Cuentas pendientes

Murió en Italia el obispo puntano que nunca desmintió haber encargado la muerte de un cura

La figura del obispo emérito puntano resultó salpicada por la represión de la última dictadura cívico militar.

martes, 23 de julio de 2019 · 11:58 hs

Juan Rodolfo Laise, que fuera obispo de San Luis por 30 años (1971 - 2001) murió a los 93 años en el Convento de los Monjes Capuchinos, en San Giovanni Rotondó, Italia, donde están sepultados los restos de Padre Pío de Pietrelcina, casa en la que permanecía tras su retiro de la diócesis puntana.

La figura del obispo emérito puntano resultó salpicada por la represión de la última dictadura cívico militar.

En la sentencia en el primer juicio por crímenes de lesa humanidad realizado en esta capital de San Luis el Tribunal Oral Federal (TOF) ordenó la investigación del ex obispo debido que uno de los imputados que resultara condenado, el coronel Miguel Ángel Fernández Gez, lo acusó de haberle pedido que hiciera desaparecer a un sacerdote que estaba enfrentado con el prelado y había decidido dejar los hábitos para casarse.

El exobispo nunca se presentó a la justicia, pese a que durante la octava jornada de audiencias en 2008, donde se juzgaron a 29 imputados por delitos de lesa humanidad cometidos en San Luis, las víctimas señalaron al sacerdote Francisco Coccarelli, al obispo Juan Rodolfo Laise y al médico Víctor Ernesto Moreno Recalde como partícipes de los padecimientos sufridos mientras se encontraban privados de su libertad.

Su muerte fue producto de una descompensación debido a su edad y sus restos recibirán sepultura en Italia, según la agencia AICA.

Aquí vivió su retiro y rebeldía judicial:

Laise nació el 22 de febrero de 1926, se hizo cargo del obispado de San Luis en julio de 1971 y renunció por edad en junio de 2001.

La noticia fue confirmada por el vocero de la Iglesia de San Luis, padre Alan Sosa Tello, quien afirmó que la muerte del ex obispo se vive en San Luis "con aflicción" y pidió oración en su memoria.

Tello afirmó a la prensa local que Laise estuvo en actividad hasta último momento, "confesaba en tres idiomas, hacia conferencia y atendía a los peregrinos".

El caso judicial

Monseñor Juan Rodolfo Laise le encomendó en 1976 al coronel Miguel Fernández Gez “que hiciera desaparecer a un sacerdote que había dejado los hábitos y se iba a casar”, contó el militar ante la Justicia.

–¿Pero qué me pide, padre? ¿Se volvió loco?

–Entonces no tenemos más nada que hablar –concluyó Laise.

El coronel recordó el diálogo ante su abogado Carlos Mercado tras la consulta del diario porteño Página/12. Laise fue citado a declarar como testigo. El abogado Marcelo Shortrede se presentó ante el tribunal con un poder del actual obispo puntano Jorge Lona y otro de Laise, pero para trámites administrativos. Pidió que el cura jubilado declare por escrito y amenazó con apelar al Nuncio Apostólico, que no forma parte del aparato judicial.

En 2008, en pleno juicio por delitos de lesa humanidad retomó el caso. Según publicó Pagina/12, "Laise ordenó hacer desaparecer a un sacerdote que pretendía dejar los hábitos para casarse, según denunció el general Miguel Angel Fernández Gez. El abogado de la APDH local, Enrique Ponce, solicitó que, en caso de no poder viajar desde su residencia en Italia, declare por videoconferencia. Pereyra González fue sindicado por presenciar interrogatorios bajo torturas por un ex chofer de otro imputado, el capitán Carlos Plá".  El 27 de octubre de 2008 El Tribunal Oral Federal de San Luis decidió que el ex obispo de la diócesis, Juan Rodolfo Laise prestara declaración testimonial en forma oral.

Infojus, el medio que siguió el juicio, señaló en su crónica del 29 de noviembre de 2013: 

Un exdetenido atestiguó sobre el rol que cumplieron las autoridades eclesiásticas. Aseguró que el capellán Coscarelli les "sacaba" datos de las confesiones y después entregaba esa información a los represores. También contó que el obispo emérito de esa provincia llegó a decir en una misa que “tenían que destrozarles el alma”. Entre los testimonios que se escucharon ayer en este proceso denominado el “megajuicio” estuvo el de Aníbal Franklin Oliveras, un profesor de la Universidad Nacional de San Luis, que ya había declarado durante el primer juicio de lesa humanidad realizado en esta provincia en 2009. Oliveras describió cómo mientras estuvo secuestrado en la penitenciaría local descubrió junto a sus compañeros que el sacerdote Coscarelli, capellán del Ejército, extraía información durante las confesiones y luego se las pasaba a los represores. "Cuando nos dimos cuenta, lo hablamos y le dijimos que no volviera más, porque lo íbamos a matar. Y el cura no regresó” dijo. Oliveras también se refirió al accionar "patético" del obispo emérito de San Luis, monseñor Juan Rodolfo Laise. El testigo recordó que en una misa celebrada el 22 de noviembre de 1976, Laise "dijo que a nosotros tenían que extirparnos el alma", que en palabras de San Agustín se traducirían como "destrozar el cuerpo para salvar el alma". Laise fue obispo de San Luis durante 30 años, hasta 2001. En 1976 le pidió al máximo responsable militar de la provincia que un sacerdote que había dejado los hábitos para casarse fuera secuestrado. Como el coronel se negó, el obispo prohibió a los curas locales que celebraran el matrimonio de su hija.

Una denuncia de ocultamiento de abusos

En el año 2002, en medio de las denuncias de abuso contra el sacerdote Julio César Grassi, un joven afirmó haber mantenido relaciones sexuales reiteradas con el sacerdote Juan Ignacio Marín, y afirmó que otros jóvenes mantenían sexo con otros curas.

Según publicó El Diario de la República en la capital sanluiseña, "el obispo emérito Juan Rodolfo Laise lo supo pero les pidió a los jóvenes silencio y comprensión, mientras que el obispo sucesor, Jorge Luis Lona, les envió a su abogado, Marcelo Shortrede, a exigir que no se realizara la denuncia".

Viejo encono con los Rodríguez Saá

Desde la Iglesia siempre han mantenido una maña relación con el poder de los hermanos Rodríguez Saá. A ello adjudicó las denuncias en contra de sus integrantes.

La Nación informó al mismo tiempo en que se denunciaba el presunto caso de abuso, que el entonces obispo Jorge Luis Lona (2002) dijo contar con "evidencias definitivas del fanatismo anticatólico del doctor Alberto Rodríguez Saá".

No se quedó allí: Acusó al actual gobernador de perseguir el objetivo de "la destrucción de la Iglesia misma".

El obispo Lona había puesto en duda la declaración de abuso por parte del cura Marín, aunque preventivamente lo había separado de la diósesis.  Es que el Diario de la República, propiedad de la familia Rodríguez Saá había sido quien publicó el testimonio de "R.R." de 32 años, el anónimo presunto abusado que sembró las sospechas contra toda la curia puntana, incluído el ayer fallecido Laise.