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Del decorado al poder: los ocho partidos que gobernarían China

El poder del Partido Comunista Chino se erosiona. Cuando caiga, su red de partidos satélite podría evitar el caos y encauzar la transición en China.

China puede ser un gigante con pies de barro, pero tiene un sistema apra evitar la caída del régimen político de Xi Jinping

China puede ser un gigante con pies de barro, pero tiene un sistema apra evitar la caída del régimen político de Xi Jinping

EFE

El Partido Comunista Chino (PCCh) parece eterno, pero su tiempo gobernando China se acorta. Su autoridad se desgasta por múltiples flancos: una economía en descenso estructural, una inteligencia artificial (IA) limitada por Occidente y condenada al fracaso, y un modelo de innovación que depende de copiar o robar tecnologías complejas que ya no pueden replicar con facilidad.

Las nuevas tecnologías de IA, desarrolladas por actores privados en entornos abiertos y colaborativos, son intrincadas, cambiantes y difíciles de imitar sin haberlas construido desde adentro. Este estilo descentralizado y experimental es incompatible con el enfoque cerrado, jerárquico y extractivo del Partido Comunista. A esto se suma una desconfianza global que limita su influencia y un modelo de control social que, sin prosperidad, se vuelve insostenible. El pacto implícito entre poder y bienestar se rompe. Y lo que está en juego es el orden global. La gran pregunta no es si el PCCh caerá, sino cómo; y sobre todo: qué lo reemplazará.

Cuáles son los ocho partidos que gobernarían China

China no es un desierto institucional. Aunque el PCCh concentra todo el poder, mantiene a su alrededor una constelación de ocho partidos legales integrados en el Frente Unido. Son partidos sin poder real, sin posibilidad de disputar elecciones, sin autonomía programática. Pero están ahí: con oficinas, cuadros, redes sociales, congresos internos. Son esqueletos administrativos que hoy sirven como válvulas de representación simulada, pero que mañana podrían convertirse en vehículos de reconstrucción política. En otras partes del mundo comunista ocurrió así.

En Polonia, partidos subordinados como el Partido Campesino Unido (ZSL) o el Partido Democrático (SD) reaparecieron con fuerza tras la caída del régimen. En Hungría, la coalición de transición incluyó a los antiguos partidos satélite. En Alemania Oriental, la CDU del Este sobrevivió al SED y se integró al sistema alemán reunificado. La lógica es simple: el poder se cae, pero las estructuras quedan.

En China, esos esqueletos son: el Partido Revolucionario del Kuomintang, que representa antiguos sectores nacionalistas procomunistas; la Liga Democrática de China, compuesta por intelectuales y académicos; la Asociación de Construcción Nacional Democrática, vinculada a empresarios y comerciantes; la Asociación de Promoción de la Democracia, cercana a educadores y artistas; el Partido Campesino y Obrero, con presencia en salud pública y biotecnología; el Partido Zhi Gong, orientado a chinos de ultramar; la Sociedad Jiusan, de científicos y técnicos; y la Liga de Autonomía Democrática de Taiwán, que se presenta como la voz de los taiwaneses en el continente. Todos están institucionalizados, reconocidos, distribuidos por el país y forman parte del aparato estatal, aunque sin poder político propio.

Lo decisivo es entender que cuando el PCCh colapse —por desgaste interno o conmoción externa, el riesgo mayor no es el cambio, sino el caos. Un país con más de mil millones de personas, armas nucleares y tensiones étnicas internas no puede permitirse el vacío. Y, como demostró Somalia en su colapso, la gente tiende a organizarse incluso sin Estado. Pero cuando existen estructuras previas, incluso decorativas, la transición es más rápida y menos violenta. Los partidos del Frente Unido, hoy marionetas, serán los canales de una recomposición institucional. No serán los que derroquen al Partido Comunista. Pero evitarán que su caída arrastre todo.

Las cosas como son.

*Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.