"Cuando tenga hijos no pienso ser como mi mamá"
¿Cuántas veces habremos dicho que no seguiríamos las mismas formas de crianza que eligió nuestra madre para nosotras? Pero, de una u otra forma, esto siempre termina influyendo en el modo en que criamos a nuestros hijos. ¡Veámoslo!
Sea porque nuestra madre nos sobreprotegió o porque no estuvo lo suficientemente presente, siempre tendremos alguna queja -grande o pequeña- en relación a la forma de crianza que haya elegido. Y muchas veces nos prometemos a nosotras mismas que no repetiremos esas prácticas con nuestros hijos.
“Una siempre quiere marcar diferencias con la madre que tuvo y, a veces inconscientemente, hay cosas que repetimos. Al principio cuesta entenderlas, la vemos con miles de errores, pero esto a veces cambia cuando nos convertimos en mamás al ver lo difícil que es la crianza”, comenta Lorena (48), mayor de cuatro hermanas mujeres y madre de dos hijos.
En diálogo con MDZ Femme, Florencia Montencino, psicóloga especialista en acompañamiento de maternidades y paternidades, acerca de cómo influye la crianza de nuestras madres a la hora de tomar nosotras ese papel.

La psicóloga señala que "estamos atravesados por nuestra crianza, pero no necesariamente limitados o condenados por ella. En ocasiones, vemos cuestiones de nuestra infancia y de nuestra crianza que, al devenir en madres, queremos hacerlas de otra forma en pos de generar algo diferente de lo que quizás vivimos, sobre todo de lo que en la adultez percibimos como limitante a partir de ello”.
Aparte, Montecino acota que a veces ponemos mucho énfasis y empeño en corrernos de esa estructura en la que crecimos para “no repetir historias”. Sin embargo, por más de que las historias se parezcan, los personajes no son los mismos, con lo cual probablemente la historia también sea otra.
Es una realidad el hecho de que podemos tender a repetir modalidades porque es lo que conocemos, pero probablemente en el tránsito por nuestra vida adulta, nos encontremos con qué cuestiones preferimos conservar y qué cosas queremos modificar o hacer diferente. La psicóloga cuenta que este proceso no es lineal, es dinámico, ya que supone conciencia, registro y comprender que estamos en constante transformación y construcción.
“Mí maternidad me ayudó a comprender y a perdonar a mi mamá, a darme cuenta de que hizo lo mejor que pudo. Aunque eso no la exime de algunas heridas que cicatrizan solo con el paso del tiempo”, confiesa Marta (50), hermana menor de dos varones y madre de dos hijas.
Como explica Marta, convertirnos en madres nos hace repensar la culpa que les “echamos” a las nuestras por la crianza que nos marcó. La terapeuta considera importante resaltar que las mamás no nacen siendo tales, es todo un proceso de aprendizaje que se lleva a cabo día a día.
“Las madres hacen en la crianza lo que pueden con los recursos que tienen y atravesados por su propia crianza, por sus vivencias, sus circunstancias, el momento vital que están transitando, entre otros tantos factores. Generalmente, considerando que hacen lo mejor y desde el amor”, detalla Montecino.

Permanecer en este estado de “echar culpas” y de poner en el exterior el origen de los conflictos nos deja a merced de, en este caso, si se quiere, lo que las madres hicieron. Sin embargo, la psicóloga propone que al convertirnos en adultos podemos, a través de un trabajo subjetivo, deshacernos, elaborar e integrar cuestiones de nuestra infancia y crianza en pos de adquirir un nuevo posicionamiento.
Con esto, la terapeuta intenta hacer entender que “la idea fundamental es trabajar activamente en nosotras para no sentirnos limitadas y determinadas, pedir ayuda y trabajar en ello. Seguro hay historias de todo tipo, algunas muy muy dolorosas. Lo que quiero transmitir es que se puede destrabar a partir del trabajo terapéutico y el movimiento y fortalecimiento de los recursos con los que cada uno cuenta”.
La maternidad es un proceso movilizador y en esa misma vorágine que una experimenta, sin duda, puede movilizar la relación con nuestras propias mamás, padres o familia de origen y quizás esto nos lleve a replantearnos formas y maneras de criar a nuestros hijos.
Al devenir en madres, muchas veces, buscamos también resguardarnos en ellas, en busca de consejos, formas de actuar, acompañamiento, entre otras cosas, tal como cuenta Lorena: “A medida que mis hijos van creciendo, suelo acudir más a ella, por consejos, para hacer catarsis”.
“Mi mamá me hizo notar mis errores, que por supuesto yo me encargaba de negarlos siempre y le reclamaba los suyos. Hoy me hace rabiar por no adaptarse a esta vorágine de cambios, por negarse al avance tecnológico y por a veces tomar conciencia que estamos en la cuenta regresiva y no le dí todos los besos que se merece”, expresa Marta.
“Tanto como mamá, como hija y como psicóloga considero que las madres y padres hacen lo que pueden, con los recursos que tienen en ese momento”, agrega Montecino.
Es una realidad que ser madre supone responsabilidades, pero también como hijas, al convertirnos en adultas, tenemos a nuestro alcance el poder de emanciparnos de cuestiones que no nos gustaron de nuestra crianza para poder llevar a cabo una propia experiencia similar o distinta, sea lo que se desee, al criar a nuestros hijos.

Juliana Awada nos inspira para usar jeans y blazer de la mejor manera

Esta fue la tendencia en la que coincidieron Flor de la V y Pampita

Esta es la marca que siempre eligen Wanda Nara y la China Suárez

Las micro minifaldas de Eiza González que más favorecen

Estas son las 7 edades del alma según el Niño Prodigio

Pampita opta por looks total white para palpitar la primavera

La China Suárez marca tendencia con este maquillaje ideal para fiestas
