Opinión

Corea del Sur y su guerra inesperada contra el feminismo

Cuando uno evalúa los desafíos que enfrenta Corea del Sur, pensaría que la tensa relación con el régimen totalitario de sus vecinos del norte ser el mayor desafío, pero parece que no: diferentes referentes políticos centran su discurso en la crítica al feminismo.

José Luis Jacobo
José Luis Jacobo viernes, 13 de mayo de 2022 · 07:16 hs
Corea del Sur y su guerra inesperada contra el feminismo

Los títulos periodísticos, al abordar los temas que se tratarán en la inminente cumbre entre el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y el conservador presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol —el ex fiscal general de dicho país—, se centran en la preocupación de ambas naciones por la conducta del gobierno de Corea del Norte y obsesión con desatar una guerra nuclear, ante la cual el gobierno del sur se muestra dispuesto a ofrecer un amplio y generoso acuerdo económico que permita no sólo un pacto de paz, sino también la desnuclearización del norte.

No obstante la importancia de estos temas, el eje del conflicto político en Seul hoy está marcado por el movimiento feminista. De fuerte tradición patriarcal, Corea ve surgir una oleada de antifeminismo brutal, que pide hasta la extinción última de todas las mujeres que se encuentran en esta búsqueda de hallar un punto de equilibrio en la compleja vida social y política de esta nación asiática.

Uno de los referentes en este tipo de retórica es Lee Jun-seok, el líder del Partido del Poder Popular, quien ha sido denominado por algunos analistas como «el Trump surcoreano», en parte por su fuerte prédica antipolítica y antiestablishment, y también por su particular encono con el movimiento feminista, con un especial cuestionamiento a la misandria (el odio al hombre), promoviendo el cierre del Ministerio de Igualdad y un fuerte rechazo a las políticas de igualdad de género.

Corea del Sur, una de las 15 economías más prósperas del planeta, vive momentos tumultuosos. En la campaña impulsada por el nuevo hombre fuerte del país, miles de jóvenes vestidos de negro ganaron las calles al grito de "thud, thud", acrónimo de una expresión que puede interpretarse como «cerdas, gordas, y feas». Esto sucede en una nación en la cual tres de cada cuatro jóvenes quieren irse, por considerarlo "un infierno".

La extrema competencia que deben enfrentar los jóvenes surcoreanos para ingresar a las universidades o para obtener un empleo son elementos que contribuyen a crear una sensación de agobio social que no pareciera compatible con los indicadores económicos de esta nación que se muestra casi como la contracara perfecta de la Argentina. La presión sobre las mujeres, es enorme: el país es la capital mundial de la cirugía plástica, y un 40% de las niñas que cursan la secundaria van maquilladas a clase. Los datos también revelan que un 17% de las jóvenes están por debajo de su peso saludable. Un agobio que se suma al que también provoca un sistema que replica, en el otro extremo del mundo, lo que en la década de 1970 expresaba en sus dichos Lidia Stragno, Pinky, la famosísima conductora televisiva quien afirmó: "Para que una mujer ocupe el lugar de un hombre, debe cuando menos ser mejor que el mejor hombre para el mismo puesto".

En Corea del Sur, sin embargo, esto pareciera no ser suficiente, y el naciente movimiento feminista en el país está siendo acosado desde lo más alto del poder, de manera implacable. Es obvio que el paraíso no está a un billete de avión que nos transporte a miles de kilómetros: la condición humana, compleja por sí misma, se manifiesta de manera cruel en todos los continentes y sociedades, por muy prósperas y suficientes que estas puedan parecer.

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