Opinión

Chernobyl, la metáfora del poder cuando implosiona

En el #Wok de hoy: La serie de la que hablan en todo el mundo muestra, más allá de la fricción entre la realidad y la ficción, cuánto puede costar la cerrazón política y los errores humanos + A 33 años de ocurrida la mayor tragedia nuclear del siglo XX, sus efectos llegan hasta la actualidad con una sangría humana y económica inconmensurable + Svetlana Alexiévich, la periodista que ganó el Nobel de Literatura en 2015, recopiló cientos de voces silenciadas en un libro que muestra cuánto de tragedia griega tuvo la catástrofe rusa.

sábado, 8 de junio de 2019 · 12:00 hs

[ Maridaje / Musicaliza esta columna Besarin Quartett con Oktober ]

Tan aceitadamente trabajan las maquinarias del marketing que apenas había comenzado a emitirse Chernobyl ya se hablaba -sin medias tintas- de la mejor serie de la historia. Esto, en función de la votación de los espectadores que aportaban su generosa calificación para que la producción de HBO y Sky se impusiera sobre tanques como Game of thrones o Breaking Bad.

Dejando de lado el muy estudiado efecto algorítimo del asunto, lo importante a rescatar de esta excelente serie de cinco capítulos es cuánto tiene de universal lo que ocurrió, cómo se produjo y las consecuencias. Cómo la mala praxis de supuestos profesionales y la ceguera política fueron una combinación literalmente explosiva.

Aquí -gran alivio para quien esto firma- no hay margen para el spoiler porque desde el vamos ya es historia conocida lo que pasó con el accidente (¿?) en la central nuclear rusa el 26 de abril de 1986.

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Lo que amerita ir más allá es que treinta y tres años después todavía quedan piezas que no terminan de encajar, aunque las explicaciones técnicas y científicas supuestamente hayan arribado a una verdad a medias. La cadena de encubrimientos -antes, durante y después- hace que aún sea válido preguntarse, como plantea su versión televisiva, "¿cuánto cuestan las mentiras?".

En todos los casos, tanto en la investigación que realizó el gobierno de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Sovieticas (URSS), como en los años posteriores a través de investigadores científicos, periodistas, escritores e historiadores de todo tipo, asoman fragmentos de una verdad mayor que intenta ir al hueso del desastre tecnológico y científico más grave del siglo XX.

Una de esos aportes sustanciales fue el trabajo de la periodista Svetlana Alexiévich, nombre que quizás no le suene a la mayoría pero que en 2015 alcanzó eco mundial al recibir el Premio Nobel de Literatura. Nacida en Ucrania y criada en Bielorrusia, el eje de su profesión siempre ha estado puesto en documentar desde el periodismo narrativo las vidas -y muertes- de los ciudadanos soviéticos y postsoviéticos.

La historia omitida

A partir de las voces silenciadas por años de quienes padecieron Chernobyl en carne propia (nunca más ajustada esta imagen), Alexiévich contribuyó en gran medida tanto a cicatrizar heridas como a alertar al mundo que la irresponsabilidad política puede tener consecuencias fatales como la que dejó la destrucción de la planta nuclear. Incluso décadas después. Así lo prueba la constante acción de pequeñas dosis de radiación que cada año hace crecer la cifra de enfermos de cáncer, las deficiencias mentales, disfunciones neuropsicológicas y mutaciones genéticas.

Con su libro Voces de Chernobyl, la experimentada periodista pone el cuerpo, aguza el oído para "esos pequeños pedazos, esos granos de oro" y finalmente aporta cientos de testimonios aún más conmovedores que la serie más lograda.

"Este libro no se trata de Chernobyl, sino sobre el mundo de Chernobyl. Sobre el suceso mismo se han escrito miles de páginas y se han hecho metros de películas. Yo, en cambio, me dedico a lo que he denominado la historia omitida, las huellas imperceptibles de nuestro paso por la tierra y por el tiempo. Escribo y recojo la cotidianidad de los sentimientos, los pensamientos y las palabras. Intento captar la vida cotidiana del alma... Chernobyl para ellos no era una métafora ni un símbolo, era su casa", escribe la autora de La guerra no tiene rostro de mujer.

Efectos colaterales

Chernobyl, no la serie, sino la catástrofe que ocasionó, desnudó más un problema político que científico que empezó a marcar el comienzo del fin. Cinco años después de la explosión, lo que implosionaba era la URSS. Si bien no fue por acción directa, los cimientos de ese sistema político y económico centralizado (que se había gestado en 1922 tras la caída del imperio ruso) ya no podían sostener una estructura que hacía agua por todos lados.

La lección, moraleja, o como queramos llamarle, que dejó esta tragedia es que algo similar puede volver a ocurrir, en cualquier país, si no se actúa con sensatez, respetando protocolos y no perdiendo de vista cuán imperfectos somos los humanos a cargo de tareas tan sensibles. Algo que vale para una planta nuclear como para cualquier evento masivo que omita la seguridad básica.

En otras palabras, Chernobyl sigue activa en cuanto a lo que representa como uso y abuso del poder. Y eso es lo que los capangas de entonces, e incluso mucho de los actuales, se niegan a aceptar, aunque en ello les vaya la vida. 

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#El Resaltador

Ya no son leyes, sino entuertos

  • "...Son más las leyes que se infringen que las que se cumplen, lo cual le hace pensar a uno que las leyes han sido establecidas precisamente para eso, para que no se cumplan; lo cual viene a demostrar que éste es un país que cumple fielmente ese precepto de su Constitución, donde se asegura que es tierra de libertad para todos los hombres de buena voluntad... Y yo creo que de esta buena voluntad se necesita mucha y muy robusta para recordar tantas leyes y para infringirlas a todas, y a las que no se infringen, quebrantarlas, y a las que no se quebrantan, violarlas, y a las que no se violan, se fuerzan, y a las que no se fuerzan ni se violan, se tuercen como medias de pobres, se adaptan como trajes de serie, quedando las pobres tan maltrechas, tan sin jugo, tan sin ley, que ya no son leyes, sino entuertos, y tienen tanto de derecho como la giba de un dromedario".

[ Roberto Arlt, en su relato Su majestad, la coima ]

#Solapa

Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina 2003-2015, de Matías Kulfas (Siglo XXI, 240 páginas, $549).

  • El balance del ciclo kirchnerista está atravesado por una notoria polarización que va de la reivindicación a la impugnación en bloque de las políticas del período. Están los que defienden la “década ganada” y los que lamentan la “década desperdiciada”. En Los tres kirchnerismos, Matías Kulfas construye una historia de la economía argentina desde 2003 hasta el presente, que sortea esas visiones restringidas al señalar logros en materia económica y social, así como errores y dificultades para introducir cambios perdurables en la estructura productiva.

#ALaCabeza

Patear el tablero. Gobierno abierto, transparencia y política, por Esteban Mirofsky en TEDxCordoba.

  • Mirofsky es el titular de la primera Agencia de Innovación y Gobierno Abierto de Argentina, en Bahía Blanca. Asesor del municipio de Córdoba y de la Cámara de Diputados de Nación en materia de tecnología, innovación y gobierno abierto. También es consultor de CIPPEC.