Dura realidad

El verdadero indicador que debería preocupar a los mendocinos

Los números indican que la situación en la provincia es más grave que en el resto del país. El porcentaje de pobreza revela la profundidad de la crisis económica en Mendoza. Un ejemplo de la realidad que a diario nos negamos a ver.

Mariano Bustos
Mariano Bustos domingo, 4 de abril de 2021 · 06:56 hs
El verdadero indicador que debería preocupar a los mendocinos
Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ
El verdadero indicador que debería preocupar a los mendocinos
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Los indicadores de pobreza revelan que detrás del orgullo mendocino y de las ideas fantasiosas de formar una república separatista, existe un serio problema estructural en la provincia. Mendoza es pobre. Casi la mitad de su población no supera la línea de pobreza y las perspectivas a futuro son poco esperanzadoras. Sobre el Corredor del Oeste, a metros de uno de los barrios privados más caros de la provincia, crece un asentamiento mientras los automovilistas nos seguimos haciendo los distraídos. 

"El Urundel es un asentamiento en el que ya se está trabajando hace tiempo. Es un proceso lento, continuo. Están censadas y relevadas las familias y en algún momento les daremos solución definitiva", señaló el intendente de Godoy Cruz, Tadeo García Zalazar. Además, reconoció que  no están contando con ayuda nacional y aseguró que una obra como el GIRSU hubiese sido útil para mejorar la situación de esas familias. Es sobre esos puntos que la provincia debe olvidar las banderas partidarias y trabajar para mejorar la calidad de vida de aquellos ciudadanos que viven en la marginalidad. 

Pero más allá de ese caso puntual, se necesita un plan estratégico para volver a generar actividad y riqueza en Mendoza. La vitivinicultura no alcanza -sus trabajadores van al paro por sus sueldos de hambre-, el turismo internacional dejó de existir por la pandemia, la producción de petróleo se desploma y gran parte de la ciudadanía le cerró la puerta a la minería. 

En la provincia de Mendoza falta empleo privado y no es un problema nuevo sino que se arrastra desde hace más de una década. Se hacen esfuerzos para transformarnos en la "tierra del conocimiento" y está bien que así sea, pero hay que entender que esa no es la solución definitiva para este enorme problema. Por más medidas que tome la provincia en materia fiscal para generar un escenario propicio para el arribo y desarrollo de la industria del conocimiento, debe saber que se trata de una actividad "nómade" que en el mundo se caracteriza por la facilidad con la que arman las valijas y se trasladan a otra jurisdicción o país donde hay mayores beneficios. 

Mendoza cuenta con un ecosistema adecuado con recurso humano capacitado y condiciones de vida atractivas, pero la volatilidad de la macroeconomía argentina puede hacer cambiar el aire de un momento a otro.

A pesar de ello, es indispensable seguir ese camino. Continuar generando condiciones tentadoras para que se desarrollen actividades como esa o sancionando leyes que le abren la puerta a otras como la producción de aceite de cannabis.

Los números hablan por si solos pero muchas veces preferimos no escucharlos. El empleo privado en Mendoza no crece desde hace más de 10 años. La economía provincial creció un 0,3% en promedio durante una década, incluso por debajo del 0,6% a nivel nacional

El desempleo superó el 10% y esta semana los trabajadores de bodegas salieron a las calles a protestar porque cobran sueldos de 27 mil pesos por mes.

Pero sin lugar a dudas hay un número en particular que duele e interpela. El 44% de los mendocinos está por debajo de la línea de pobreza. Es decir, casi la mitad de los ciudadanos son pobres. Incluso un porcentaje mayor que el 42% a nivel nacional.

Es imperioso entender que Mendoza no es la provincia rica de la cual muchos buscan presumir. 

Sin turismo, con la producción de petróleo en baja y con una vitivinicultura que no logra ni sentar en una misma mesa a sus referentes, parece poco posible lograrlo. Rescatar a IMPSA con 5 o 20 millones de dólares tampoco lo solucionará. No se trata de rescatar a la empresa que llena de orgullo a los mendocinos ni de evitar el despido de sus trabajadores. Tampoco de garantizar la concreción de la obra Portezuelo del Viento, una obra importante que traería oxígeno pero que no termina con los problemas de fondo.

 El verdadero desafío sería-en todo caso- reactivar IMPSA para que vuelva a brillar en el mundo. Pero para que eso sea posible no alcanza con el dinero del gobierno provincial o nacional, se necesitan políticas de Estado. Entender la necesidad de lograr estabilidad, confianza, poder proyectar a largo plazo, no cambiar las reglas del juego. Parecen cosas simples pero la historia nos ha demostrado que nos cuesta conseguirlas. Y mucho.

 

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