Redes sociales

Cuidado, desbocados, el archivo ahora es instántaneo

En el #Wok de hoy: Antes, el temor de una figura pública era que se buscara -y encontrara- algo inconveniente en su pasado. De allí lo de “resistir un archivo” + En este presente virtualizado, todo lo que se dice o hace está ahí a la vista, en línea + El caso de dos políticos a los que “se les salió la cadena” y la reacción que despertaron sus dichos revela que el tribunal ciudadano actúa las 24 horas + Irse de boca puede ser piantavotos en un año donde las urnas marcarán el paso.

sábado, 9 de marzo de 2019 · 10:30 hs

[ Maridaje / Musicaliza esta columna Axel Krygier con "Vamos los gauchos" ]

Hace unos años, no muchos, la frase “resistir un archivo”, sobre todo cuando se apunta a políticos, famosos del espectáculo y personalidades de cualquier ámbito, implicaba el trabajo de investigar, escudriñar y hasta profundizar para cotejar cuánto había de cierto en lo que se decía o se mostraba públicamente.

Hoy, medios digitales, redes y google mediante, el archivo es prácticamente instantáneo. Y eso tiene un costo-beneficio: ya no se puede hablar gratuita e impunemente sin que la reacción llegue de inmediato y los baje (nos baje, también el periodista está sujeto a las mismas reglas) a tierra cuando el exabrupto excede la mera opinión.

Muchas veces, también la respuesta suele ser desproporcionada. El solo hecho de opinar genera un ida y vuelta donde la agresión, la descalificación, es un ingrediente cotidiano; en especial, si lo que se discute está en línea con las pasiones: la gestión de gobierno, “la pesada herencia”, la corrupción endémica, pañuelos verdes versus celestes y así con todos los Boca-River de este país siempre al borde del colapso.

Sirvan de (mal) ejemplo dos recientes boutades de representantes de los ciudadanos que confirman que el poder no es para cualquiera. Pero también hay que decir que la reacción no se hizo esperar y les llegó como un mazazo de sentido común. El archivo instantáneo funcionó.

"Hasta para robar hay que ser inteligente y yo me considero un tipo inteligente". Lo dijo Julio Jalit, el intendente de Pichanal, una localidad del departamento de Orán, en Salta. Hay que decir que antes de que recibiera un repudio generalizado por sus dichos, en el recinto del Concejo Deliberante donde dio su discurso había provocado aplausos y vítores de los presentes en la sala.

Su patrimonio prueba cuán "inteligente" es este servidor público. En 15 años, Jalit pasó de ser un empleado de una estación de servicios a uno de los hombres más ricos de Orán, con varias propiedades, una decena de campos con soja, vehículos de alta gama y una flota de camiones.

El otro caso que antes no hubiera resistido un archivo y hoy debe dar cuentas ipso facto por su torpeza, lo protagonizó el concejal justicialista Juan José Bautista, quien en una sesión acusó al presidente del Concejo Deliberante de La Paz e intendente a cargo, Diego Guzmán, de conducir "una gestión autista".

Aquí, vale aclarar, no le jugó una mala pasada querer utilizar al autismo como una metáfora. Guzmán tiene una hija con ese trastorno y es un activo militante de las campañas que buscan visibilizar el autismo. En un contexto donde proliferan las chicanas, lo de Bautista no fue una más. Fue un golpe artero, calculado.

"La mediocridad se ha instalado: es necesario gritar, insultar, denunciar, disfrazarse o escandalizar para llamar la atención y lograr la ansiada adhesión de los ciudadanos. Pero todo eso se evapora en minutos y es cuando nos damos cuenta de que todo sigue igual”, escribió en su blog personal el expresidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, haciéndose eco de lo que había ocurrido en el discurso del presidente Macri en el Congreso. Una certera pintura de estos tiempos que, nobleza obliga, no se limita únicamente a la clase política. 

El sabor amargo de lo que expresa este referente de la Justicia es su sentencia de que todo sigue igual. O al menos, siendo algo optimistas, con cambios que van demasiado lento. Es cierto que el que desatina, “se va al pasto”, rápidamente es puesto en su lugar, pero esto ocurre en el ecosistema virtual, no en la calle o las urnas, donde late el real pulso ciudadano.

Sólo cuando la reacción frente a un repudiable dicho o hecho derrama ese micromundo y “baja” al resto de la sociedad, ahí quizás empezamos a tener un poco más claro a quién le regalamos un voto o le validamos una fama inmerecida (futbolistas, actores, actrices, músicos, etcétera).

Fuerte desafío entonces para los asesores de campaña, y especialmente para aquellos que tienen aspiraciones de ocupar una banca o dirigir la provincia o el país. Pensar dos veces antes de hablar, será seguramente el tip más recomendado en este año electoral donde, como el pez, muchos corren el riesgo de morir por la boca.

#ElResaltador

Para salvarnos (de nosotros mismos)

"La literatura no parece tener una obvia utilidad, pero la ciencia ha demostrado que la tiene. Leer literatura, una actividad que muchos consideran ociosa o inútil, posee un valor social invaluable: nos hace más empáticos, más dispuestos a escuchar y entender a los otros. Las ficciones nos enseñan a nombrar nuestras angustias y también cómo enfrentar y compartir nuestros problemas cotidianos. Esto es especialmente importante hoy, cuando muchos de los retos más apremiantes de nuestro tiempo se tienen que resolver de manera colectiva y solidaria: los desastres naturales que ha acentuado el cambio climático, las crisis migratorias mundiales o el reclamo por los derechos de las minorías fueron contados y discutidos desde hace cinco mil años en una obra literaria... La gran literatura, incluso cuando se escribió miles de años atrás, tiene lecciones para los lectores del presente. Y quizás sea la literatura, y su intrínseca capacidad de hacernos más empáticos, la que pueda salvarnos de nosotros mismos".

[ Alberto Manguel es un escritor, traductor y editor argentino-canadiense, en su columna en The New York Times ]

#Solapa

¿Por qué tomarse la molestia de hacer elecciones? Pequeño manual para entender el funcionamiento de la democracia, de Adam Przeworski (Siglo Veintiuno, 176 páginas, $450)

¿Qué es razonable esperar de las elecciones en el mundo real, en que los mercados distribuyen de manera desigual los ingresos y en que los políticos hacen su mejor esfuerzo para perpetuarse en el poder? ¿Podemos hablar de elecciones en casos en que se debe optar entre dos variantes de lo mismo? ¿Es suficiente con que una mayoría de votantes considere que algo es lo mejor para todos? ¿Por qué los comicios tal como los conocemos son “el menos malo de los mecanismos” para elegir a quienes nos gobiernan? Con gran solvencia, Przeworski, uno de los principales politólogos actuales, nos guía por todas las peripecias de los países y sus ciudadanos a la hora de decidir quiénes guiarán sus rumbos. Así, entran en juego las desigualdades económicas, los trucos, engaños y virtudes de los políticos o los sentimientos de nacionalidad, tanto como un repaso de las principales teorías de la política, el derecho y la sociedad.

#AlaCabeza

De la nueva política a buena política, charla TED en Madrid a cargo de Javier Maroto sobre la importancia de que los políticos no pierdan nunca el pulso de la calle. Además de parlamentario vasco, fue alcalde de Vitoria entre 2011 y 2015 y concejal de Hacienda de ese Ayuntamiento por dos períodos. "No sólo hay que escuchar a aquel que te da la razón. Pobres políticos que se rodean de quienes le dan la razón. Y que les hacen ver lo sólo lo que quieren ver. Y que escuchan lo que los suyos quieren que escuchen. Pobres, se quedan sordos y ciegos. Hay que escuchar a todos", reflexiona Maroto.