José Pepe Mujica: "Una cosa es vivir y otra cosa es contemplar nuestra vida con ojo crítico para aprender"

José Pepe Mujica murió y dejó un legado que trasciende lo político. Su calidez humana atravesaba sus ideas que se transformaron en estandarte para varias generaciones. En el 2020, en plena pandemia, Mujica tuvo una profunda charla con MDZ Radio donde ahondó sobre temas humanos y cotidianos.
Te Podría Interesar
El detrás de escena de la entrevista fue caótico, la comunicación telefónica falló en reiteradas oportunidades ya que la señal de celular desde su chacra no era buena. En un momento y después de 3 intentos fallidos, el ex presidente de Uruguay y su esposa Lucía ofrecieron amablemente realizar la comunicación desde la línea particular de su domicilio. Ambos estaban predispuestos a hablar desde lo más básico pero tan difícil de encontrar...una pura humanidad que trasciende las ideas e ideologías.
-Buenas tardes Pepe, gracias por atendernos
-Buenas tardes, señor.
-Bueno, primero quería pedirle una impresión de este momento que estamos atravesando, que estamos viviendo como latinoamericanos. ¿Cuál es la mirada que tiene Pepe Mujica, un hombre que ha vivido tanto tiempo y que ha tenido la experiencia de gobernar un país?
-Bueno, lo más claro de esta coyuntura es que lo que más crece es la incertidumbre de todo tipo. ¿Cuál es el porvenir de la economía? ¿Cuáles son los avatares políticos que nos vienen? ¿Cómo va a evolucionar el trabajo? Hay un conjunto de interrogantes que no se pueden despejar.
-¿Cómo evalúa el desempeño de las clases dirigentes, de los políticos, de los economistas, también de la dirigencia religiosa o de la dirigencia social? ¿Cree usted que ha estado a la altura del momento histórico que estamos viviendo como humanidad, como países?
-No, pienso que no, que estamos muy lejos. Este es un fenómeno... En realidad la globalización ha sido construida por el avance de la economía de carácter transnacional y es un formidable fenómeno de mercado, de mercado de la economía y del mundo financiero y de la explosión tecnológica. Pero la globalización no es una construcción política. Lo que menos existe es una visión global, centralizada, medianamente que trate de sintetizar el todo, sino que cada país sigue como venía y ahí lo más importante es quién gana las elecciones que vienen, si hay elecciones y si no cómo se mantiene el régimen que hay. Pero de mirar la globalidad de lo que pasa en el globo y a dónde va nuestra civilización, no existe una cabeza de mando que se preocupe de eso.
Por lo tanto los dirigentes han sido sorprendidos por este fenómeno y hemos visto las más diversas actitudes frente a este mal que se nos presentó, con resultados de los más diversos. Allí donde se entendió con rapidez que este era un peligro de contagio muy fuerte y se tomaron medidas. Los costos parecería que son, desde el punto de vista humano, un poco menores. Donde se menospreció la capacidad de difusión de esta enfermedad de entrada y bueno, se desató una que es difícil de dominar.
-Habitualmente cuando uno habla con la gente que uno tiene cerca, con los amigos, con los afectos, surge la pregunta inevitablemente de cómo quedará el hombre o la mujer después de esto, desde lo individual y desde lo social. ¿Seremos mejores? ¿Seremos peores? ¿Aprenderemos algo?
-Esperamos que aprendamos, pero más allá de lo que podamos aprender, van a aparecer un conjunto de fenómenos. Por ejemplo, ha habido una multiplicación acelerada de algo que venía, que es el avance del mundo digital. Ahí va a haber un salto abrupto y naturalmente es probable que esto afecte el trabajo de muchísima gente, de muchísima gente.
Por otro lado, el concepto de Estado estaba bastante deprimido, muy golpeado, y ante el peligro todas las sociedades de una forma u otra acuden al Estado, le piden cuenta y responsabilidades del Estado. ¿Cómo ha pasado en general siempre en los momentos de peligro en la historia humana? ¿Qué Estado saldrá de acá? No sabemos. Hay un lenguaje confuso en el área industrial del mundo, en el área desarrollada.
Se habla de reindustrialización, se habla de no depender tanto del mundo exterior en ciertas cuestiones que hacen a la seguridad, como los temas de salud, el desarrollo de una farmacia propia. No sabemos si se va a desembocar en brotes chauvinistas. En fin, le resumo, amigo, no creo que esté nada claro, pero seguramente va a haber diferencias importantes con respecto a la situación previa a la aparición de este virus.
- ¿Por qué cree que nos cuesta tanto aprender que estamos implicados en la vida del otro?
-Porque esta etapa de nuestra civilización tiende a acentuar el individualismo, el papel y el valor del individuo, por encima de todo, y se mal interpreta el concepto de libertad. La libertad soy yo. En realidad mi libertad de yo, si no tiene la cobertura, el amparo en términos relativos de la coexistencia en el marco de la sociedad, es francamente una utopía, es inviable, porque no somos felinos, somos animales gregarios, y como biológicamente somos gregarios, estamos construidos para vivir en sociedad, y entonces mi libertad también está en la marcha del conjunto de la sociedad, que si bien a veces me crea un problema, también me ampara, me ampara. ¿Qué sería de nosotros si cada uno se tuviera que hacer los zapatos, la ropa que tiene puesta, construirse la vivienda en la que vive, mantener los aparatos que tiene, etcétera? En realidad, si tuviéramos que vivir de a uno, probablemente estaríamos con suerte tapados con un cuero.
-Pero probablemente si estuviéramos, si tenemos que pensar en esa dirección, hay muchas otredades que siempre quedan relegadas. Usted recién hablaba del chauvinismo, pensaba que esta pandemia también tiene un eco en las poblaciones migrantes, lo ha tenido, pero también al interior de cada país, en poblaciones que parecieran ocupar el tercer, cuarto y quinto lugar en las últimas prioridades de cualquier política, y allí nos encontramos, por ejemplo, con las poblaciones carcelarias. Yo supongo que usted está al tanto de todo lo que ha discurrido con respecto a estos temas, no sólo en nuestro país argentino, sino también en distintos puntos del globo. ¿Qué reflexión le ha suscitado ese tema?
-Sí, naturalmente. Sobreviven en nuestra sociedad multitud de iniquidades y de contrasentidos, sin ir al mundo de las cárceles, mucho menos al mundo de los viejos, y sobre todo de los viejos pobres, de la gente envejecida, que tiene que cargar con su soledad y termina en algún refugio que es un amontonamiento de viejos, y ahí ha sido dramática la situación, porque es básicamente dramático, y expresa además la debilidad en nuestro sentido de familia, en nuestro sentido de cobertura, de un mundo en que los jóvenes tendrían que ocuparse de la vida de los viejos, pero eso está roto, sencillamente, y no encontramos mecanismos que permitan irse de este mundo decentemente a la gente envejecida, que pertenece a los estratos más comunes y más humildes de la sociedad, y eso está pasando en el mundo entero, y no lo vemos si no queremos, tal vez en algunas sociedades asiáticas sea un poco distinto por razones culturales, bueno, ni que hablemos de las cárceles.
-Pepe, respecto del tema de los viejos, usted decía en alguna otra entrevista que lo más doloroso que tiene que atravesar una persona después de la muerte, tal vez para el círculo de los afectos, es la soledad, y estaba haciendo referencia sencillamente a eso, de ser viejo y de ser pobre y de estar solo, es decir, cuántas cosas malas juntas en el marco de esta pandemia que estamos atravesando, ¿por qué cree que los sistemas políticos no dan ese tipo de respuestas a los viejos?
-El problema no empieza en los sistemas políticos, empieza en la fractura de nuestras familias, en cambio aquella familia numerosa de muchos escalones ha desaparecido y el sentido de familia está reducido a lo sumo a la pareja humana y algún hijo, no mucho, y ahí termina, y parece que no tenemos ninguna obligación con los viejos más que disimular el que los olvidamos. Y esto es un problema cultural que es duro de decirlo. Si los gobiernos no puedan juntar los recursos como para garantizar públicamente una vejez medianamente acompañada y medianamente humanizada, no tiene que sorprendernos tanto, porque en primero los recursos económicos que se precisan son mucho más importantes de lo que parece. Téngase presente esto. Atender bien un viejo en el mundo de hoy desde el punto de vista económico, si lo tiene que hacer el Estado, supone un bruto presupuesto. Y al parecer nuestras sociedades no están dispuestas a sacrificar su argot diario en una deuda de este tipo. Y merecería una discusión pública y merecería que tuviéramos el coraje de tomar decisiones públicas. No se lo atribuyamos sólo a los gobiernos, porque es muy fácil quitarse la responsabilidad, pero yo creo que la responsabilidad es de los gobiernos, porque en el fondo están expresando las debilidades que tiene nuestra propia sociedad. Es medio crudo lo que estoy diciendo.
-Claro, claramente que nos tocan los gobiernos que hemos podido crear y construir como sociedades. Está claro lo que está diciendo y eso me permite hacerle otra pregunta y que tiene que ver con una mirada sobre el sur continente. ¿Cómo ve esta parte del mundo? Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú, Ecuador. ¿Cómo ve a estos países en este contexto, Pepe?
-Estamos complicados, venimos complicados, tenemos una vieja deuda. Desgraciadamente el Estado Nacional se lleva todo y no nos queda aliento para mirar por América. Y si miramos por nuestro Estado, sólo por nuestro Estado, lo único que hacemos es multiplicar nuestras debilidades. No hemos podido cumplir con los sueños de los viejos libertadores. Fundamos muchos países, pero no hemos podido fundar la nación y somos presos de nuestra propia debilidad. Pero nuestra debilidad, los problemas de integrarnos, los problemas de juntarnos, los problemas de pelear ciertos intereses, los problemas de ser algo en el mundo contemporáneo están pospuestos, porque el escenario de quién gana las elecciones que viene en cada uno de los países y quién se mantiene parece ser lo central. Y el destino de todos juntos es un destino subrayado desde el punto de vista intelectual. Pero no hemos podido transmitir esa urgencia y esa necesidad a las masas de nuestro pueblo. Y lo que no está en el corazón de las masas no existe como verdad histórica.
-Pepe, le hacemos una última pregunta. La pregunta es más personal y tiene que ver con cómo pasa usted ésta cuarentena, cómo gasta su día, cómo gasta las horas.
-Yo paso fenómeno. Primero que tengo 12, 13 años de entrenamiento en condiciones muy paupérrimas. Tuve casi 7 años sin un libro. Así que tuve mucho que aprender a hablar con el que llevo adentro. Esto para mí es una pavada. Lo que para otros puede ser un verdadero trauma para mí es... Y además vivo en una chacra bastante grande. Me gusta el campo, trabajo la tierra, me entretengo, amo la naturaleza. La paso fenómeno.
-Pepe, en ese diálogo consigo mismo, ¿cómo hace para lidiar con los pensamientos de futuro? ¿Qué recomendación dice en ello? ¿Cómo se mejora ese diálogo con uno mismo para lidiar con el pensamiento de futuro?
-Si le queremos poner términos difíciles, llamémosle introspección. Prefiero decir hay que hablar con el que llevamos adentro. Adentro de nosotros. Tratar de conocernos más a nosotros mismos. Lo más difícil, el consejo socrático. Conócete a ti mismo. Haz balance de tu vida, las etapas que has vivido y míralas críticamente a la distancia y cuántas cosas reaprenderás. Porque una cosa es vivir como se vive apresuradamente una película y otra cosa es contemplar nuestra propia vida desde la distancia con ojos críticos para aprender de nosotros mismos.