa que ese tercio excluido de masa marginal y de descartados. Esa clase media demanda más que lo que demandan los descartados. Pero hay muy pocas posibilidades para satisfacer esas demandas. En el corto plazo, no es fácil lograr que caiga la inflación, que haya estabilidad económica y que se pueda planificar mejor la vida cotidiana. La demanda de más empleo y mejores salarios, incluso la posibilidad de acceder a una jubilación cuando se tenga 70 años, para esos jóvenes está clausurada.
-Y Agustín, por lo que me contás, Argentina ya no es un país de una gran clase media, pero ¿podemos seguir aspirando a serlo?
-Yo pienso que se viene una etapa buena, en materia de de crecimiento económico, a partir de, justamente, las oportunidades que tiene Argentina de penetrar en el mercado mundial a través de estos productos primarios. Pero en la medida que se incorpore intensidad tecnológica, que haya diversificación tecnológica alrededor de este sistema de producción agro-minero. En la medida que eso ocurra, irradiará sobre los sectores de empresas con un perfil nuevo, con un perfil tecnológico que, aunque demande poca mano de obra, va a demandar mano de obra tecnificada. Esta oportunidad va a haceer que Argentina tenga un crecimiento económico importante y se creen condiciones para que efectivamente haya políticas estatales activas, capaces de generar otras oportunidades para estos segmentos que van quedando atrás. Tengamos en cuenta también que se viene una etapa de mayor localismo o de mayor federalismo. Más allá de que hay que valorar que mantengamos una economía en condiciones de equilibrio fiscal y con variables macroeconómicas relativamente estables, todavía estamos en transición.
Hay algo que defender alrededor de esto, porque es condición necesaria para que todo lo demás pueda ocurrir. Pero, en esas condiciones, le va a tocar a las provincias y a los municipios una labor mucho más importante en materia social. La educación, la salud y la asistencia social están en manos de las provincias y de los municipios. Es ahí, ellos son van a ser los grandes protagonistas de donde instalar o reinstalar lo social y donde construir ciudadanía. Ahora, obviamente alguien dirá "¿y con qué presupuesto?" Bueno, ahí viene la necesaria reforma fiscal de coparticipación. Una forma alternativa de no esperar que el Estado coparticipe con las provincias, sino que las provincias sean quien coparticipe con el Estado nacional. Es un esquema completamente distinto. Quien capta impuestos son las provincias y ellos coparticipan. Y, en todo caso, o hay un mix dentro de esa estructura. Necesitamos una reforma fiscal y de cofinanciamiento de las provincias, así como necesitamos también una reforma laboral que haga que se adapte a las condiciones de empleos mucho más dinámicos, flexibles, que manteniendo las la protección laboral y manteniendo una protección en la seguridad social de los trabajadores justamente facilite la incorporación de trabajadores que no están registrados en una economía y que favorezca que la pequeña y mediana empresa tenga potencial para salir adelante, sin tener un peso muerto en costos laborales que son insostenibles. Eso no quiere decir que no haya mejores salarios, porque los salarios hay que ir ganando con mayor productividad.
Pero bueno, fíjate que la Argentina que viene es una Argentina de reformas. Yo te diría que, hoy por hoy, cuando uno piensa "este es el gobierno de las reformas estructurales", yo pienso que este es el gobierno del fin de un ciclo y es una transición. Pienso que tiene parte de lo viejo y todavía está queriendo construir lo nuevo y está en ese proceso. Pero lo nuevo no lo va a poder construir un gobierno, lo van a tener que construir acuerdos políticos de largo plazo.