Opinión

Si no es timba, que me expliquen qué es lo que se viene

Como en ningún otro país del mundo el dólar es una variable. Aunque la mayoría no compra y no tiene opciones de ahorrar, marca el día a día. Ellos dicen que nosotros no entendemos nada porque no nos preparamos para conocer como funciona el mercado. Pero ellos no entienden lo que sufrimos al hacernos cargo de la timba financiera que a ellos los hace cada vez más ricos.

domingo, 17 de marzo de 2019 · 10:00 hs

Suena como un chiste de mal gusto cuando un tipo como Guido Sandleris dice que entiende lo que están pasando los argentinos que la tienen difícil por la crisis económica. Lo mismo cuando lo hace Macri, Dujovne o en su momento "Toto" Caputo. La realidad es que ellos no entienden nada, lo mismo que el empresariado, porque están en una nube bastante lejana a la nuestra, la de los habitantes que son los que finalmente se hacen responsables de sus gestiones deficientes y de la timba financiera.

Sin ser especialista en macroeconomía, no pretendo hacer un análisis de la situación del dólar, sino marcar las diferencias entre el pensamiento del Gobierno y el empresariado y el del ciudadano de a pie que la mira desde afuera, pero que debe hacerse cargo de la fiesta. Es que cada vez que el dólar se mueve hacia arriba en los supermercados, grandes comercios y hasta los kioscos la suba y remarcación es constante (no olvidemos que la suba interanual en alimentos -según el Indec- es del 58%), pero no sucede lo mismo cuando baja.

Una vez que se supo que el Ejecutivo pondrá a la venta U$S9.600 millones desde mayo y hasta las elecciones, el dólar bajó de manera importante, pero la visión del Ejecutivo y los empresarios no es la misma que sintió el que vive el día a día. Los que mueven la aguja del precio del dólar reaccionaron a las "buenas noticias" y nosotros nos preocupamos.

Se venderán U$S60 millones diarios y, claramente, los comprarán los empresarios y los bancos, no doña Rosa o don Juan. Si esto no va a ser otra timba financiera que alguien me explique en qué se va a convertir. O sea, pedimos plata al FMI para cumplir con nuestros compromisos financieros (las deudas), pero finalmente la usaremos para intervenir el mercado y controlar el dólar con fines electorales (de ahí que se planifique justo durante el período de la campaña). Podrán mantener el precio y comprar barato, pero no sabemos qué pasará una vez que se acaben esos U$S9.600 millones, justamente después de las elecciones.

Desde la visión del vecino que la lucha cada día, le pedimos plata al FMI para que los que ya son millonarios, y que se hicieron más millonarios durante esta gestión con el mismo sistema, ahora se hagan aún más millonarios con dinero que pedimos prestado y que -de una u otra manera- siempre se termina cargando a la clase media y los más pobres. Seguro dirán que no es así y que son cuestiones de la macroeconomía que no entendemos, pero las pruebas están sobre la mesa y la crisis que tenemos hoy la estamos pagando nosotros y los pequeños y medianos empresarios que no tienen margen ante los tarifazos, las tasas y la recesión.

Otra muestra es el gran negocio que están haciendo los bancos, que ponen su dinero en Letras de Liquidez (Leliq) a un 64% y ofrecen plazos fijos a sus clientes con una tasa de 38%. Es fácil, con tu plata compran letras y después a vos te dan una parte mucho menor. Ganancia sin riesgo y sin moverse del escritorio. Eso sin mencionar que cuando estuvo por debajo del 50% los bancos nunca bajaron las tasas para sus préstamos o en las tarjetas de crédito, superando incluso el 130% de costo financiero total.

Entonces, nos pueden decir que no entendemos y que las decisiones macroeconómicas y financieras están lejos de nuestro conocimiento, pero no nos pueden decir que no entendemos cómo las malas gestiones , la inflación y la timba financiera afectan a nuestra vida de manera considerable. La única herramienta que tiene hoy el ciudadano es el voto, porque todo lo demás lo vemos pasar y esperamos las consecuencias. Lo malo es que -desde mi punto de vista- debemos elegir entre los ineptos y los que nos mentían, nos robaban y nos dejaron por el suelo.