Opinión

Madonna en la encrucijada entre el dictamen, la rebeldía y el ocaso artístico

En estos días, la Reina del Pop puso en su lugar a quienes se burlaron de su rostro tras su reciente participación en la entrega de los premios Grammy. Más allá del superficial debate sobre la apariencia de la cantante, subyace el progresivo declive de la gran obra creativa que ella supo construir.

Laureano Manson
Laureano Manson viernes, 10 de febrero de 2023 · 13:30 hs
Madonna en la encrucijada entre el dictamen, la rebeldía y el ocaso artístico
Madonna en la reciente entrega de los premios Grammy. Foto: Getty Images

Unos días después de la entrega de los premios Grammy que se celebró el domingo, Madonna respondió a través de sus redes sociales a las despiadadas críticas por su apariencia que incontables usuarios replicaron con una variada gama de memes. La icónica cantante apareció en el escenario de los mencionados galardones de la música con un discurso sobre la importancia de ser irreverente. Sin embargo, gran parte de la platea mundial le prestó más atención a los cambios en su rostro que a sus palabras. 

Aprendí algo en la industria de la música: si te llaman provocador, problemático o peligroso, es que estás haciendo algo bueno, estoy acá para agradecer a los rebeldes por allanar el camino a los demás, son tan temerarios que los vemos, los escuchamos y los apreciamos”, enfatizó Madonna sobre la labor de Sam Smith y Kim Petras, quienes ganaron el Grammy en el rubro a mejor  interpretación pop en dúo o grupo. Además, Petras se convirtió en la primera figura transgénero en dar un show en un momento central de la gala.

Tras la controversia en la red, Madonna salió a responder a la enorme tribuna anónima que se burló de su rostro. Con un extenso descargo, la cantante dejó en claro que gran parte del público eligió fijarse únicamente en su apariencia, en lugar de haber escuchado sus conceptos, focalizando en la importancia de que una mujer trans haya sido figura estelar en los Grammy.

Esta claro que a esta altura del partido, tanto Madonna como cualquiera, puede hacer con su cuerpo lo que le plazca sin dar ningún tipo de explicaciones. Sin embargo, la diva por algún motivo se vio en la necesidad de remarcar que "las imágenes fueron tomadas por un fotógrafo de prensa con un largo lente que distorsionaría el rostro de cualquiera". Acto seguido, la diva argumentó: "Una vez más estoy atrapada en las críticas por la edad y por la misoginia que impregna el mundo en el que vivimos! Un mundo que se niega a celebrar a las mujeres que han pasado los 45 años y siente la necesidad de castigarlas si siguen siendo fuertes, trabajadoras y aventureras. Nunca me he disculpado por ninguna de las decisiones creativas que he tomado, ni por la forma en que me veo o visto y no voy a empezar ahora".

Finalmente, en su sentido alegato, Madonna enfatizó: "Espero con ansias muchos años más de comportamiento subversivo, empujando límites. De pie ante el patriarcado". Sin embargo, hay una clara tensión entre el dictamen y la rebeldía en el presente de la icónica "chica material". Transitamos una era que intenta derribar ese ridículo valor que tanto se le adjudicó a la juventud, pero todavía estamos en plena transición hacia un mundo que intenta darle más entidad a la sustancia que a la forma. Ese cambio no será una tarea sencilla. Mientras tanto, en las redes sociales sigue sonando ese coro que reprocha a toda persona que pretenda verse más joven de lo que es. Claramente, los retoques y las cirugías no son el punto, sino la presión que ejerce el imperativo de la imagen en la carrera de las múltiples entradas al quirófano.

En este punto, es posible que Madonna haya tomado ese camino por pura determinación personal, o bien empujada por el dictamen de una cultura que todavía le rinde culto a la lozanía. Más allá de cualquier discurso de superación, está claro que saber envejecer no es cosa fácil, y para una estrella con un recorrido ligado a la música pop, género siempre considerado como la quintaesencia de la juventud , la misión debe ser más compleja todavía.

Más allá del debate sobre algo tan superficial como la apariencia física, hay un aspecto más inquietante en el presente de Madonna, que tiene que ver con su progresivo declive artístico. El último disco notable de la Reina del Pop fue Confessions on a dance floor, lanzado en 2005. Lo que vino luego durante más de 15 años, fue un intento de la diva de subirse a todo tipo de tendencia de moda, incluso aquellas que contradicen el combativo discurso que ella enarboló en décadas pasadas. Un claro ejemplo fue su colaboración con Maluma, macho alfa latino cuya prosa suele estar en las antípodas de la esencia feminista de la Ciccone.

Después de todo, la llama de la juventud no tiene que ver con la idea de que un rostro permanezca eternamente terso, sino con un espíritu de rebeldía que hoy Madonna enuncia desde lo mediático, pero esquiva desde lo artístico. Lejos quedó aquella guerrera que bailaba entre cruces en llamas y jugaba mejor que nadie el ritual de la erotización. Lo que hay hoy en cambio, es un holograma de su gloria pasada, una corona torcida por el dictamen de una industria que la Reina antes supo doblegar.

 

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