Mendoza, tierra de los tres gobernadores
Ante la audiencia pública para el aval de José Thomas como nuevo titular de la DGE, el exfuncionario de esa cartera, Gustavo Capone, resalta la importancia de este espacio y la posterior designación legislativa como pasos de legitimación fundamentales para la institucionalidad de la provincia.
Más allá de la postulación de José Thomas por parte del Poder Ejecutivo de Mendoza para ocupar el cargo de Director General de Escuelas.Y sin reparar en las sobradas cualidades del postulante para ocupar ese espacio tan representativo, me parece importante resaltar un hecho relevante que concede enorme legitimación, no solo al postulado, sino también al sistema institucional mendocino.
Las constituciones de Mendoza y la Educación
La primera Constitución en Mendoza fue dictada en 1854, y a partir de ésta se sucedieron las reformas de 1894/5, 1900, 1910, 1916 y la de 1948/9 (que quedó sin vigencia), más las correspondientes enmiendas de sólo un artículo por año, arbitradas desde 1916. En todas ellas, la problemática educativa ocupó un espacio significativo.
Es muy referencial la constitución del ’16. Ese año se realizó, a través de una Asamblea Constituyente, una nueva reforma de la Constitución Provincial que se destacó por su modernismo jurídico y haber incluido una enfatizada legislación social entre sus artículos. Aquellos constituyentes de 1916 consideraron imperioso investir para determinados cargos públicos y significativos, a personas que ostentaran probada idoneidad profesional y calificados méritos disciplinares y éticos.
Ese mandato histórico, tan arraigado en la cultura social e institucional de Mendoza exige, inexorablemente, exponerse a una audiencia pública, convocada por el presidente de la Comisión de Legislación y Asuntos Constitucionales. En esa audiencia el postulado deberá explicar ante la ciudadanía su programa y lineamientos educativos proyectados. Seguramente recibirá adhesiones y sugerencias, pero además las advertencias, criticas o impugnaciones de aquellos ciudadanos que plantean esquemas de acción distintos al gobierno de turno o al posicionamiento ideológico de sus postulados, para luego someterse ante la totalidad de los senadores a una votación que aceptará o rechazará al nominado.
Tamaño hecho no debería pasar inadvertido, pues realza al sistema institucional mendocino y a sus componentes. Depositando en el Honorable Senado de Mendoza, nada más y nada menos, que la designación de quien conducirá los destinos de más 500.000 estudiantes, 60.000 docentes, 10.000 administrativos y no docentes, de las 2.100 escuelas mendocinas de toda la provincia, en todos los niveles del sistema educativo para su gestión estatal y privada.
Esto ha sido siempre así, salvo desagradables excepciones. Pero además le otorgará al nominado la responsabilidad de la superintendencia del sistema educativo, velando por la correcta dirección en su faz pedagógica y administrativa. “La dirección técnica de las escuelas públicas, la superintendencia, la inspección y vigilancia de la enseñanza común y especial” (CP de 1916 / Sección VIII Art. 212 Inciso 2). Ese hecho inédito confiere al designado el simbólico título de “Gobernador de la Educación”.
Igual suerte constitucional deberá correr el Superintendente del Departamento General de Irrigación, el “Gobernador del Agua”. Ambos propuestos por el Gobernador de la Provincia, rector del poder ejecutivo emanado del voto ciudadano. Ellos también deberán sortear constitucionalmente el voto legislativo.Hecho tan excepcional como beneficioso. Aclaremos que ningún ministro del ejecutivo provincial debe pasar por el mismo proceso.
Esta sana cultura institucional pondera a Mendoza. Convierte a la provincia en una positiva referencia nacional, quedando claramente manifestado la importancia que el gobierno mendocino presta a la educación y el agua. Eso es bueno, y hace que Mendoza se destaque en comparación con el resto de las provincias argentinas. La inspiración y prédica de Julian Barraquero en su momento (“el Alberdi mendocino”), elevó el debate hasta tal punto que aquel postulado progresista, siga actual y orgullosamente vigente.
Tan lejos y tan cerca. Siempre la educación y la constitución
Las constituciones provinciales de Mendoza siempre ponderaron el papel de la educación. Y ese hecho, en ocasiones críticas de su historia, fue una herramienta política que siempre actuó favorablemente, ayudando a encontrar alternativas superadoras.
Un ejemplo cabal, como lamentable, fue el terremoto de 1861. La antigua ciudad enclavada históricamente, desde tiempos hispánicos, entre el Tajamar y el Zanjón quedó enterrada para siempre. El sector dirigencial quedó absolutamente diezmado por las muertes y renuncias. Las familias abandonaron la ciudad destruida en busca de lugares más seguros en el interior provincial y la desorientación fue notoria ante la catástrofe.
Mientras tantos muchos huérfanos buscaban refugio en familias sustitutas. El sistema educativo oficial no funcionó durante dos años. Es decir, durante los años 1861 y 1862, no se dictó instrucción pública oficial en casi toda la provincia. Las pocas escuelas que existían se cayeron, y los escasos colegios que se mantuvieron en pie fueron utilizadas como circunstanciales hospedajes u hospitales de campaña.
Un hecho institucional ayudó en la dura circunstancia. Mendoza había sancionado su nueva Constitución en noviembre de 1854, ya mencionada. Dicha constitución estableció algo novedoso sobre las autonomías municipales. En el “Capítulo Séptimo: Sobre el Poder Municipal / Administración Departamental”, se ponen las escuelas primarias en dependencia directa delos municipios provinciales y establece que la administración de los fondos de la instrucción pública correrá por cuenta de cada municipalidad. La circunstancia hizo que algunas escuelas departamentales se mantuvieran abiertas al haber sido menos traumático el sismo en el interior provincial que en el centro capitalino.
Mientras tanto la administración central, acorde a su mandato constitucional, priorizó un plan de reordenamiento territorial provincial, para el cual el desarrollo urbano contemplaba la creación de múltiples escuelas en la provincia y el direccionamiento de fondos recibidos prioritariamente a la educación. Las escuelas estarían cerca de las plazas y contarían con un amplio patio como resguardo de la ciudadanía ante posibles futuros sismos, con grandes entradas y amplios sistemas de conservación de aguas.
Mendoza tras la catástrofe de 1861 había quedado desbastada. Paralizada. Sumergida en un caos. Aquella “ciudad de barro”, que tenía 300 años desde la llegada del español (2 de marzo de 1561), quedó hecha una gran montaña de adobes en solo unos segundos, muriendo 4.247 personas con más de 1.000 heridos, entre una población estimada de 11.500 vecinos. Había que empezar de nuevo. La inteligencia del sector dirigente de Mendoza,amparado en el mandato constitucional, encontró en la educación la puerta para volver a ponerse de pie.
El Gobernador Carlos González (1863 – 1865), recibió una partida de $11.500 de la Comisión Filantrópica de Buenos Aires que destinó totalmente a la construcción de 23 escuelas, contando con la unánime adhesión de los legisladores mendocinos. También la provincia de Entre Ríos aportó $12.000, más estímulos recibidos de otras provincias y de países como Chile y Perú. Todo se sumaba al decreto del 19 de abril de 1864 que había dispuesto el surgimiento de las "Escuelas Fiscales”. Por ende, las escuelas se multiplicarán.
Ya en 1865, se abrieron 34 nuevas escuelas oficiales y 6 particulares. Todo eso a solo 4 años del terremoto. Además,Benjamín Lenoir, cuñado de Domingo Faustino Sarmiento, fue nombrado por el Gobernador González al frente de dicho emprendimiento como Inspector de las Escuelas Fiscales, llegando a contar el sistema educativo por ese año: 1.784 alumnos matriculados en las “oficiales” y 547 en las “particulares”.
La importancia del tema educativo posterior al trauma del terremoto se siguió manifestando: el gobernador Nicolás Villanueva (1867 – 1870), para ejercer un mejor control y supervisión sobre los establecimientos educativos creó en 1867 el Departamento General de Escuela, promulgada por ley; y en 1872, su primo Arístides Villanueva, también gobernador, impulsó la “Superintendencia General de Escuelas”, nombrando como primer secretario a Daniel Videla Correas.
Después, durante el gobierno de Francisco Moyano (1894-97), de manera semejante a como se hizo en la Nación, se dictó la Ley 37 de educación común obligatoria. Fue entonces cuando se creó la Dirección General de Escuelas a cargo de Pedro J. Ortiz.
Volviendo a La Audiencia
Volviendo al tema institucional, no hay mucho que agregar. Todo se encuentra en los medios de comunicación mendocina. Pero sostendré algo fundamental. En Mendoza se cumple la ley. La postulación de Thomas contó con 1.054 adhesiones (soy uno de ellos) y 13 impugnaciones. Fue sometido a una audiencia pública. Recibió conceptuosos elogios y fue criticado. Le acercaron sugerencias. Los senadores expusieron sus posiciones.
Coincidieron o discreparon. Y luego tuvo la palabra Thomas. Remarcó que trabajará para achicar la brecha socio educativa que tiene el sistema educativo; resaltó la necesidad de la innovación y de las técnicas informáticas y de los conjuntos de tecnologías que permiten el acceso, producción, tratamiento y comunicación de la información; lo imprescindible de un proceso de evaluación constante;laimportancia de cumplir la ley para concretar los 180 días efectivos de clase.
También lo sustantivo de igualar las posibilidades a través de la educación inicial; la capacitación docente; la formación de los nuevos formadores; se comprometió con profundizar los procesos de inclusión y la educación para con chicos y adultos discapacitados. Coincido; pero resalto como hecho político e institucional el valor que las normas históricamente tienen en Mendoza, y cumplir lo que la ley exige.
“Venir al Senado significa generar un espacio de diálogo para intentar construir la educación que todos queremos y ponernos de acuerdo sabiendo que el objetivo que todos tenemos es que los chicos y chicas aprendan”, concluyó Thomas.
Con estos gestos institucionales la cultura y la historia de la educación mendocina se encuentra bien resguardada.

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