Opinión

Cada época tiene su fascismo, y a aquellos que lo permiten

En 1946, en la Casa Blanca había incertidumbre. Se terminó la Segunda Guerra Mundial, un mundo nuevo se avecinaba y nadie sabía cómo enfrentarlo. Los objetivos e intereses eran otros pero un adversario amenazaba un valor fundamental: la libertad. La respuesta llegó en forma de “Telegrama Largo”.

Juan Cruz Zalazar jueves, 30 de diciembre de 2021 · 19:49 hs
Cada época tiene su fascismo, y a aquellos que lo permiten

Juan Cruz Zalazar, analista en Relaciones Internacionales y director general de Diplomacia Activa.

George Kennan, un diplomático estadounidense relativamente joven que servía en la Unión Soviética, plasmó en el conocido “Telegrama Largo” el marco filosófico y conceptual para entender la política exterior de Stalin y las bases de cómo enfrentarlo. Allí, escribió que “en este dogma (comunista), encuentran la justificación a la dictadura sin la cual no sabrían cómo gobernar, a las crueldades que no se atreverían a infligir, a los sacrificios que se sienten obligados a exigir. En nombre del marxismo sacrificaron todo valor ético de sus métodos y tácticas”.

Viene de formas e intensidades diferentes, algunos hablan por la izquierda, otros por la derecha pero por más que el envase cambie según el contexto, la esencia de gobiernos y líderes fascistoides, que se enfrentan a la idea de progreso, es similar. Primo Levi, sobreviviente del Holocausto, sostiene que “la concentración de poder niega al ciudadano la posibilidad de expresar su propia voluntad. A esto se llega de muchas maneras y no necesariamente con el temor de la intimidación policíaca; sino negando o distorsionando la información, contaminando la justicia, paralizando la educación y defendiendo de modos muy sutiles la nostalgia de un mundo en el que reinaba el soberano orden y, en el cual, la seguridad de los pocos privilegiados descansaba sobre el trabajo y el silencio forzado de muchos”.

Argentina tiene su propia versión. El Gobierno nacional, encarnado en la figura de Cristina Kirchner y sus secuaces, muestra altos niveles de cinismo. El ataque a la prensa, a la libertad de expresión, a la alta educación, a quienes piensan diferente y a la separación de poderes, son moneda corriente. La intervención del Estado en todas las aristas de la actividad económica, a su vez, restringe la inversión, la innovación y la capacidad de emprender y generar valor que tenemos los individuos.

“No hay ciudadanía, sino pueblo; no parlamento, sino asamblea; no elecciones, sino concentraciones y plebiscitos; no democracia interna, sino caudillismo; no programas ni argumentos, sino mensajes directos a la emoción, para provocar el miedo y así la adhesión al líder y su movimiento salvador”. Norbert Bilbeny, filósofo.

El peronismo del siglo XXI, con sus diferentes títulos, llega al poder democráticamente, pero eso no lo hace un movimiento democrático per se, existe una amplia lectura al respecto. Para Benegas Lynch (h) el “peronismo republicano” es una flagrante contradicción en los términos, que nos hace repetir errores y nos estanca en una espiral de autoritarismos populistas.

Oposición errática

Las urnas presentaron una nueva oportunidad. La campaña giró en torno a los abusos políticos durante la cuarentena, a los asfixiantes impuestos que no permiten el desarrollo económico, al irrespeto a la separación de poderes y a un gobierno sin rumbo claro que hunde cada día más al país.

Juntos por el Cambio, la coalición opositora al oficialismo, se impuso en los principales distritos del país en las elecciones legislativas gracias al trabajo de referentes como la presidenta del PRO, Patricia Bullrich o el trabajo de gobernadores como Rodolfo Suarez. No menor fue la actuación de economistas liberales como Javier Milei, José Luis Espert y Ricardo López Murphy que, con sus estilos, torcieron la opinión pública a temas de vital importancia para la Argentina como el libre mercado, los valores republicanos y el antipopulismo.

Pero no a todos les llegó el “Telegrama Largo”. A pocas semanas de asumir en sus cargos, muchos legisladores que en campaña eran voces altisonantes y abanderados de los valores mencionados, mostraron su inconsistencia y falta de compromiso con las responsabilidades asumidas.

Algunos se fueron de viaje en votaciones cruciales, otros se dieron vuelta como un panqueque, pasando de un partido a otro, y no faltan los que negociaron por debajo de la mesa su precio y se vendieron al mejor postor. Lo cierto es que hoy, culpa de esa mala praxis, tenemos más impuestos, políticos que siguen perpetuándose en el poder y mayor desconfianza en el sistema.

Halcones y palomas, todos en la misma jaula

Los políticos parecen no entender la naturaleza de lo que sucede en el país, porque su falta de visión estratégica y el conformismo de haber alcanzado una silla en el parlamento se ensordecen frente a un electorado volátil, cansado y al borde de echarlos a todos por la ventana.

“Mas los bravos que unidos juraron

su feliz libertad sostener,

a estos tigres sedientos de sangre

fuertes pechos sabrán oponer".

Himno Nacional Argentino

Winston Churchill nos puede dar algunas pistas sobre cómo enfrentar esta situación. Para el histórico primer ministro inglés, un pacificador cree no ser lo bastante poderoso como para derrotar a un tirano y termina por hacer concesiones. Esas concesiones solo lo debilitan y terminan reforzando al tirano que, finalmente, acapara la suma del poder público. Si aquel que le ganó la pulseada al nazismo estuviera vivo, nos diría que no se negocia con un cocodrilo cuando este te tiene entre sus dientes.

George Kennan llegaría a una conclusión similar sobre Stalin y sus sucesores. Al no hablar idiomas similares y tener objetivos y filosofías irreconciliables, los Estados Unidos no debía negociar con la Unión Soviética, acostumbrada a responder solo a la cabeza del partido, debía prepararse para una lucha prolongada que contuviera, hasta agotar y hacer caer por su propio peso, a la potencia comunista.

La oposición se debe un serio debate puertas adentro si quiere consolidar el apoyo de los ciudadanos, así mismo las disculpas ya no son suficientes: cualquier “representante” que se aleje de los principios por los que fue votado, debe ser castigado en señal de un cambio real.

No es tiempo de palomas, halcones, golondrinas o cualquier otra especie de pájaro, es hora de salir de la jaula que no permite ver más allá de los propios intereses.

Cada época tiene su fascismo, entender las señales de advertencia y contrarrestarlo depende de nosotros todos, aquellos que lo permiten son, en su ineptitud, ignorancia o sed de poder, cómplices. Las lecciones de la historia nos enseñan que el porvenir de aquellos que eligen confiar en tiranos siempre es, fue y será el peso del deshonor.

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