Notas
Walter Jakob

Es actor, director y dramaturgo, junto a Agustin Mendilharzu, escribió y dirige dos de las más prestigiosas obras del under porteño, "Los Talentos" y "La Edad de Oro". En una chala con LUPA hablamos sobre sus obras, su amor por Hammil y el cine.
Tanto vos como Agustín vienen en principio del mundo del cine. Sin embargo sus obras son muy teatrales.
¿ Ah sí? ¡Vamos! (risas) Sí, yo estudie en la FUC, mi formación es principalmente en cine, después empecé en el mundo del teatro y volví al cine como actor.
El mundo del cine y el teatro, no se relacionaban tanto hace un tiempo...
Puede ser, el mundo del actor para los directores o estudiantes de cine es un mundo muy enigmático, que uno teme y desconoce. De todas maneras creo que cambió eso en los últimos 10 años, hubo un resurgimiento del teatro off, hoy por hoy los estudiantes de cine saben que el off es una gran cantera donde encontrar actores. Yo creo que estuve un poco en ese comienzo, por ejemplo una película como "Historias Extraordinarias" no se hubiera podido hacer si no fuera porque Mariano (Llinás) se fue empapando del mundo del teatro off. Ese estilo de cine independiente, sin el apoyo del INCAA, que nació un poco de la mano de Llinás y otros, tiene un modo de trabajo en cooperativa muy similar al del teatro.
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Walter Jakob en Historias Extraordinarias de Llinás (2008).
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En la "Edad de Oro" sentí mucha envidia por los fanáticos de Hammil, que claramente disfrutan muchísimo el texto, que para mí era lo mismo que estuviesen hablando en alemán, porque no entendía nada y al mismo tiempo entendí todo. Eso cuando sucede en teatro es magia pura.
Eso es muy importante. Para nosotros es una bendición en un punto que a Hammil no lo conozca nadie, si hubiésemos hecho la misma obra con Bowie, no funcionaria porque todo el mundo traería su David Bowie.
El hecho de que Hammil sea un músico tan de culto y secreto, hace que logres ver otra cosa detrás, esa idolatría por un músico, el mundo de los coleccionistas, aunque vos no entiendas de que tema hablan.
Sí, hay una obra muy solida detrás de Hammil, digamos dramatúrgicamente hablando.
Sí, hay un trabajo de dramaturgia muy grande, de cómo se va contando y administrando la información, cómo se va desarrollando la obra. De hecho, sobre el final, hay un momento, que me encanta, donde parece que está todo perdido y no hay manera de resolverlo, y llega la carta de Hammil, que es una suerte de "carta de Dios", que ingresa a resolver la trama.
¿Les escribió Hammil en la vida real?
Nos paso algo muy loco, el año pasado estábamos con Agustín presentado "Los Talentos" en un festival en el país Vasco, nos enteramos con que Hammil tocaba a solo 2 horas de donde estábamos, conseguimos su mail, le escribimos y no nos contestaba, no nos contestaba y un día Agustín llega al hotel, prende la computadora, me llama y me dice: ¡Escribió Hammil!. ¡Lo mismo que pasa en la obra nos estaba pasando a nosotros ahí!
Nos había escrito diciendo que podíamos pasar por la prueba de sonido, fuimos, nos presentamos, estábamos muy nerviosos, dos idiotas totales. De hecho nos olvidamos de sacarnos una foto.
¡No!
Pero después lo esperamos a la salida del recital y la sacamos. (risas)
Nuestra fantasía es poder hacer la obra frente a Hammil y que él después toque.
¿La obra surge de la necesidad de hablar sobre Hammil?
No, la obra nace de un ciclo en el Rojas que se llama Proyecto Manual, convocan a distintos directores y dramaturgos donde la consigna es empezar a escribir sobre un manual cualquiera y que genere algún tipo de reflexión. No teníamos la menor idea que hacer, entonces agarramos el manual de un exhibidor de muebles (en la obra los 2 personajes intentan armarlo) y dijimos: Ok vamos a hacer una obra con este aparato. ¿Y qué vamos a decir? ¿Vamos a hablar sobre un mueble?, no sabíamos qué carajo hacer, entonces dijimos, recontextualicemos la consigna, pongamos el manual y el mueble dentro de un universo familiar.
"Los Talentos" tiene un gran componente autobiográfico, pero nos estaba faltando algo muy importante para nosotros que es la música. Nos miramos y dijimos: ¡Hammil!.
En los noventa Hammil nos mató, nos dio vuelta la cabeza, de alguna manera hay algo en él, esto de que podría haber sido una estrella de rock y no lo fue, su música incómoda, que es muy singular, pongamos el manual de instrucción en un lugar donde podamos hablar de discos y de Hammil, si hablábamos solo de discos podíamos caer en tratar de ser algo así como Alta Fidelidad, y ahí empezás a parecerte un poco a todos.
El hecho de que Hammil sea singular nos acerca a todos como espectadores porque todos tenemos algo singular. Aunque claramente el fanático de Hammil está viendo una Oda.
Nos paso algo muy gracioso, con quien hoy día es un gran amigo nuestro, "El Negro Maidana". Él y su mujer son fanáticos totales de Hammil, viven en La Plata, se enteraron que en Capital había una obra que hablaba de él, asique vinieron a verla.
El Negro nos espero a la salida y emocionado nos dijo: "Esta obra es verdad, podría haberla escrito yo".
Sus obras tienen un tinte muy intelectual, desde el texto y demás, pero sin embargo son muy teatrales, cuando digo teatrales me refiero a como concibo yo al teatro, que debe ser para que todos puedan ver y entender.
Sí, son obras que tratan de incluir a todos los espectadores. Hay algo en sus formas que invita un poco a todos.
Hay obras que son más extrañadas o experimentales, por llamarlas de alguna manera, y digo esto porque pienso que en algún punto nuestras obras también son "experimentales", pero tienen un cuidado en la narración, una manera clásica, que te va contando un "cuentito" que es de alguna manera más amable.
Hay algo muy tierno en ambas, sobre todo en "Los Talentos", estos adolescentes intelectuales, que cuando aparece una chica, no saben qué hacer. Inclusive hasta el personaje de Ignacio inspira cierta ternura. Son todos queribles.
Sí, y también muy crueles. Cada personaje de "Los Talentos" refiere a uno de nosotros, yo soy el Negro (dueño de casa), que no es tan brillante pero tiene un poco mas de calle; Ignacio está claramente referido a Mariano Llinás, que es algo así como un genio absoluto, es una fiesta estar con él y al mismo tiempo una tortura, y después Lucas, que es Agustín, también brillante, pero el más tierno de los tres.
Más allá de todo esto "Los Talentos" es una ficción.
De todas maneras es también una obra en la que el espectador indefectiblemente se siente reflejado, quizás no en la intelectualidad de los personajes pero sí en su dificultad para relacionarse. Volvemos al punto en que el teatro que hacen tiene estos dos componentes.
Sí, yo creo que deben haber dos elementos en una obra: Uno completamente extraño y otro completamente reconocible. Un equilibrio entre lo que te acerca y lo que te distancia.
¿Cómo ves al teatro porteño hoy?
Creo que en los noventa y el dos mil hubo un crecimiento importantísimo, que se consolidó definitivamente en estos últimos diez años. Hoy en día el teatro off es parte de la cotidianidad de Buenos Aires. Ya está instalado.
Por último, recomendanos una obra para ir a ver
"No soy un caballo"